En días pasados algunos académicos, periodistas y comentólogos han dicho que en México se ha roto el Estado Laico.
Esto a propósito de las acciones y las declaraciones que en torno a la seguridad ha hecho la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y otros actores de la Iglesia. Considero que quien sostiene eso no entienden lo que es el Estado laico y lo confunden con el Estado jacobino o ateo.
El 23 de febrero de 2010, en El Economista, publique el artículo “¿Estado laico o jacobino?”. Reproduzco una parte del mismo porque considero que lo que digo sigue siendo válido.
“El Estado laico exige que este no profese religión alguna para dar lugar a que todas (las religiones) puedan expresarse en igualdad de circunstancias; de este derecho no solo gozan los ciudadanos, sino también las iglesias. Se garantiza así la libertad de creer o no creer y también de religión y culto.
La existencia del Estado laico evita, no todos sus defensores lo tienen claro, ser antirreligioso. Todo tipo de intolerancia conduce al totalitarismo. Cuando el Estado o un grupo de sus ciudadanos e instituciones quieren imponer a los demás sus posiciones, se violenta, sin más, la libertad.
La democracia y el respeto a pensar y creer son una misma cosa. No hay democracia sin la libertad de creencias, de religión y culto. El pensar como se quiera, siempre en el marco de la ley, es un derecho irrenunciable. El Estado laico, es su obligación, garantiza la inclusión de todos sin importar sus creencias y credo.
La laicidad es la garantía de la libertad de las instituciones del Estado frente a cualquier norma religiosa. Es la mejor forma de garantizar dar a Dios y al César lo que a cada uno corresponde. El Estado laico, por lo mismo, jamás debe perseguir a alguien por sus creencias.
Nadie, pienso, puede estar en desacuerdo con las ideas anteriores. En nuestra tradición hay, con todo, políticos, académicos y sectores de la ciudadanía, los menos, que quisieran, así malentienden la laicidad, que las iglesias no se pronuncien e incluso que no existieran.
Las iglesias, es garantía del Estado laico, tienen derecho, como las otras instituciones, a exponer sus ideas y concepción del mundo. Misma que no pueden imponer a nadie y sus miembros ya sabrán si les hacen o no caso.
Cuando las iglesias fijan su posición ponen en juego su prestigio y credibilidad. La mayoría de las veces exponen ideas conservadoras que no tienen acogida en la ciudadanía y se alejan de la misma.
El Estado laico hay que defenderlo de los que quieren imponer la religión, pero también de quienes pretenden que éste asuma una postura antirreligiosa. Ni una ni otra y sí el respeto absoluto a las creencias de todos”.
Las recientes acciones y declaraciones de los obispos, de la Compañía de Jesús y de otros actores de la Iglesia católica se inscriben en el marco de la libertad de expresión que el Estado laico otorga a las iglesias.
@RubenAguilar