El pasado viernes 2 de febrero se realizó el segundo concierto de la primera temporada del año 2024 de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes en la que sigue siendo su sede, el Teatro Aguascalientes, el programa que disfrutamos en esta ocasión nos ofreció en la primera parte la obertura Euryanthe de Carl Maria von Weber seguido por la Obertura y Música Venusberg (Bacanal) de la ópera Tannhäuser del alemán Richard Wagner. Finalmente, después del intermedio escuchamos la Sinfonía No.9, Op.70 en mi bemol mayor del compositor Soviético Dmitri Shistakovich, la dirección estuvo a cargo del maestro Román Revueltas.
Carlo Maria von Weber es un compositor indisolublemente relacionado con Mozart, ya que una de sus primas, Constanze, se casó con el compositor de Salzburgo, ciudad en la que también vivía Weber y ahí recibió clases de Michael Haydn, hermano de Franz Joseph. La obertura Euryanthe, es de la ópera en tres actos que el compositor estrenó en 1823. Se trata de una verdadera caricia el oído y resultó ideal para abrir un concierto que tenía mucho contenido, e incluso, en algunos momentos, ciertas dificultades, de hecho, me pareció muy difícil, quizás debo decir que hasta pesada la música de Wagner. Siempre me he considerado un gran aficionado a la música de este compositor alemán, verdadero dramaturgo musical más que un compositor de óperas, recordemos que Wagner no utilizaba los servicios de un libretista, él mismo redactaba sus historias, las adaptaba a las condiciones de la ópera y les ponía música, esto lo hace especial, incluso único, en el repertorio operístico, y debo decir que nunca había tenido alguna dificultad para asimilar con facilidad, incluso con gozo, la música de Wagner, pero ahora sí me costó mucho trabajo, no tanto la obertura Tannhäuser, sino el breve episodio de ballet que va ligado a la obertura para la versión en París, según explicó el maestro Revueltas previó a la ejecución de la obra.
Como ya lo comenté líneas arriba, la segunda parte del concierto nos ofreció la novena de las 15 sinfonías compuestas por el atormentado Dmitri Shostakovich. He tenido la oportunidad de entrevistar tres o cuatro veces al maestro Carlos Prieto en algunas de sus visitas a Aguascalientes, ya sea con nuestra Orquesta Sinfónica, o bien, en algunos de sus recitales. Considero que el maestro Prieto es uno de los mejores intérpretes de la música de cámara de Shostakovich, y en alguna de esas charlas, más que entrevistas, el maestro me decía que le costó trabajo entender cómo era posible que revisando el catálogo de la música de este compositor encontraba cosas verdaderamente geniales y otras veces encontraba simplemente música complaciente, y claro, la razón es que Shostakovich trabajaba frecuentemente por encargo de Stalin y de su gabinete, que al mismo tiempo vigilaban celosamente que no fuera a salirse de los parámetros que para ellos debería tener la Revolución Bolchevique, limitando, evidentemente, el discurso musical de este genial compositor, pero cuando hacía música por la música, sin esperar la autorización y el visto bueno del miope régimen de Stalin, su lenguaje musical alcanzaba lo sublime, lo grandioso. Su Sinfonía No.9 fue uno de esos casos en los que decidió correr el riesgo de escribir una obra obedeciendo más a los intereses de la música que a los del dictador.
Es una obra creada en el año que en que terminó la Segunda Guerra Mundial, 1945, cuando el ejército soviético entraba a Alemania, y Shostakovich afirmó trabajar en una sinfonía victoriosa, con un canto de alabanza, pero lo que entregó al terminarla era otra cosa, una obra breve, no llega a los 30 minutos, el propio compositor dijo: “a los músicos les encantará tocarla, y a los críticos les encantará hacerla estallar”. La sinfonía en cuestión dividió la opinión al interior de la URSS, hoy no tenemos duda de que se trata de una maravilla musical llena de humor, incluso tal vez de burla a la miopía de los criterios de la censura soviética.
A mí me gustó mucho la versión que hizo el maestro Revueltas de esta novena de Shostakovich, con un incuestionable espíritu lúdico, y a juzgar por la reacción del público, fue del agrado de todos. Lo que no me gustó, e insisto en el tema, es que si se quiere, se puede meter muchísima más gente a los conciertos de la OSA, entidad musical que ya no es sólo embajadora cultural de Aguascalientes, la votación del pasado 6 de diciembre en el Congreso del Estado ya la hace Patrimonio Cultural Intangible del Estado, sólo falta el decreto oficial de la gobernadora, y por esta simple razón, y por su calidad, fuera de discusión, merece un mejor trato de parte del Instituto Cultural de Aguascalientes, es necesario proponer estrategias para que los conciertos sean más concurridos, como ha sido en otros tiempos, cuando la Sinfónica tenía un promedio de entradas a sus conciertos de 900 personas, créemelo, nadie me lo contó, yo he estado siempre ahí, sí se puede si se quiere, he ahí el problema, querer.
Mañana viernes 9 a las 20:30 horas en el Teatro Aguascalientes en el tercer programa disfrutaremos del célebre Concierto para Piano, Op.16 en La menor de Grieg con la participación de Samantha Alcázar como solista, y en la segunda parte, la Sinfonía No.1 en do menor de Anton Bruckner, dirige el maestro Román Revueltas, por ahí nos veremos si Dios no dispone lo contrario.