Antes de entrar en materia, me permito informar a los amables lectores que por razones de fuerza mayor me veo en la necesidad de suspender temporalmente la publicación de esta columna a partir de la semana próxima, esperando poder reanudarla en unos dos meses más.
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El viernes de la semana pasada -día 23- afirmamos, en esta misma columna, que al día siguiente la Universidad Autónoma de Aguascalientes cumpliría -como cumplió- 50 años de existencia por el hecho de que el decreto del Poder Legislativo que le cambió el nombre al Instituto por el de Universidad, fue promulgado –término que no significa “aprobado” como erróneamente se encuentra utilizado en el archivo virtual de la UAA, sino publicado– por el Gobierno del Estado en el tomo XXXVII -Suplemento al número 8- de su periódico oficial de fecha 24 de febrero de 1974, cuya carátula reprodujimos en dicha columna.
Sin ese decreto, único instrumento jurídico con la facultad de crear o modificar la Ley Orgánica de un organismo gubernamental descentralizado como era el Instituto, para transformarlo -con las mismas características- en Universidad Autónoma de Aguascalientes, no existiría por más juntas de Consejo Directivo que realizara. Así de simple.
Sé muy bien que hay quienes, en la creencia de que por ser autónoma nuestra institución educativa puede modificar sus características jurídicas, pero no es así. Solo el Estado tiene facultades para ello.
Los administradores de la UAA, sin embargo, insisten con una necedad digna de mejor causa, en afirmar que ésta fue creada el 19 de Junio de 1973 por un acuerdo del Consejo Directivo del Instituto Autónomo de Ciencia y Tecnología y es esa la fecha en la que año con año, han conmemorado como la de su transformación en Universidad.
Para demostrar esto basta recordar el texto del segundo párrafo de su historia oficial que puede usted ver en el portal de internet de la UAA, que transcribo nuevamente:
“Después de 77 años, [¿de qué? porque de 1942 a 1973 solo hay 31 años de diferencia] partiendo del decreto que otorgaba la autonomía al Instituto de Ciencias el 22 de noviembre de 1942, se promovió su propia transformación [o sea que se transformó a sí mismo] en lo que es hoy la Universidad Autónoma de Aguascalientes. El 19 de junio de 1973, en una reunión histórica del consejo directivo del IACT, se aprobó por unanimidad el proyecto para fundar la primera universidad pública en el estado, luego de que el contador público Humberto Martínez de León, rector fundador, presentara el proyecto académico y administrativo.”
El o los autores que plasmaron la falsa historia oficial de la UAA con pésima redacción, total ausencia del método histórico, ignorancia jurídica y, sobre todo mala intención, no la firmaron porque sabían que la verdadera historia terminaría por desenmascararlos.
Pero sus administradores, muchos de los cuales durante estos 50 años han ostentado títulos de licenciatura, maestría y hasta doctorados no solo en México sino incluso en universidades del extranjero, no solo toleran; hasta defienden a capa y espada esas colosales mentiras con denuedo solidario como si fueran las tablas de la ley, con una absoluta falta de respeto por la verdad.
Entre algunas de las inquietudes relacionadas con el capítulo de la semana pasada, está el de que la carátula reproducida del Periódico Oficial no dice que se crea la Universidad y solo menciona su Ley Orgánica. De acuerdo; pero si leemos el contenido del decreto, veremos que su primer artículo dice:
“ARTICULO 1º.- El Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnología de Aguascalientes, se transforma en la Universidad Autónoma de Aguascalientes.”
Pero los administradores de la UAA no acaban de entender que la UAA no es una empresa particular sino un organismo público del Estado; descentralizado, pero del Estado; autónomo porque se maneja con toda libertad internamente sobre todo en lo que se refiere al terreno académico, pero acatando siempre los términos de la Ley Orgánica establecida por el propio Estado que, además, es el que debe entregarle todos los recursos financieros que requiere para cumplir adecuadamente con sus funciones, de acuerdo con el artículo 3º Constitucional.
EL FALSO CINCUENTENARIO
¿Por qué digo que fue supuesta o falsa la celebración oficial del cincuentenario de la UAA durante todo el año de 2023?
El mismo día que apareció mi colaboración, el pasado viernes 23, anuncié que al día siguiente, sábado 24, se cumplirían 50 años de la fundación de la UAA.
Pero ese mismo día, uno antes de que se cumplieran de riguroso acuerdo con el calendario los cincuenta años de publicación del decreto, apareció la noticia de que la “UAA cierra los festejos de su 50 Aniversario con la presentación del libro Trascender en luz, destellos”.
Una vez más tenemos que repetir que ese cincuentenario -que los administradores de la UAA empezaron a festejar el 19 de junio del 2023 contándolo a partir del día 19 de junio de 1973 en que, según el segundo párrafo de la historia oficial de la UAA, el Consejo Directivo aprobó el proyecto que le presentó el rector, con el que el Instituto se transformó supuestamente en Universidad- es tan falso como una moneda de tres pesos.
¿ANIVERSARIO O EMBARAZO?
Aniversario, dice el Diccionario, es el “Día en que se cumplen años de algún suceso”. (2ª acepción).
Embarazo es el “Estado en que se halla la mujer gestante”. (2ª acepción), pero también significa “Impedimento, dificultad, obstáculo”. (1ª acepción)
Si la duración de los festejos del falso Cincuentenario fuera de un año como la definición de aniversario indica, hubiera sido del 19 de junio de 2023 al 18 de junio de 2024, como había sido, de hecho, hasta el año anterior.
Pero a diferencia de otros años no fue aniversario sino embarazo incompleto, porque inició el 19 de junio del 2023, y concluyó el 22 de febrero del 2024; es decir, 8 meses y 3 días después; casi sietemesino.
¿Qué significa este cambio que termina dos días antes del inicio del verdadero cincuentenario? No lo sé, pero imagino algunas alternativas que no mencionaré porque no quiero hacerle al nigromante; el tiempo nos dará la respuesta
Esto se entiende más claramente de manera gráfica, con la genial caricatura de mi gran amigo Federico Esparza que apareció por primera vez en la revista número 2 de Cátedra Órgano independiente de la UAA en 1975 y aprovechamos para ilustrar la presente entrega.
A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA
Lo que más me preocupa, es que los estudiantes y profesores se han mantenido alejados de este problema que no se limita a la minucia de una fecha.
El verdadero problema radica en que la UAA funciona, de hecho, como una empresa privada que vende conocimientos y que se maneja verticalmente: los funcionarios de la UAA actúan como los dueños de una empresa mercantil y los estudiantes y profesores deben acatar las órdenes que de arriba les llegan, pues ese fue el propósito de quienes impusieron el tipo de universidad departamental sin que hubiera forma de hacer que la comunidad universitaria lo impidiera porque el rector le ocultó su proyecto, que los integrantes del Consejo Directivo aprobaron sin leer el día 19 de junio de 1973, como lo constataron los diarios del día siguiente.
Los estudiantes y los profesores deberían interesarse un poco por saber qué modelo universitario les han impuesto y qué modelo es el que quisieran y deberían aspirar a tener.
Lo que no hagan los estudiantes y profesores, que son los verdaderos dueños de la Universidad, nadie lo hará por ellos.
Yo lo digo porque tengo todo el derecho, ya que soy profesor de la UAA. Expulsado de todas mis cátedras por pronunciar un discurso en el que acusé al rector, con prueba fehaciente, de violar su autonomía; expulsión nula de pleno derecho si la definición de Universidad sigue siendo válida; nulidad que tenga usted la seguridad que será declarada cuando la justicia -que conmigo está expulsada de la UAA hasta ahora- se haga valer en ella; de eso tenga usted la seguridad absoluta.
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A mi regreso haremos un breve resumen de lo que llevamos visto con el análisis crítico de los primeros 11 párrafos de los 37 que integran la “Historia oficial de la UAA”, del cual podemos adelantar dos conclusiones:
1.- La omisión monumental de la creación del Instituto Literario de Ciencias y Artes mediante el decreto oficial publicado el 20 de noviembre de 1848 e inaugurado por Jesús Terán el 25 de enero de 1849, que solo suspendió sus actividades como protesta por la ocupación de la ciudad por las fuerzas invasoras francesas en diciembre de 1863, reanudándolas tres años después cuando se retiraron en diciembre de 1866, luego de fracasar en su propósito de colonizar nuestro país.
2.- El fracaso de la Escuela de Agricultura, que inaugurada en 1867 padeció carencias progresivas hasta desaparecer en 1871, cuando el gobernador Jesús Gómez Portugal fue derrocado por su mal gobierno y al pretender regresar por la fuerza de las armas terminó convirtiéndose en asaltante de caminos. Y el nombre del asaltante de caminos Jesús Gómez Portugal es el que los administradores de la UAA consideran, nada menos, que debe llevar el edificio que Jesús Terán ordenó acondicionar para ser destinado a ser el asiento oficial y definitivo del Instituto de Ciencias. Pero allí, junto a la puerta de acceso, está la placa honrando a… Gómez Portugal. ¿Merecemos los universitarios tal ofensa? Hasta la fecha pareciera ser que sí, pues lo toleramos.
Cuando reanudemos la normalidad de nuestra columna “Cátedra” cerraremos estos dos capítulos con sus respectivas conclusiones, antes de iniciar la siguiente etapa:
3.- Relativa a la continuidad del Instituto al integrarse al sistema de la Escuela Nacional Preparatoria creada por Gabino Barreda por instrucciones del presidente Benito Juárez, quien de esta manera inició la fase de integrar los esfuerzos estatales que en forma aislada habían creado los Institutos de Ciencias para integrar un sistema de educación superior organizado a nivel nacional con el propósito de culminarlo con la creación de las primeras universidades, sistema continuado por Porfirio Díaz y su gobierno caracterizado por la doctrina Positivista.
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina
Nota: El título de “Cátedra” que lleva esta columna se debe, exclusivamente, al propósito de recordar la revista que publiqué entre 1975 y 1978 con la observación: “Órgano Informativo Independiente de la Universidad Autónoma de Aguascalientes”.