El infinito en un Junco | La columna J por Roberto Valdés Ahumada - LJA Aguascalientes
03/07/2024

Estimado lector de LJA.MX con el gusto de saludarle como cada semana, quiero aprovechar esta ocasión primeramente para agradecer a mi amigo Carlos Cruz por regalarme el libro de Irene Vallejo El infinito en un Junco. Hace algunos años decidí que el único que regalo que daría sería un libro, y del mismo modo para mí no hay regalo material más valioso que un libro.

Soy un fiel creyente de que en los libros encontramos un refugio de virtud y de trascendencia, es una forma de libertad, es conversar con los otros autores, los libros nos ayudan a sobrevivir en las grandes catástrofes históricas y en las pequeñas tragedias de nuestra vida. No poseemos más conciencia que la literatura, la literatura ha sido la salvación de los condenados, ha inspirado y guiado a los poetas, vencido desesperación, y tal vez en este caso pueda salvar al mundo, porque inexorablemente la literatura es otra forma de un sueño dirigido.

Estimado lector créame, no podríamos entender el alcance de la historia o del mismo tiempo sin los libros, pero los libros no han tenido un devenir cómodo o plausible, por el contrario, en diversos momentos han enfrentado todo tipo de amenazas, desde la biblioteca de Alejandría en donde todo el trabajo de Demetrio y Ptolomeo tuvo un altercado catastrófico, hasta la quema de libros en la Alemania nazi. La distopía que plantea Ray Bradbury en su obra Fahrenheit 451 no es tan lejana a la historia certera y concreta de la supervivencia de los libros.

Quiero compartirle esta opinión del libro de Irene Vallejo: “El libro es, sobre todo, un recipiente donde reposa el tiempo. Una prodigiosa trampa con la que la inteligencia y la sensibilidad humana vencieron esa condición efímera, fluyente, que llevaba la experiencia del vivir hacia la nada del olvido” Emilio Lledo (Vallejo, 2023).

Cuando en un libro encontramos referencias de Demóstenes, Aristófanes, Cortázar, Borges, Dostoievski, Benedetti, es porque la obra es garantía, la prosa creativa de la autora logra atrapar al lector, lo lleva a un recorrido extraordinario por la historia y por momentos puntuales en la relevancia de los libros y la literatura, es tan original la redacción que incluso logra llevar a quien está leyendo la obra a una cuarta dimensión. En la reducida experiencia que tengo con los libros, he logrado ver ese alcance con Miguel de Unamuno, Luis Spota y Camus. Sin duda alguna, deja un legado que invoca a la creatividad y enarbola a la historia.

“El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho. El tiempo es un río que me lleva, pero yo soy el río; es un tigre que me devora, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego” (Borges, 2022).

La lectura exige creer en lo que se esta leyendo, procura y asegura el loable desarrollo del proceso cognitivista que está ocurriendo cuando una persona toma un libro y descubre un tipo de libertad más allá de la realidad insulsa. Toda gran esencia en el mundo tuvo un inicio diminuto, tal vez poco alentador, tal y como un simple junco, pocos cabalistas pudieron vislumbrar al infinito concurrido ahí, en el papiro, es la frágil y sublime esencia del material que genera una planta monocotiledónea ligada al agua.

Pero justo como expresaba Anaxágoras; en el agua se da el proceso de evolución, ahí se construyen los eslabones de lo que hoy concibe el “homo deus”. Cada libro radica en un espacio en el que guarda su continuidad, su historia o su alcance, cabe mencionar que los libros son los seductores del tiempo, pues viven mas que el autor, conservan su idea estética y desafían a la circunstancia política, cada librería, cada biblioteca, cada muble con libros son la representación del conocimiento y de una perspectiva distinta de ver la vida, de como debe ser vivida, en la esencia de cada libro y en las palabras de un autor, cualquiera que sea, existe una cosmogonía, y por nuestra temporalidad en este plano existencial no sabemos hasta donde llegara ese libro.  

Homero, Kafka y Zweig seguramente no imaginaron que sus obras podrían ser adquiridas como dinero en formato digital, hace siglos quien pudo imaginar las dimensiones de la biblioteca Vasconcelos o la biblioteca del congreso en Washington con más de 164 millones de libros, o lo que puede almacenar un dispositivo móvil. La historia es el devenir del tiempo, la literatura es el devenir del tiempo, la prosa es la sustancia de la historia, y los lectores son el testigo de honor de una ilusión.


Cada libro es una vida en el infinito misterio de un camino no trazado como la vida. La esencia es la palabra convertida en silencio.

In silentio mei verba, la palabra es poder.


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