El erotismo como conocimiento y como vía a la libertad | Entrevista a Juan de Dios Maya sobre La serpiente y el manzano - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Hay libros que son espejos, libros que son laberintos, libros que son escaleras, que son puertas que se abren para conocer, para entender, para perdernos en las incertidumbres, en los recovecos, en los pliegues de los deseos. Hay libros que son mapas que nos ayudan a perdernos para encontrarnos. Es en esa categoría en donde podríamos ubicar el libro La serpiente y el manzano del escritor mexicano Juan de Dios Maya Ávila, publicado por la Paserio Ediciones, una pequeña editorial independiente del Estado de México.

La serpiente y el manzano de Juan Maya Ávila es un libro espejo, un libro que se bifurca, un libro de varios autores que son en sí mismos reflejos, representaciones. O como bien nos dice la revista Proyecto Ouroboros, un libro que es a la vez un “divertimento literario que reúne en una misma obra a los cuatro géneros principales de la literatura: la novela, el ensayo, el cuento y la poesía.” En el prólogo del libro, Juan Maya Ávila nos cuenta que él solo fungió como traductor del poeta egipcio Aliba Ayam Soid ed Nauj (Zabbaleen, ¿?), quién en sus correrías “se hizo muy cercano al afamado arqueólogo Zahi Hawass, quien le permitió acceder a diversos textos antiguos, entre los que se hallaba un texto nahaseno llamado el Evangelio del amor que le sirvió de base para facturar el libro que hoy publica en México.” 

El Evangelio del amor sería así la parte esencial de La Serpiente y el manzano, un libro que accede a teorías esotéricas de principios de la era cristiana, ese momento histórico en el que diversas iglesias se adjudicaban tener la verdad sobre las enseñanzas de Jesús. Iglesias que tenían versiones y formas distintas de entender, de comprender y de divulgar el mensaje del “Cristo.”  En La serpiente y el manzano, Juan de Dios Ávila retoma las palabras de Aliba Ayam Soid ed Nauj, quién se dio a la tarea de traducir los escritos de un esclavo que a su vez rescata las enseñanzas de una antigua y desaparecida secta cristiana primitiva, en las que el erotismo juega un papel profundo en la adoración a dios. Hay libros que son pasajes a otros momentos, a otras eras, a otras profundidades del alma humana. Juan Maya Ávila nació en Tepotzotlán en 1980; es narrador y columnista mexicano, licenciado en Comunicación Social por la UAM y autor de los libros La venganza de los aztecas (mitos y profecías)Soboma y Gonorra, publicado por la Editorial Resistencia. Fue becario de la Fundación para las Letras Mexicanas flm, del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes fonca y del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico pecda. Conversamos con el autor acerca de La serpiente y el manzano

Javier Moro Hernández (JMH): Quería preguntarte cómo surge la idea de La serpiente y el manzano un poco, y cómo fue el desarrollo de este libro.

Juan Maya Ávila (JMA): Fue a partir de un epistolario amoroso, esa es la verdad. A partir de un epistolario, que después pude ver que podía trasladarse a un texto más completo. Es una especie de libro de exorcismo, por llamarlo así. 

JMH: Tu libro tiene una relación con la Biblia, pero sobre todo con esta visión de la Biblia no oficial, esta visión de libros apócrifos y textos bíblicos que no están recogidos en el libro sagrado. Me parece que tu libro bucea, ahonda con las posibilidades bíblicas apócrifas por decirlo así.

JMA: Quería retomar ese periodo del tiempo, pues a mí me interesa mucho los tiempos bíblicos, no solo por lo exótico de la estética de esas primeras iglesias cristianas, que estaban en pugna entre ellas, y que quizá prevaleció la más perversa de todas ellas, la más intolerante y también la que estaba destinada al fracaso, pues yo creo que está destinada en algún momento al fracaso a pesar de que ya lleva tantos siglos de prevalecer, pero yo creo ha sido una vida de fracaso, que responde a su afán de hacer pasar la fantasía por realidad, aun cuando contemporáneos suyos que defendían el cristianismo como una filosofía, como un despertar religioso les advirtieron que el defender de manera tan contumaz ciertos dogmas era francamente una perversión porque los iba a llevar a confrontar a la gente pensante, porque muchas de estas primeras iglesias tomaban los hechos de Jesús o los supuestos milagros como alegorías más bien, no como hechos fehacientes. Pero también me interesa mucho porque es la bisagra entre la transición del mundo antiguo, que es riquísimo en pensamiento, hacia el mundo moderno, hacia nuestra era por decirlo de alguna manera. Esa transición siempre me ha parecido muy hermosa, sobre todo por el escenario en el que da que es Egipto, que, por alguna razón, es el escenario de las grandes plumas del mundo antiguo. Estas primeras iglesias cristianas no se dan en Jerusalén, no se dan en Palestina.  No se dan en el área en donde Jesús es la voz cantante, sino como bien, diría Jesús nadie, es profeta en su tierra  y se dan en este Egipto que ya venía de todas las transiciones posibles, ya había pasado por la época egipcia, por la época de los hicsos, por la época de los persas y había recién vivido una época de transformaciones profundas y esotéricas que era su unión con el helenismo y la posterior ocupación romana, entonces ya hay un pensamiento caleidoscópico fantástico y extraordinario que a cualquier escritor puede seducir Aunque claro que para nosotros los latinoamericanos siempre va a tener que salir ahí el nombre de Borges porque es el que de alguna manera trae noticias, aunque antes que él ya había gente interesada.

JMH: Esta pugna de las iglesias cristianas primitivas, como bien dices, se da en Alejandría en muchos sentidos, en Egipto, que es el cómo el crisol de culturas. Pero también es muy interesante que tu libro lo retoma que es tema del helenismo que como filosofía también pugna por el placer como un elemento central, o sea, el placer visto como un elemento filosófico, metafísicos me parece muy interesante esa parte también. 

JMA: Hay dos elementos de esas iglesias primitivas que a mí me interesan mucho, porque son las que entran en contradicción directa y escandalizan a la Iglesia católica romana. Una es el erotismo en sí, porque las iglesias ortodoxas están peleadas con el erotismo, niegan el erotismo de Jesús niegan el erotismo del mundo, ven en él algo diabólico. Pero quizás ven mucho más diabólico y mucho más pernicioso y peligroso el conocimiento. Porque la inteligencia siempre va a estar cuestionando y si algo no soporta la Iglesia Católica Romana es que la cuestionen. No puedes cuestionar ni una coma de la Biblia. Siempre está la negación del conocimiento, y entonces la novela tiene estas dos cosas. El libro tiene esta cuestión de tener esos elementos muy presentes, como bandera, que es el erotismo como conocimiento y como vía a la libertad. como conocimiento y como vía a la libertad.


JMH: El erotismo es esencial y esta recopilación de textos que nos hace el autor me parece muy interesante por este renacimiento, está recreación, esta recuperación del erotismo como un elemento central de la vida espiritual. 

JMA: Se mencionan en varias obras de corte teológico que en el principio fueron tomadas como eróticas, como San Juan de la Cruz, como el Cantar de los Cantares, de hecho, me basé mucho en ellos para darle forma darle forma al texto del Evangelio del amor digamos. Me monto en sus estructuras de alguna manera, aunque también trato de hacer un balance con una escritura más contemporánea, pero sí me gusta mucho este este juego, esta devoción, esta pasión por Dios que es tan fuerte que cuando se hacen poesía alguien que no sepa que estás hablando de Dios se escandaliza, porque es una poesía muy erótica.  Una poesía, una literatura tan erótica que no tiene límites, que no tiene esos límites que la sociedad te pone, esos límites que el buen gusto en su momento se pone, como el cuento de Flaubert, en que de un vagabundo tiene un contacto con Dios y de pronto Dios lo acoge tanto, que la descripción de esa unión entre el vagabundo y Dios parece que está describiendo una relación homosexual.  Dios le dice Desnúdate, abrázame, vamos a volar juntos. A mí me parece increíble que a ciertas religiones monoteístas eso les escandalice. En el mundo antiguo era lo más normal, los dioses hacían el amor claro, Zeus ligaba todo el tiempo, los dioses egipcios eran parecidos. O sea, los dioses de la antigüedad se permitían mucho más esta cosa que es tan natural, tan hermosa y que te puede llevar a un conocimiento de ti mismo y del mundo que es el camino del erotismo. Y los primeros cristianos lo tenían en mente y eran mucho más permisivos en ese aspecto que la Iglesia católica. 

JMH: En este libro hay estos niveles narrativos, pero también estos vínculos con tradiciones literarias varias. En ese sentido trazas un vínculo con la tradición de las primeras iglesias, literariamente hablando. O sea, podemos ver una búsqueda de un lenguaje que sí recuerda a los textos religiosos. ¿Trabajaste el lenguaje de cierta manera que si nos da este que nos recuerda textos religiosos? 

JMA: Digamos todo texto es una cebolla, por decirlo así, tiene varias superficies digamos y la superficie más visible de este libro es ese homenaje, ese montarme en las literaturas del mundo antiguo, porque es lo más visible, porque es lo temático digamos. Pero en el sentido estructural del texto me baso más bien en el otro gran escritor erótico de nuestra época que es el Marqués de Sade, que a mí que a mí me parece un gran escritor, más que por sus temáticas eróticas por sus estructuras narrativas, que fueron ciertamente vanguardistas y preludiaron lo que iba a ser la literatura contemporánea, que son las estructuras fragmentarias, que vemos en 120 días de Sodoma, o en Justine que para mí es la gran obra de Sade. Aunque 120 días de Sodoma tiene una estructura genial, porque no es un poema, no es un cuento, no es una novela, es una serie de fragmentos concatenados que pueden pasar hasta por minificciones concatenadas, pueden pasar por muchas cosas, preludian las estructuras neobarrocos, las estructuras de la literatura fragmentaria contemporánea. Ahí hay otros antecedentes, y esta es la parte del libro que menos se vea, ese juego estructural con la fragmentación, ya que todo el libro está fragmentado, desde el prólogo, desde la historia del supuesto esclavo egipcio, y luego el evangelio del amor es una serie de fragmentos que retoma otras partes anteriores. Es una especie de literatura fractal que va a estar recogiendo todo lo que en las partes anteriores se estuvo planteando de manera estructural. El Evangelio del amor que es la parte final juega con el ensayo, con el cuento, con la poesía, con la mini novela en cada uno de estos fragmentos. Cada fragmento termina siendo un texto independiente.

JMH: Es un texto de recuperación al final de cuentas que nos da cuenta por un lado de un conocimiento más extenso, pero, por otro lado, de esta fragmentación que dices. Esta idea de que el esclavo recupera toda la información de la secta, todos los textos antes de que sean destruidos. Está justo el juego de la destrucción y la recuperación. 

JDA: En esta parte estructural es lo palimpsesto del libro. A mí me gusta mucho la literatura antigua, y de pronto me di cuenta de que estaba abusando de la lectura y de la escritura de esa literatura, porque por mucho que te pueda gustar Homero o los textos sumerios, uno no puede escribir así, por la sencilla razón de que ya está escrito, ya está escrito muy bien y que realmente si tú te quieres poner a copiar literalmente esos esos textos estás destinado un fracaso inmediato. Pero entonces el asunto es como como poder hacerlo sin hacerlo, cómo poder pasar todos estos gustos personales literarios, pero hacer el balance con la literatura contemporánea. Yo creo que Lauro Zavala me abrió muchos panoramas estructurales, porque parte fundamental del análisis que él hace de los textos narrativos es esto sobre las posibilidades estructurales y su relación con el mundo antiguo o con la literatura que viene antes, porque también es un suicidio literario pensar que uno va a ser algo totalmente novedoso, porque siempre estás escribiendo sobre el lomo de los muertos.  Sí estás recogiendo muertos y si estás dándole voz a esos muertos de nuevo, pero lo tienes que hacer con tus propias palabras, con tu propio estilo y con tus propias estructuras.  

JMH: Quería regresar al tema del erotismo porque creo que es un tema que te interesa; pensaba sobre todo por el título de tu libro anterior, Soboma y Gonorra

JMA: Ese libro podría ser considerado más pornográfico en realidad, porque sí está centrado en el acto sexual y en las perversiones sexuales mismas. Hay un par de cuentos muy parecidos, porque también están ambientados en el en el mundo antiguo, pero sí es el acto sexual en sí el personaje, aunque de pronto por ahí aparece el amor también como incidente al erotismo. Pero en La Serpiente y el manzano no, acá es el amor puro que está en un entrelazamiento entre el cuerpo y el espíritu, entonces la parte carnal es muy erótica y la parte espiritual tiene otra búsqueda también, que trasciende lo erótico porque lo erótico no sea espiritual sino más bien lo erótico, la carne o el sexo como un vehículo para el conocimiento de uno mismo, el conocimiento del ser amado, que no siempre va a ser un conocimiento luminoso.  Es más, es muy difícil que termine siendo un conocimiento luminoso, es en estos fracasos oscuros por los que hay que transitar para después llegar a cierta iluminación.


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