El arte como un servicio o como un negocio | El banquete de los pordioseros por Rodolfo Popoca Perches - LJA Aguascalientes
15/11/2024

“Si el emperador me quiere, que me pague, pues sólo el honor de estar con él no me alcanza”: Mozart. 

El tema es polémico, lo sé, yo he tenido interminables, y posiblemente estériles discusiones sobre sobre este asunto, y entiendo, es fácil caer en malos entendidos, por eso, antes de entrar en materia considero necesario aclarar que de ninguna manera me atrevería a cuestionar el hecho de que el artista, cualquiera que sea su disciplina artística, debe recibir una justa remuneración por su trabajo, y evitar prestar sus servicios a cambio de nada, o en el mejor de los casos, recibir una palmada en el hombro y decirle: “muchas gracias, eres muy bueno, mereces que te vaya muy bien”. Afirmo categóricamente que el artista vive de su trabajo, y así como el abogado, el médico, el contador público, el político, el funcionario de cualquier nivel de gobierno, así también el artista debe tener un trabajo remunerado con justicia y vivir dignamente de él. Nada de que al músico lo invitan a tocar a un bar o a una fiesta y le dicen, “no te puedo pagar, pero te sirve para darte a conocer.”

Se me ocurre compartir contigo este tema en el Banquete de hoy porque yo siempre he cuestionado el hecho de que, por ejemplo, en el caso de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, se midan sus resultados como si fuera una empresa, costo – beneficio.

Hay algo muy importante que debemos recordar y entender con claridad, y es que en los 32 años de vida que tiene de existir esta nueva versión de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, siempre se ha caracterizado por ser una de las orquestas que tienen mayor nivel de convocatoria en todo el país, ha tenido, cierto es, algunos momentos de crisis, recuerdo en este momento cuando inexplicablemente, -y esto nunca lo he entendido-, Carlos Reyes Sahagún en su breve periodo como director general del Instituto Cultural de Aguascalientes, nombró como director de la OSA a Jesús Andrés García Santín, y que por el bien de la orquesta sólo duró tres conciertos, fueron estos los más desairados en la siempre inconclusa historia de la Sinfónica, el primero que dirigió, lo recuerdo bien, creo que había más gente en el escenario que en las butacas del Teatro Aguascalientes, en fin, como sea, espero que en alguna ocasión me puedas explicar, Carlos, la razón de ser de esta pifia. 

Actualmente no sólo la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, sino buena parte de la oferta cultural pasa momentos de crisis por varios motivos, en lo que respecta a lo que nos ocupa en el Banquete de esta semana, es justamente eso, la respuesta del pueblo a esa oferta cultural, y es aquí justamente en donde surge la polémica, la cultura es un negocio o es un servicio, y me queda claro que en este caso, cuando la cultura que surge desde las entrañas del gobierno, no podemos entenderla como un negocio, la cultura es, en este caso, un servicio que el gobierno, en cualquiera de sus niveles, presta a la ciudadanía, por eso no es válido cuestionar cuánto cuesta, no solo la orquesta, sino cualquier bien cultural, cuánto le cuesta al estado y cuando se recauda con sus servicios, eso es absurdo. El gobierno, ya sea municipal, estatal o federal, no es una empresa, no busca recaudar fondos con la prestación de un servicio, ya sea cultural, educativo, de salud o de seguridad pública, y me queda perfectamente claro que estas son las cuatro columnas que deben ser las más sólidas porque sobre ellas que hay que construir una sociedad sana: salud, seguridad, educación y cultura.

Los artistas que trabajan para cualquier instancia de gobierno reciben su sueldo por sus servicios, músicos, sean o no de la Sinfónica, maestros de cualquier disciplina artística, teatristas, bailarines, artistas visuales, fotógrafos, escritores, coordinadores de talleres de lo que sea, de literatura, de periodismo, de gráfica, de pintura, de fotografía, de lo que se te ocurra, en fin, ellos son parte del presupuesto destinado a la cultura, pero a ellos, y esto hay que dejarlo muy claro, no les compete meter gente a los museos, a las galerías, a las bibliotecas, a los conciertos, a las funciones de ópera y ballet, a las presentaciones editoriales, a cualquier evento cultural, esto no es competencia del artista, esto compete directamente a las oficinas de comunicación social de la entidad de gobierno a cargo de cada uno de estos eventos, así que, por ejemplo, si la gente no ha respondido, por ejemplo,  a los dos concierto que van de este año de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, no es culpa del repertorio a ejecutarse, ni de los músicos, ni del director, el motivo es que no hay difusión suficiente, a mí me han preguntado a estas alturas que cuando inicia la temporada de la OSA, y ya vamos esta noche en el tercer concierto, así que hay que asumir responsabilidades y ponerse a trabajar. 

Recuerdo que alguna vez escuché al escritor Ricardo Garibay platicar con cierto acento de tristeza, que alguien le preguntó que a qué se dedicaba, y él respondió: “soy escritor”, si bueno, -le dijo su interlocutor-, pero a qué se dedica, él respondió: “a escribir”, todavía inconforme la persona con la que charlaba insistió, o sea, de qué vive, y él volvió a responder, “de escribir”. Es decir, todavía no se toma en serio el trabajo del artista y aquí reside gran parte del problema.


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