Tiempo | La Columna J por Roberto Valdés Ahumada - LJA Aguascalientes
21/11/2024

El tiempo es un concepto abstracto pero tangible, que puede variar según las circunstancias y las percepciones individuales. Al comienzo, el tiempo parece pasar lentamente en la niñez, cuando cada día se siente como una eternidad. Sin embargo, a medida que crecemos, nos damos cuenta de cómo se acelera y cómo parece desvanecerse sin que nos demos cuenta.

En nuestra sociedad moderna y acelerada, la sensación de que el tiempo pasa rápidamente es cada vez más común. Las actividades diarias, el trabajo, las responsabilidades y las distracciones tecnológicas pueden hacernos perder la noción del tiempo. Nos encontramos constantemente corriendo de un lugar a otro, tratando de cumplir con los plazos y alcanzar los objetivos.

Pero a medida que envejecemos, también nos damos cuenta de cómo el tiempo se escapa rápidamente. Los años parecen deslizarse entre nuestros dedos y nos damos cuenta de que muchas oportunidades han pasado sin ser aprovechadas. Esta toma de conciencia puede generar sentimientos de nostalgia, arrepentimiento y un deseo de aprovechar cada instante.

Sin embargo, aunque el tiempo parece pasar rápido, también es importante recordar que podemos manejarlo y aprovecharlo de la mejor manera posible. Debemos ser conscientes de cómo invertimos nuestro tiempo y qué valor le damos a cada experiencia. Apreciar los momentos pequeños y significativos, buscar el equilibrio entre el trabajo y el descanso, y cultivar relaciones significativas son algunas formas de hacer que el tiempo sea más significativo y satisfactorio.

“Como pasa el tiempo” se convierte en una reflexión tanto sobre la fugacidad de la vida como sobre la importancia de aprovechar cada instante. La consideración del tiempo nos invita a reflexionar sobre cómo estamos viviendo nuestras vidas y qué cambios podemos realizar para hacer de cada día una experiencia significativa y valiosa.

Nadie podrá regresar al pasado para hacer mudanza de una tradición que nació en el tiempo y que por el tiempo fue alimentada y sostenida. Nadie podrá decirnos que cuanto existe no ha existido, nadie osará desear, como si de un niño se tratase, que lo que ha acontecido no hubiera acontecido. Y si lo hicieran, estarían dilapidando su propio tiempo. Estos son los fundamentos de nuestra razón y de nuestra fuerza, éste es el muro tras el cual nos ha sido posible defender, hasta el día de hoy, nuestra identidad, nuestra autonomía.

El tiempo va más allá de la propia filosofía, el tiempo escribe lo que no se ha escrito, el tiempo cura todo lo aquello que se ha enfermado de su propia existencia, también el tiempo encuentra todo aquello que se perdió, le da una nueva oportunidad, y en ocasiones, en los patíbulos aún resuena su oratoria. 

Los tiempos son las promesas de la vida, y las conquistas de la muerte, el puede abrazar a los ángeles y los demonios, bailar con los silfos y abrazar a los gnomos, encanta a las salamandras y hace reír al destino. En los tabernáculos de oriente dibuja sonrisas en niños que aún no nacen y que no saben que nacerán. El tiempo es líquido, es tempestad para el calculador y es parsimonia para el que medita. Al vino lo hace sublime, a la carne la pudre, los pensadores los forma y a los políticos los deforma.

A los soles los hace brillar más en septentrión, a las lunas las esconde de los misántropos. El tiempo, en las cavernas hace dogmas para los que no tienen brújulas, y en los campos elíseos compone una sinfonía espesa y densa de la cual solo se acuerdan los Jacobinos. 


El tiempo no es, el tiempo no existe desde que existe el lenguaje, el tiempo es sensación y olvido de lo que ya pasó, es la configuración ordenada de la realidad para una especie como la nuestra, es el santuario del descanso eterno de los seres libres, de aquellos que vivieron sin prisión de este mismo.

El reloj avanza, el tiempo jamás se detiene, es más fuerte que cualquier titan, o cualquier civilización, él las hizo, él las destruye, es el caos metódico en donde vivió la memoria de Funes el memorioso y el inmortal en las obras de Borges. 

Solo el tiempo nos encontrará debajo de la tierra, en un nuevo florecer, en un nuevo día, en un nuevo sueño sin segundos ni minutos, es la abadía de la mente, es el crisol de la germinación antagónica a la ilusión, es la perseverancia, es una tarde que ya se fue, y que, en el samsara, su esencia se podrá apreciar en un espejo sin dogmas. 

Es la libertad absoluta. Feliz año nuevo estimado lector, aprovechemos el tiempo. 

In silentio mei verba. El tiempo es poder.


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