Siguiendo las reflexiones que sobre la economía mexicana hace Enrique Quintana en su columna Coordenadas de el periódico El Financiero, es necesario rescatar quizá un par de ellas que describen con precisión el tema que hoy nos ocupa, en estos primeros días del año recién iniciado. Curiosidad responsable del columnista, es identificar los pronósticos que los especialistas en materia económica manifiestan al principio de cada año calendario. En este sentido, en enero del 2023, el promedio de las predicciones del desempeño de la economía mexicana en algunos indicadores específicos señalaban, por ejemplo, que la tasa de crecimiento de la misma no rebasaría el 0.9% anual respecto al PIB; en otro indicador, el referido al tipo de cambio del peso frente al dólar, las estimaciones consideraban que hacia finales del año la moneda norteamericana se cotizaría sobre los 20.50 pesos, incluso la Secretaría de Hacienda, había calculado el cambio a 20.60; y, como último ejemplo, estuvo la inflación de los precios, los expertos señalaron una inflación del 5.02%, mientras que Hacienda la consideraba en un 3%.
La realidad sorprendió a todos, incluyendo a las autoridades hacendarias y financieras del propio gobierno, y a los expertos les endosó un mentís. Todo parece indicar, salvo los datos oficiales próximos a ser publicados, el crecimiento de la economía rondó sobre el 3.4 o 3.5% con respecto al PIB. No nos extenderemos en las razones que dieron pie a ello, pero todo parece indicar que en breve se formalizará ese dato. Por otra parte, el tipo de cambio de la moneda nacional frente a la divisa estadounidense, lejos de los 20.60 de la SHCP o los 20.50 de la comunidad financiera mexicana, el peso se plantó al final del año que recién concluyó, contra todos los pronósticos, en 16.91.
Sin embargo, en lo que se refiere a la tasa de inflación en el cierre del año quedó en 4.46%, cifra cercana al pronóstico (5.02%), y un tanto alejada de la expectativa de Hacienda del 3%, considerando los ajustes realizados por el Banco de México durante todo el 2023 que abonaron a la contención de este impuesto económico al país.
Es importante considerar los efectos del auto impulso del nearshoring, más allá de las limitadas estrategias y políticas públicas del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La paradoja del comportamiento de la economía se aprecia en el rubro del empleo. Durante el 2023, según información publicada por Ana Karen García de El Economista (5 de enero del 2024), se crearon 651,490 empleos formales según datos del IMSS, lo que significó un 13.4% menos que el año precedente, cuando se crearon 752,749. Es importante señalar, que en diciembre del 2023, se dieron de baja 384,882 empleos (con cifras del IMSS), esto es 1.7% menos empleos que en noviembre pasado, obedeciendo a un proceso estacional que se presenta cada de fin de año; sin embargo, en 2023 se rebasó la cifra de 22 millones de empleos registrados por el propio IMSS, al tener un padrón de 22 millones 24 mil 386 empleos en sus registros, cifra, empero insuficiente para los requerimientos que la propia economía nacional exige para dar cara al 2024. De ese total, el 86.3% son empleos permanentes, y el resto (13.7%) son eventuales.
Es importante señalar, siguiendo la información de El Economista, que el salario promedio fue de 537.9 pesos diarios a lo largo del año, lo que implicó un incremento en el costo nominal del 10.5%.
Los sectores que tuvieron un incremento en la creación de empleos, fue en primer lugar, la construcción seguido de transporte y comunicaciones, comercio, servicios para empresas, servicios sociales y comunales, industria eléctrica e industria de la transformación. Los sectores que decrecieron en la generación de empleos fueron el agropecuario y la industria extractiva.
Ahora, Víctor Piz en su columna de El Financiero, “Dinero, Fondos y Valores” del 6 de enero del 2024, nos comparte que, “en los 61 meses que van de esta administración se han dado de alta al IMSS un millón 566 mil 460 empleos formales…”, lo que nos indica que en promedio, en cada uno de los cinco años del gobierno de la transformación, se han creado 313,292 puestos de trabajo, cantidad claramente insuficiente para las necesidades de la economía mexicana y el reto que significa afrontar el ya citado fenómeno del nearshoring.
Si regresamos a la cifra de los empleos registrados de 22 millones 24 mil 386 empleos, lejos de que ello signifique que se puede echar las campanas al vuelo, debemos considerar que es casi 10 millones por debajo de las personas que están en condiciones de informalidad, de acuerdo con el INEGI, los trabajadores que se encuentran en esa situación ronda, sobre los 31.8 millones de personas; así, la proporción de informalidad representa un 55% de la población ocupada en México.
Aún está pendiente el impacto del incremento del salario mínimo a partir de este año, que necesariamente repercutirá en los precios de la canasta básica, por un lado; y, por otro, en el sostenimiento de la planta laboral formal a lo largo del territorio nacional, y que habrán de manifestarse en el corto plazo.
El proceso electoral ya iniciado, contemplará estas variables de manera obligada, y serán temas que las candidatas deben considerar seriamente, más allá del corto plazo. Además, es importante que calculen los costos económicos derivados del incremento en las pensiones en el futuro inmediato, y que amenazan la solvencia y viabilidad de las finanzas públicas.
Estas paradojas en la economía de México en este año electoral serán fundamentales para el tránsito al nuevo gobierno que emergerá de las elecciones de junio de este año, independientemente de problemas tan importantes a considerar como la seguridad, la salud, el campo y la educación de los mexicanos. Asimismo, esperemos que el proceso electoral se dé en un ambiente tranquilo y sea debidamente controlado institucionalmente por las instancias correspondientes.