Vicente de Jesús Fernández Mora, profesor de Filosofía en la Universidad de Huelva, España, impartió el pasado viernes 19 de enero la conferencia “Desde la crítica al desarrollo hacia la sostenibilidad y los ODS”, como parte de la doceava sesión del Seminario Permanente de Ética Ambiental y Animal, organizado por el Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.
Primeramente, Fernández aprovechó el espacio para presentar el libro Los objetivos de desarrollo sostenible desde el modelo de las naciones unidas: Pensamiento crítico e interdisciplinariedad, el cual reúne los trabajos críticos de quince autores provenientes de España y varios países de Hispanoamérica, en los que se discuten temas en torno a la idea de desarrollo, como la salud, la educación, el pragmatismo ambiental, la ética, etc. De hecho, la colaboración del profesor en este libro le dio la pauta para abordar el tema principal de su conferencia, la cual comenzó con la siguiente pregunta: ¿Por qué el concepto de desarrollo? La justificación del profesor fue bastante clara: el desarrollo, entendido como un macro-concepto, puede vincularse a la autodefinición de una época, pues “justifica políticas, partidas presupuestarias, reestructuraciones del saber de las formas educativas”, etc. Este concepto tan complejo da forma a la llamada Era del desarrollo, fenómeno que Fernández explicó desde los condicionamientos políticos y sociales que lo cimentaron hasta las condiciones producidas en la historia occidental y mundial, posteriormente.
De acuerdo con Fernández, la historia del desarrollo comenzó justo después del término de la Segunda Guerra Mundial, cuando la hegemonía se reestructuró alrededor de los Estados Unidos de Norteamérica, estableciendo una nueva organización política y económica que uniera a la mayor parte de los países contra el comunismo. Dado que para lograrlo era necesario ejercer una gran influencia en el resto del mundo, Estados Unidos construyó, por medio de acciones como la fundación del Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una imagen de país libertador y demócrata que guiaría a los países subyugados hacia una nueva realidad impulsada por el desarrollo; es decir, por los avances científicos y tecnológicos aportados por dicha nación, como bien indicó el presidente Truman durante el discurso inaugural de su segundo mandato. Así pues, la Doctrina Truman y el Plan Marshall fueron los principales medios que permitieron perpetuar este plan para la implantación de la hegemonía americana en el resto del mundo y, sobre todo, en Europa, que se encontraba destruida tras la guerra.
Por otro lado, el Dr. Fernández apuntó que el nuevo concepto de desarrollo generaría el concepto de subdesarrollo como contrafigura retórica, como contracarga necesaria para concretar el nuevo orden asumido por países pobres que se apoyarían de instituciones fundadas por EUA. De este modo, el investigador determinó que todas estas naciones se convirtieron “en un espejo invertido de la realidad de EUA”, además de que “la ayuda de los mundos subdesarrollados comenzó con el descubrimiento de los países desarrollados”. En este sentido, se explicó que, como parte de todo el proyecto norteamericano para la consolidación de su hegemonía, las naciones fueron divididas en tres grupos: los países de primer mundo, los de segundo mundo y los de tercer mundo, dejando de lado a los países no alineados. Así pues, el desarrollo de una nación pasó a definirse en función de su nivel de industrialización y el aumento de su riqueza mediante el PIB, siendo EUA el principal promotor de ese “desarrollo”, su principal ejemplo y donador. Esto es importante, puesto que otros conceptos como progreso, historia, evolución y revolución fueron trastocados por el nuevo pensamiento desarrollista y cada conflicto o hecho histórico político o social, incluso los más antiguos, serían entendidos como movimientos encaminados hacia lograr “una mejoría o estado de perfección determinado por dicha idea de desarrollo”.
Fue a partir de los años 50 que las críticas a esta nueva organización aparecieron, surgiendo la teoría del desarrollo, la teoría de la modernización y la teoría de la dependencia. Este punto fue desarrollado ampliamente por Fernández, aunque aquí presentamos un breve resumen de sus comentarios. En primer lugar, las primeras críticas al concepto de desarrollo observaron que los países subdesarrollados empeoraban su situación con el aumento de la pobreza en lugar de ”avanzar”, como lo deseaban los Estados Unidos. Esto ya ponía en duda la viabilidad de tal propuesta; sin embargo, las críticas más contundentes vinieron de la preocupación por el medio ambiente. En los años 60 y 70 surgió una serie de movimientos sociales que pusieron el foco sobre las consecuencias ambientales de este modelo, convirtiéndose pronto en un motivo de preocupación mundial. Fernández indicó que la conferencia de la ONU en Estocolmo sobre el Medio Humano en 1972 fue el parteaguas para que comenzara la convergencia entre el modelo desarrollista norteamericano y el movimiento ecologista; sin embargo, el ponente también lamentó que desde entonces los cambios en el mundo no hayan sido suficientes, e incluso planteó la cuestión: “¿En qué medida la Era del Desarrollo Sostenible ha sabido incorporar todo el cuerpo de estudios críticos contra el propio concepto de desarrollo, aportados a partir de los años 60?”. Por supuesto, este planteamiento tuvo efecto en la audiencia, que más tarde se mostró interesada durante la sesión de preguntas.
En la etapa final de la conferencia, el profesor explicó que la desaparición del término de desarrollo y su posterior reaparición como desarrollo sostenible es resultado del trabajo de las organizaciones ambientalistas durante los años 80 y 90, institucionalizado en la segunda Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. Así, el desarrollo se salvó de la enorme crítica que había tenido en años anteriores, lo que permitió su supervivencia en el discurso científico y público; no obstante, se sugiere la existencia de una estrategia para sostener el desarrollo y no para apoyar al cambio, pues parece ser que sólo se trata de una máscara, una nueva retórica que minimice las consecuencias por el bien de intereses políticos y económicos particulares.
Fernández finalizó su intervención señalando que las acciones en pro del medio ambiente han sido insuficientes y que la Agenda 2030 está en peligro de ser un completo fracaso, pues, en lugar de avanzar, parece ser que se están dando pasos hacia atrás. De acuerdo con el investigador, actualmente las críticas a los ODS “no vienen desde la periferia, sino desde dentro de los organismos que conforman esa implementación del desarrollo mundial”, concluyendo que “el concepto de desarrollo, a pesar de todos los cambios, sigue aplicando los mismos métodos de siempre”. Así cerró la doceava sesión del Seminario Permanente de Ética Ambiental y Animal, que dejó en todos los asistentes un grato sabor de boca.
A todos los interesados en revivir la conferencia, les recordamos que podrán encontrarla en el canal oficial de YouTube del SPEAA, dando clic al siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=qvSOpwm-HX0.