- “Al no escuchar demandas autonómicas territoriales de resistencia, invisibiliza al EZLN como estructura y organización. Pero le preocupa ‘el zapatismo’ como ideología libertaria, porque es una piedra en el zapato que le cuestiona el uso instrumental de los pueblos indígenas”, dice la investigadora
El presidente, Andrés Manuel López Obrador, al negarse a escuchar las demandas autonómicas territoriales de resistencia, junto con ello, invisibiliza también al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) como estructura y organización. “Pero le preocupa ‘el zapatismo’ como ideología global libertaria, porque es una piedra en el zapato que le cuestiona el uso instrumental de los pueblos indígenas, en lo general”.
Así lo señala la investigadora Aracely Burguete Cal y Mayor, profesora e investigadora en la Unidad Sureste del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) con sede en San Cristóbal de Las Casas.
Burguete Cal y Mayor, con una trayectoria inicial en las organizaciones sociales, en el movimiento de mujeres activistas en Chiapas, ahora en la investigación y la docencia, conoce Chiapas y sus conflictos, conoce la geografía y el territorio de los pueblos indígenas de los Altos, la Selva, la Frontera y otras regiones de la entidad.
Cuestionada por Proceso para conocer su opinión sobre estos 30 años del alzamiento armado del EZLN, Burguete Cal y Mayor habla del impacto nacional del levantamiento armado y su permanencia en el terreno nacional, en cuanto que es ya “un referente en las luchas de resistencia, tanto comunitarias, nacionales y globales”.
“Ha sido posible por su particular perspectiva de las cosas, al tomar distancia de las soluciones en el marco del Estado, le permitió contribuir a la construcción de nuevos enfoques teóricos, como la perspectiva decolonial, de poner de relieve que el capitalismo en nuestros países de AL, y otros como África, se entierra en el acto colonial del poder, del ser y del saber; que el capitalismo reproduce, y que los problemas no se resuelven en ese marco, sino que se reproducen. Y, dado que las políticas de los Estados son neoliberales, entonces, ha tomado distancia de ellos. Incluyendo las alianzas con los partidos políticos, independientemente de cuál sea”, dice la investigadora. “Por ello permanece, porque es un referente de muchas luchas de resistencia en el mundo que toman al EZLN como inspiración”.
Señala en la entrevista, que el levantamiento del EZLN “aportó legitimidad a las luchas de los pueblos indígenas como sujetos políticos, los cuales ya habían comenzado a configurarse desde los años ochenta del siglo XX. Sin embargo, por el alcance global del mismo el EZLN hizo visible tanto al sujeto político indígena, como sus luchas de resistencia, anticapitalistas y autonómicas”.
Dice que de la misma manera, aunque las luchas autonómicas habían irrumpido en los años ochenta, su visibilidad era débil y el Estado no las reconocía como legítimas. “Pero a partir de los Acuerdos de San Andrés, y en cuanto los reconocimientos se formularon poco a poco, los derechos autonómicos fueron ganando legitimidad en su argumentación, como en el ejercicio de derechos. La presencia viva del EZLN es un respaldo simbólico para estas luchas”, dice quien ha sido docente e investigadora en diversas universidades y centros de investigación, como la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); del Centro de Investigaciones e Integración Social (CIIS); del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo (CEESTEM) y de la Universidad Autónoma de Chiapas, entre otras.
De igual forma, al comenzar el siglo XXI, y después de las reformas constitucionales de 2001, el Estado fue asumiendo responsabilidades en correspondencia con las obligaciones estipuladas en las normas internacionales en materia de los derechos humanos de los pueblos indígenas, manteniendo las demandas vivas por la exigencia discursiva de los líderes del EZLN.
Sobre los cambios o reestructuración del EZLN en su territorio para el ejercicio de su autonomía, dice que la propuesta de estructuración del “Gobierno Autónomo Local, (GAL)” es un reconocimiento y adecuación a la realidad social y política del EZLN.
Primero, dice, porque el número de sus adherentes fue disminuyendo en la última década y las demandas de las nuevas generaciones dejaron de estar centradas en el territorio. La tierra ya no es, hoy, la principal demanda indígena.
En segundo término, junto con ello fue disminuyendo también el número de autoridades autónomas, los cuales ya no tenían capacidad operativa en el ejercicio de gobierno regional (en los Caracoles) o municipal.
Y tercero, adicionalmente, con el periodo de covid, la cooperación internacional disminuyó, lo que imposibilitó sostener la estructura zapatista, lo que condujo al cierre de los Caracoles; siendo este, en su entender, la principal razón por la cual la estructural del EZLN se modificó.
Es así, dice Burguete Cal y Mayor, que “en este marco general de debilidad los adherentes del EZLN en las distintas escalas: comunidad, municipio y región eran vulnerables frente a sus adversarios políticos, y más recientemente armados, en la crítica situación actual de la expansión y consolidación de las células de los cárteles armados que se disputan el territorio estatal”.
– ¿Hacia dónde considera que camina el EZLN en esta etapa que inicia al cumplir sus 30 años del levantamiento armado?
– Considero que la medida tomada por el EZLN de reestructuración, en los términos antes mencionados, fue una decisión pragmática, acertada, adecuada a su realidad social; lo que le permitirá permanecer mucho tiempo vigente en los territorios; ya que será elástico y poroso.
“Paradójicamente, con su reestructuración no se anuncia su muerte, sino que es una estrategia de sobrevivencia para un largo futuro, que le hará permanecer con vida, aun cuando ésta sea una permanencia mínima, ya que alimentará las representaciones sociales del zapatismo como construcción simbólica, de resistencia global”, dice la investigadora, a quien en 2020 le fue otorgado el Diploma de Honor por el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y El Caribe (FILAC), el Programa Emblemático de Mujeres Indígenas de América Latina (MILAC) y la Universidad Indígena Intercultural (UII).
Sobre la postura del presidente Andrés Manuel López Obrador en torno al EZLN y su lucha, Burguete Cal y Mayor dice que el mandatario federal ha desarrollado dos estrategias frente a los pueblos indígenas: Una de ellas es la folclorizante, de uso instrumental de los símbolos indígenas. Asimismo, las políticas públicas que desarrolla, como los caminos rurales, lo hace únicamente en lugares que son funcionales, que no hay protesta social.
Dice que ha reconocido derechos, como los “lugares sagrados” en algunas regiones indígenas del norte del país, donde los operadores de gobierno pueden administrar sin sobresaltos
“En lo general, el presidente tiene una actitud de indiferencia y negación frente a las exigencias indígenas autonómicas que rechazan las megaobras que se instalan en sus territorios (Tren Maya y Tren Transístmico). Con éstas no negocia, sino que es intransigente y apuesta a la cooptación de estos movimientos a través de “apoyos”.
En este mismo tenor, rechaza las demandas autonómicas y de autogobierno, porque se resiste a perder el absoluto control territorial del Estado implementado a través de las Fuerzas Armadas.
Por ello, agrega, la propuesta de reforma indígena no prosperó y es poco probable que avance en el próximo sexenio. “Al negarse a escuchar las demandas autonómicas territoriales de resistencia, junto con ello, invisibiliza también al EZLN como estructura y organización. Pero le preocupa “el zapatismo” como ideología global libertaria, porque es una piedra en el zapato, que le cuestiona el uso instrumental de los pueblos indígenas, en lo general”, concluye.