LA NAVIDAD Y LOS META DISCURSOS | LA COLUMNA J por Roberto Ahumada - LJA Aguascalientes
03/07/2024

“¿Qué es la realidad? ¿Acaso es todo aquello que hemos dicho y creído que lo es?”: Kurtz. 

Estimado lector de este reconocido medio LJA.MX, con el gusto de saludarle como cada semana y esperando que haya pasado una excelente navidad en compañía de sus seres queridos, quiero aprovechar esta ocasión para extender una reflexión sobre lo que es la navidad y su relación con los metadiscursos que los seres humanos imponemos a nuestra propia existencia.

Durante varios siglos, antes del nacimiento del cristianismo, la sociedad romana era politeísta y creía en una serie de divinidades protectoras de las distintas áreas de su vida. Para la agricultura y la cosecha se adoraba al dios Saturno, y se celebraban unas fiestas paganas en su honor: las Saturnales. 

Originalmente transcurrían entre el 17 y el 23 de diciembre coincidiendo con el solsticio de invierno, el período más oscuro del año, cuando el sol sale más tarde y se pone más pronto  (Geographic, 2023).

El ser humano se ha caracterizado a lo largo de la historia por tener tradiciones, costumbres y celebraciones que dan un sentido de unidad y trascendencia, la navidad posiblemente la fecha más celebrada a lo largo del ecuador, festividad que da reseña del nacimiento de una persona que cambió al mundo, no por casualidad a sus 33 años Jesús pasó a ocupar su lugar en el eterno oriente, siempre con el símbolo de esperanza y de redención.  

Los metadiscursos son todas aquellas discursivas que el ser humano crea a fin de establecer una generalidad que aglutine a la sociedad, cultura, tradición, incluso comportamientos de mercado se pueden entender e identificar como un metadiscurso, parte las creencias religiosas se pueden considerar como un metadiscurso.

En muchas de las ocasiones los seres humanos necesitamos fervientemente racionalizar todo aquello que nos rodea, necesitamos como una especie egoica y voluble a todo tipo de deseo el poder justificar las acciones, pero sobre todo y en un contexto más metafísico justificar las creencias, es decir si no somos sujetos a alguna creencia por irónica que parezca, entonces el sentido de lo que hacemos pierde su esencia. Por ejemplo, qué sentido tiene el trabajar toda una vida y acumular riqueza para poder disfrutar bellos momentos con la familia, si cuando se tiene la riqueza se ha perdido la familia y también se ha perdido el tiempo.

Pero entonces ¿qué sentido tiene festejar la navidad? Creo que ahí es donde radica esta postura simplista de tener un motivo o un pretexto si usted lo quiere ver así para reunirse con la familia, para darnos un tiempo de reflexión, para recordar a aquellos que se nos han adelantado, tal vez no tenga mucha racionalidad, pero posiblemente no hacerlo tendría menos sentido que hacerlo propiamente. 

“Conoces el nombre que te dieron, no conoces el nombre que tienes”: (Saramago, 2015).


La navidad es para todas las personas una fecha generalizada, por una cosa o por otra, pero es y será un motivo loable para festejar y volver a la familia, sin mencionar lo excelso que es ver a los niños con su candor y con la esperanza de las fechas decembrinas. Sin duda alguna, también es un metadiscurso que tiene y rompe la individualidad y nos hace colectivos nuevamente, los mercados y las fuerzas productivas celebran la fecha y la operación económica que representa. 

Albert Camus daba una reseña extraordinaria sobre el absurdo de la vida, y coincido completamente con esta postura, no podemos saber lo que trasciende, lo que está en nuestras manos y es posiblemente lo más cercano a la libertad, es la resignificación de las cosas. William Blake decía en su carta al Dr. Trussler: “La vida es como uno la ve”. Sin importar la fecha exacta, sin importar el regalo o la efusividad social, es menester aprovechar el momento, destrabar el tiempo para respirar, ver que aun seguimos vivos y sonreír, sonreír a la vida, sonreír a los demás, agradecer por lo que tenemos, que es el momento presente, si la navidad sirve para eso, entonces es una gran oportunidad.

Cada discurso impacta de un modo distinto en la audiencia, cada palabra es un espiral de pensamientos en el laberinto del universo, hemos inventado el tiempo para darle sentido a la vida, y dentro del tiempo, hemos inventado fechas que necesitan metadiscursos para que aun tenga más sentido todo aquello que hacemos. Con o sin sentido, la vida debe vivirse, si la navidad es el motivo para sentirnos vivos, hagámoslo, no hay jueces ni juicios, tampoco perjuicios, hay intenciones en la dispersión del tiempo que vivimos y abrazamos.

Estimado lector, le deseo lo mejor, le deseo atención en el presente, le deseo compasión a todos los seres vivos, le deseo la fe en los ideales, y la esperanza en realizarlos. Feliz navidad, gracias por su tiempo para leerme, aunque no le conozca directamente, escribo para usted. 

A propósito de Borges: “El tiempo me ha enseñado algunas astucias: eludir los sinónimos, que tienen la desventaja de sugerir diferencias imaginarias; eludir hispanismos, argentinismos, arcaísmos y neologismos; preferir las palabras habituales a las palabras asombrosas; intercalar en un relato rasgos circunstanciales, exigidos ahora por el lector; simular pequeñas incertidumbres, ya que si la realidad es precisa la memoria no lo es; narrar los hechos (esto lo aprendí de Kipling y en las sagas de Islandia) como si no los entendiera del todo […]”.

Es curiosa la suerte del escritor. Al principio es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad (Borges, 1995), disfrutemos el tiempo de esta existencia.

In silentio mei verba, la palabra es poder.

Bibliografía

Borges, J. L. (1995). Cuentos Completos. Ciudad de México: Penguin Random House.

Geographic, N. (22 de Dic de 2023). https://historia.nationalgeographic.com.es. Obtenido de https://historia.nationalgeographic.com.es: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/origenes-navidad_6901

Saramago, J. (2015). Todos los nombres . Ciudad de México: Penguin Random House.


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