“¿De qué es su café joven?” Preguntó la chica del Oxxo al cobrarme un New mix rojo y ver en mi mano un termo de Andatti, de esos que puedes rellenar y con ello evitar tirar basura (siempre traigo uno en el auto). Le mostré el interior vacío: “¿Cómo me vería en el festival de la bendición con un New Mix en la mano?” Respondí, y soltó la carcajada. Y así fue como dejé mis 4 meses de abstinencia impuesta por el doctor, decepcionando a Bill W., para regresar a la vida de la perdición alcohólica, al menos por las posadas (ya en enero regresaremos al sólo por hoy).
Y es que ¿quién soporta estos bailables descoordinados de un montón de grupos solo para ver cuando le toca a su bendición? Debo confesar que yo no, me son aburridos los festivales de toda índole: día de la madre, del padre, de muertos, de navidad, del pavo y un largo etcétera. Luego, para hacerlos llevaderos, me tomo mi soma: un par de tequilas, y sí un par, porque a la mitad del festival, calculando los tiempos de que le tocará a mi bendición su baile navideño, salí a hacer un refil. “¿Cómo va el festival?” Preguntó la chica del Oxxo, “A toda madre…” gracias al New Mix.
Los festivales navideños en las escuelas son toda una diversión vistos desde otra perspectiva, pues siempre están llenos de los lugares comunes, los padres hablando de su criatura y lo bien que baila, cómo lidera a los demás, lo bien que le queda el disfraz, cuando este año por ahorros usaron sudaderas genéricas que le quedan super grandes. En este año además me tocó la clásica pelea de la doñita que está parada y no se quiere sentar para grabar bien a su bendi y todos los de atrás mentándole la madre.
Desde niño fui parte de estos festivales, no tanto por voluntad propia, en aquellas épocas no eran incluyentes como hoy que hacen las coreografías para todo el grupo; antes era en pareja, tal vez 6 o 7 parejas, por lo que se discriminaba a una buena parte de los alumnos. Siempre quise ser de esos discriminados, pero mi mamá a la menor provocación le pedía a la maestra que yo fuera de los elegidos, que si bailar ratón vaquero, Rubencito; que si pajecito de la reina, Rubencito, que si el San José de la pastorela, Rubencito. Y ahí estaba yo con mis botas y una pistola, cantando: what the heck is this house, for a manly cowboy mouse; hello you let me out and don’t catch me like a trout. Por cierto hoy es cumple de mi hermosa madre, felicidades mamá.
Al final, después de que toda la escuela se subió a recetarnos alguna canción clásica, la directora toma el micrófono entre barullos y risas, entre los que ya nos estamos parando porque ya nos queremos ir, y nos pide orden, para echarse un speech del amor, la amistad, la esperanza, la venida de Jesucristo y todas esas cosas que nos encantan de navidad. Luego, nos dan churros o buñuelos con un vaso de ponche, y nos vamos diciéndonos unos a otros lo bien que estuvo este festival. Sobra decir que en este momento, al calor de los alcoholes, ya estoy contento y apoyo la moción de felicidad.
Por supuesto no puede faltar el vídeo en la red social de preferencia, para que todo mundo sepa lo hermosa que está mi bendición, máxime que en mi caso, este festival se trataba de Rubencito que el año que entra ya estará en la secundaria y entonces, ya será Rubén, nada de festivales de bailes infantiles, todo un adolescente. En fin, que todo esto para decirles que, a pesar de ser un poco Grinch, les deseo una feliz navidad y próspero año nuevo.