Las secuelas de Otis, la reconstrucción emocional es también prioritaria por Claudia Alonso Cuéllar - LJA Aguascalientes
15/11/2024

En la madrugada del 25 de octubre el huracán Otis tocó tierra en las costas del estado de Guerrero con gran furia, dejando a su paso una ola de destrucción y muerte. Se sabe que, por la rapidez con la que se incrementó su fuerza, no fueron suficientes las medidas que se tomaron, principalmente para afectar las vidas humanas. A casi dos semanas de lo sucedido, las autoridades reportan 47 muertos y 53 desaparecidos, además de daños materiales que aún no se terminan de cuantificar. Sin embargo, las cifras no oficiales revelan datos más devastadores.

Sea la cifra que sea, en el puerto de Acapulco y zonas aledañas sucedió una tragedia. Miles de personas vieron cómo los feroces vientos del huracán arrancaban y destruían su patrimonio construido con años de esfuerzo y sacrificio. También hay mucho dolor por los muertos y los desaparecidos que dejan tras de sí personas en viudez, orfandad y abandono. México está de luto.

Las consecuencias para la población sobreviviente han sido terribles: falta de agua, alimentos, servicios básicos, servicios de salud. En resumen, lo mínimo para que una persona conserve su dignidad. Esta situación empeora la ya de por sí enorme brecha social y económica existente desde hace décadas en la sociedad guerrerense. Al crecer la desigualdad económica, no se puede esperar que la paz social se restablezca. Nada más alejado de esto.

La reconstrucción de Acapulco no debe centrarse solo en la reconstrucción de la zona hotelera o de las viviendas afectadas. Si bien esta reconstrucción es fundamental para que el puerto se recupere, no es lo único que se debe tomar en cuenta para restaurar la paz social. Hasta este momento, al igual que al final de la pandemia o como ha ocurrido con otros acontecimientos que causaron dolor social, las autoridades no han realizado ningún pronunciamiento contundente para atender y ofrecer contención emocional y psicológica a los afectados, por medio de algún programa público. Si alguno se ha implementado, su existencia resulta tan sigilosa que no es del conocimiento general y por lo tanto no podría tener resultados eficientes en la reconstrucción social.

Es necesario tomar en cuenta que la situación actual de escasez de bienes y servicios básicos han llevado a la comisión de delitos, incluso algunos con gran violencia. En esos casos, la autoridad competente es la que tiene que actuar al respecto y aplicar la ley, pero, por otro lado, es de vital importancia la aplicación de los Medios Alternativos de Resolución de Conflictos (MASC) como un puente que ayude a las personas a ponerse de acuerdo para resolver situaciones tan simples como el uso y la limpieza de los sanitarios o el turno para conseguir agua.

En estos momentos, la aplicación de la negociación y la mediación como forma de llegar a consensos y acuerdos debería ser fundamental para no resquebrajar más los ya de por sí, dañados tejidos sociales. Solo es cuestión de imaginar un poco el día a día de estas personas que están luchando por sobrevivir y de cómo les resulta necesario organizarse para lograr esa sobrevivencia, llegar a acuerdos para que todos puedan tener acceso de forma justa a la ayuda que requieren. De lo contrario, si cada uno intentara imponerse según su fuerza, en poco tiempo se sumergirían en una barbarie de la que sería muy difícil salir, o peor aún, a la que la autoridad intentaría imponerse con más violencia.

Los medios han dado voz a personas que hablan de sus tragedias personales, testimonios que distan de los oficiales en cuanto a muertos y desaparecidos; así como videos mostrando la destrucción material del lugar, pero no se ha visto ni una sola noticia de personas buscando organizándose y llegar a acuerdos para la reconstrucción de los entornos sociales, cuando debería ser prioritaria la solidaridad de las personas para salir adelante, sin importar su origen social, económico, étnico, religioso o si son personas de ideologías diversas.

En el Manual del ciudadano contemporáneo, Ikram Antaki nos dice que la paz significa consenso, no identidad de los miembros; hay otredad y hay algo por encima de esta otredad que asimila a todos. La solidaridad de las clases sociales en una ciudad garantiza la paz. Cuando ocurre la ruptura de la unidad interior, la ciudad se muere. Lo contrario de la paz no es la guerra exterior: es la guerra interior.

Además de la aplicación de los MASC ya mencionados, también es necesaria la aplicación de círculos restaurativos de paz u otras prácticas restaurativas del tejido social. De esta forma, las personas pueden tener la oportunidad de entender lo que les pasó, de la magnitud de los hechos, de ser capaces de verbalizar su tragedia y de comenzar a trabajarla y, sobre todo, de entender cómo salir adelante, entender que existe un futuro: dejar de ser víctimas para convertirse en sobrevivientes.


No se puede reconstruir solo lo material cuando el estado mental y emocional de las personas no ha sido atendido, ya no digamos reconstruido. Esto es lo que debería ser prioritario en un plan de reconstrucción: sanar a las personas.

Es cierto que comer y recuperar el techo es lo primero, pero el hambre del alma también es importante, y esta tragedia no solo ha dejado a miles muriendo de hambre física sino también de hambre emocional. El sinsabor que deja la pérdida es una sensación que tardará en ser superada y más si no se atiende de forma adecuada y profesional. La recuperación material es importante, pero la reconstrucción social, a la larga, se capitaliza en algo más valioso, que es la paz social.

Si te interesa saber más sobre los Medios Alternativos de Solución de Conflictos y la aplicación de Círculos Restaurativos de Paz en tu comunidad, escuela o centro de trabajo, ponte en contacto a través de los correos [email protected] y [email protected] o de la página https://www.facebook.com/CirculoArtemisaArteyCulturaparalaPaz.


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