La peste | La columna J por Roberto Ahumada - LJA Aguascalientes
03/07/2024

A este momento de angustia y de desolación, la entiendo como la extensión del ego y del apego que derrumba el sentido más esencial de la vida, ser feliz” Kurtz.

Estimado lector de LJA.MX con el gusto de saludarle como cada semana, quiero agradecerle por su tiempo y por su atención para seguir esta columna. En esta ocasión quiero abordar el tema de la peste, tal cual lo expresa Albert Camus en su obra, pero con la particularidad de la tesitura que refiere la sociedad en cuanto al sentido de su propia existencia en nuestro contexto actual.

Las pestes son fenómenos naturales que se presentan de básica y alteran el orden establecido por el ser humano, en la agónica impermanencia de lo que rodea a los hombres, la peste arrasa sin murmuras ni obsolescencias, simplemente es, simplemente existe y avanza vorazmente arrancando los sueños y esperanzas dogmáticas y fácticas de todas las personas.

La historia ha dado reseña draconiana de como en todos los ciclos de las sociedades se hace presente, hace pocos años nos tocó ver la devastación de un mundo por el Covid-19 y es que realmente cuando las pestes o pandemias azotan el dinamismo social, lo único que queda es la aceptación de la pérdida y el abrazo continuo al amor fati, amor al destino.

Una peste está tomando más y más fuerza en el mundo, es la peste de la crisis existencial, ya que es la catarsis endémica del sin sentido que tiene la vida para las personas, sumergidos en la pretensión material y en el falso anhelo del consumo, la gente se ha estado topando con una realidad más compleja, el laberinto en el que los humanos construyen sus propias cárceles de dolor, está llevando a las nuevas generaciones a que se quiten la vida por el simple hecho de no tener un celular.

Los índices de los suicidios están desbordándose, el sueño americano aspiracional se está derrumbando, y algo que caracteriza a las pestes, a las pandemias, es que independientemente de la gran incertidumbre que se genera sobre el futuro, no se logra identificar que es lo que pasó en el pasado y cual es la razón o la causa que está generando esa situación. En teoría tenemos las mejores condiciones materiales y de acceso a la información de toda la historia, no obstante, las sociedades se encuentran en una catarsis existencial en donde lo único que impera es el sistema capitalista y sus ínfulas, todo idealismo se vuelve lacónico.

Cada generación, sin duda, se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no lo rehará. Pero su tarea acaso sea más grande. Consiste en impedir que el mundo se detenga”, Albert Camus.

Las pestes no sólo son sistemáticas o endémicas, no sólo representan un ataque a la salud de las mayoría de las personas, las pestes son un fenómeno anímico de corte persuasivo que desatan la histeria en la historia, son secuencias de dolor narrativo en el horror y en la desesperación, y que esta situación resulta categórica, a los seres humanos se nos adiestra con estilobatos consistentes a tener más y mayores apegos, pues es la lógica del capital, tener más para necesitar más, y dicha lógica impera en las relaciones, en la familia, en los amigos, en el trabajo, en el modo esquemático de la moral y su distanciamiento con la virtud.

Es por ello que, ante la mínima pérdida, de un empleo, una relación, un amigo, un viaje o incluso un dispositivo móvil, la gente se derrumba, se pierde, es consciente del absurdo de la vida que mencionaba Albert Camus. Estimado lector en la obra de La peste Camus refiere algo loable e incluso sublime de estas situaciones; las pestes nos dan prudencia y sensatez del presente, porque no hay mañana, las pestes nos dan la conciencia de que las comodidades de la vida pasada nos se recobraran, pero que la vida aun seguirá, las pestes nos enseñan que es más fácil destruir que reconstruir, y los humanos nos estamos reconstruyendo a cada momento, también nos enseña que la esperanza no es utopía, no es conquista, es una derrota, porque vivir en el anhelo nos hace distantes a lo que la realidad nos extiende, las pestes nos dan pausas y pautas, la peste es el silencio de la derrota que debemos de abrazar, es una derrota a la que no se puede huir, las pestes nos hacen recordar que conocimos la tragedia, pero también la amistad, conocer la ternura y tener que acordarse de ella, lo único que se puede ganar en una peste, es el conocimiento de la vida, es el aprendizaje forzado y el recuerdo, también nos permite entre ser o escoger ser.


Estimado lector como conclusión a este texto, únicamente puedo referir una reflexión, una reflexión que nos lleve a la introspección, al encuentro de la vacuidad, al entendimiento de la in permanencia, y a la dicha de abrazar al dolor como parte de algo que compone nuestra propia existencia, la cual no es más que un segundo en la historia del universo.

In silentio mei verba, la palabra es poder.


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