La difusión del odio no es “Libertad de expresión” | Sobre hombros de gigantes por José Luis Eloy Morales Brand - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Dedico esta columna a Jesús Ociel y Dorian Daniel, con la certeza de que ya han reencarnado para seguir transformando la realidad, y convencido de que todas, todos y todes somos una idea concretizada, y las ideas nunca mueren, son a prueba de todo.

Hay quienes se escudan en supuestas “libertades” (expresión, criterio, cátedra, jerarquía, etc.), para dañar a otras y otros con su “opinión”.

Una opinión o información que difunde particulares interpretaciones basadas en razones psicológicas, técnicas comerciales, estéticas o ideológicas, para satisfacer la expectativa que quiere un público determinado, no es neutral, sin importar que distingan entre información verdadera, exagerada o falsa, y mucho menos válida cuando el tema a difundir es el odio.

No estoy de acuerdo con que “toda opinión es respetable”. El machismo, la misoginia, la homofobia, el bullying, el racismo, la discriminación, la amenaza, el insulto, el clasismo, la agresión, la acusación sin evidencia, NO son “tu opinión”, “tu parecer”, “tu criterio”, “tu punto de vista”, o “tu libertad de expresión”.

No “toda opinión es respetable”; el discurso de intolerancia y destrucción se disfraza de “buenas intenciones” o “libertad de expresión”, cuando en verdad son discursos de odio que proyectan su verdadero ser desagradable, hipócrita e intolerante, que incentivan la violencia e inducen a la división y a la agresión de los seres humanos y el entorno en que se encuentran.

Con el pretexto de la libertad de expresión y el derecho a la información, se genera cualquier tipo de comunicación no verificada, publicitando y difundiendo lo primero que se tiene y presentando como veraces cualquier clase de rumores

El Estado de Derecho no prohíbe que se informe a la sociedad o se emitan opiniones sobre hechos, pero la información debe ser tratada de la manera que genere un debate democrático, no afectar a los demás, ni causar estigmatización, confusión y desconfianza sin sustento. 

Cuando alguien a través de comentarios, escritos, discursos, publicaciones, etc., promueve, difunde o impulsa, directa o indirecta, odio, hostilidad, discriminación o violencia contra grupos o personas determinadas, comete un delito de odio, como la discriminación, las amenazas, la afectación a la intimidad e, inclusive, otras “tentativas” de delitos. Incluso cuando ese discurso de odio se difunde indiscriminadamente, puede hacer que otros cometan delitos, por lo que el emisor del discurso es igual de responsable de esos delitos.

En consecuencia, es posible ejercer acciones legales, no sólo para el pago de daños y perjuicios por la exhibición o afectación moral, sino también para procesar penalmente a los generadores de odio y obligar, tanto a autoridades como particulares, a que se realicen o dejen de hacerse determinadas conductas que, si son incumplidas, configuran nuevos delitos.


Así, la obligación de todas, todos y todes es no permitir esos “discursos” y trabajar para erradicarlos, pues la dignidad humana nunca debe estar sujeta a regateos políticos o “intereses” sociales.

Las ganas de destruir a otro siempre serán proporcionales a lo destruido que estás por dentro. Por eso recuerden que tienen el potencial de hacer cosas increíbles, sólo hay que dejar de molestar a las y los demás y enfocarse en transformar la realidad en beneficio de todas y todos. Conviértanse en seres que sean luz, aun cuando la vida esté nublada, y otro mundo será posible. In Lak Ech – Hala Ken.


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