Lo que le debemos a las manos… En la aurora de la humanidad fueron una palanca que permitió ese salto mortal de aquellos antiguos homínidos a los primeros hombres. Claro, esto aunado al trascendental acto de erguirse para dejar de andar en cuatro patas y utilizar las extremidades superiores en la manipulación de objetos, y del crecimiento del cerebro. Sin manos, por ejemplo, sin ellas sería impensable la invención de la agricultura y de la ganadería; de la rueda, creaciones fundamentales para el desarrollo humano.
Pero luego resulta que el hombre evoluciona, y de las actividades de sobrevivencia pasa a otras, que alimentan su espíritu. ¿Cómo imaginar las artes visuales, la música, sin ellas? Las manos… lo que han tocado, acariciado, estrujado, maltratado, los secretos que han guardado.
Estas manos que usted ve pertenecen a la pintora Elva Garma, y a la hora de observarlas no puedo menos que imaginar, o preguntarme sobre el torrente de imágenes que han brotado de ellas, la luz convertida en forma y color que ha fluido de su mente a sus manos, y de ahí al pincel y a los lienzos; imágenes pletóricas de exuberancia y juventud, de vegetación de tierras húmedas. Imágenes que han surgido en ocasiones con la lentitud del giro de una estrella, y a veces como agua que se vierte en el desierto.
En fin. Sean imagen y texto una invitación para que asista a la galería del Centro de Artes Visuales, en la calle Venustiano Carranza, a la inauguración de la exposición Regreso a casa, que tendrá lugar en este día, 27 de noviembre, a las 20 horas. (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a carlos.cronista.aguascalientes@gmail.com).