“Las identidades, en boca de los individuos que acaparan el poder, pueden llegar a convertirse en falsedades, en equívocos, gracias a la manipulación de los sentimientos ejercida por aquellos que, de alguna forma, dominan. Las identidades se inventan, se alquilan, se despachan, se consumen, se indigestan.
Esos fomentadores de identidades, de manera más o menos inercial, venden los componentes identitarios o identificadores a la ignorancia provocada o inocente del pueblo, de la gente.”
Emilio Lledó.
Andrés Manuel López Obrador, en el inicio de su último año de ¿gobierno?, no ha dejado de impulsar su visión de lo que él entiende por la “Cuarta Transformación”. Su movimiento político iniciado hace ya 12 años, fue lo primero transformado, y devino en un mero partido político, mediante el método de un procesador de intereses y capitales políticos personales que se ofrecieron como letras o valores de cambio a fin de ser considerados en el empuje y avasallamiento de la cosa pública de México. Después de la crisis del sistema político bipartidista 2000 – 2018, derivada del desgaste y hastiamiento ciudadano por la corrupción y la inseguridad pública, encontró campo fértil para promover una promesa atada a la esperanza de la sociedad por cambiar la realidad del país, lo que llevó al contundente resultado del 1 de julio de 2018.
Aquel resultado histórico que no sólo llevó a López Obrador a la presidencia de la República, sino que llevó a su coalición “Juntos haremos historia” a lograr unas mayorías parlamentarias en el Poder Legislativo federal, así como las gubernaturas de Chiapas, Puebla, Morelos, Tabasco y Veracruz, generalizando un poco y aceptando las cuotas de los aliados de los partidos Verde y Encuentro Social (ya desaparecido). A partir de ese momento, el presidente se ha dedicado a construir los instrumentos necesarios para mantener su ideal político a costa de lo que sea necesario. Cinco años ha sido el tiempo de la campaña política del lopezobradorismo, y el último año de su mandato, no será la excepción.
La principal herramienta ha sido, sin duda, la machacona “mañanera”, con sus casi 1220 emisiones iniciadas a partir del 3 de diciembre del 2018 en 1771 días de lo que va de su sexenio, en donde ha tejido su narrativa “transformadora” y contra los enemigos de la misma, los conservadores, los neoliberales, los aspiracionistas, los moralmente derrotados, impulsando con mucho éxito esa identidad “del pueblo bueno” contra la “mafia en el poder”, arrastrando y sembrando una identidad artificial que separa a los mexicanos en dos grandes bandos, confrontados de manera irresoluble.
Otra de sus herramientas eficaces es la dádiva direccionada a ese “pueblo bueno” en forma de subsidios: “jóvenes construyendo el futuro”, “sembrando vida”, “adultos mayores”, discapacitados, becas “Benito Juárez”, y así, distribuyendo dinero en efectivo sin otra condición que una lealtad electoral, y que ha llevado a las finanzas nacionales a una situación insostenible, al grado que para mantener e incluso aumentar esas dádivas, habrá necesidad de contratar una deuda pública como en décadas no se había hecho, hipotecando de manera significativa el futuro inmediato y la viabilidad económica de generaciones de mexicanos.
Para alcanzar su objetivo, el presidente López Obrador ha impulsado un discurso engañabobos muy eficaz. “No mentir, no robar, no traicionar”, lo repite en cada oportunidad en el escenario que le pongan, y sin empacho alguno promueve la mentira, la corrupción y el engaño. En su triunfo electoral en el ya lejano 2018, leyó en una concentración en el Zócalo de la Ciudad de México el 1 de diciembre una propuesta de 100 compromisos en el marco de la famosa “Cuarta Transformación”, y, en el marco de la celebración del aniversario de su movimiento el 2 de octubre pasado, presumió haber cumplido a cabalidad 99 de las 100 promesas, quedando pendiente sólo la del esclarecimiento de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa.
A este respecto, el analista Rafael Hernández Estrada publicó en la revista Etcétera del 7/10/23 el siguiente análisis.
“Mantendremos relaciones respetuosas con el Poder Legislativo y con el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo dejará de ser el poder de los poderes”. Ese fue el compromiso número 92. “Estamos por el diálogo, la tolerancia, la diversidad y el respeto a los derechos humanos”, escribió él mismo en su compromiso 98. Aquí, ¿habrá algo que comentar? Otro ejemplo al que el gobierno toda vez que se toca el tema evade y versa en la situación en que se encuentran las 100 Universidades del Bienestar (compromiso 7), que no son sino universidades patito que no tienen ni Registro de Validez Oficial de la SEP, y en el que hay cientos de jóvenes egresados timados y frustrados desde el gobierno de la “honestidad valiente”.
En esta misma línea, destaca de que “Se atenderá a todos los mexicanos sin distingo” (compromiso 2) y “se tratará con amabilidad a los ciudadanos en las oficinas públicas” (compromiso 50), pero no se atendió a las mujeres feministas o con cáncer de mama, o a los médicos que protestaron por el desabasto de medicamentos y sus condiciones laborales, o a los padres de niños con cáncer, ni a las madres buscadoras de los desaparecidos.
Y sigue. La permanencia de estancias infantiles (compromiso 3), que desaparecieron; el abasto de productos básicos (compromiso 24), que desembocó el desfalco de 12 mil millones de pesos en Segalmex; transferir la recaudación a las comunidades mineras (compromiso 27), que terminó en la desaparición del Fondo Minero; no aumentar el precio de gasolina, diésel, gas y electricidad (compromiso 28), cuyo incremento golpea cada mes el bolsillo de las familias; “tampoco aumentaremos la deuda” (compromiso 32), pero la deuda rompió los récords históricos. Ya no hablemos del resurgimiento de PEMEX o la CFE, barriles sin fondo en los que ya nadie cree ni soporta.
Sí en cinco años el presidente no logró cumplir su propuesta de transformación, lo que le resta es seguir haciendo campaña para ver si su candidata por lo menos logra conservar la silla otros seis años. Ese pendiente puede ser que lo cumpla si no se le adelanta la ciudadanía.