Con el apabullante triunfo electoral del 2018, la Cuarta Transformación (4t) en mano del presidente, lanzó segura el búmeran de la esperanza (René Delgado, columna Sobreaviso de El Financiero, 29/09/23): acabar con la corrupción, controlar los altos niveles de inseguridad en el país, controlar la migración y abatir la pobreza con un crecimiento económico sostenido, etcétera. La legitimidad alcanzada en aquella histórica elección del 1 de julio, le daban el piso suficiente al nuevo gobierno e impulsar los cambios necesarios, para iniciar la tan ansiada transformación del país. Ciertamente, el tamaño del triunfo obnubiló el juicio de los nuevos dueños del poder político de México, tanto, que no se percató que su oferta transformadora iba montada en un búmeran (original instrumento de caza con la característica de que tiende a retornar al punto de lanzamiento).
En cada una de las principales promesas de campaña, el resultado de las acciones del gobierno de México de la 4t a lo largo de estos 58 meses de gestión, son realmente deficitarias, en todas está quedando a deber. La corrupción, principal problema según el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, sigue tan campante, enseñoreado en todos los ámbitos y niveles de la administración pública, y sí, también, en los negocios privados del país.
Según los resultados de la estadística nacional publicada por el INEGI el 7 de diciembre del 2022, los números de la corrupción entre la población arrojó los siguientes resultados:
En 2021, 57.1 % de la población mexicana consideró que la corrupción era uno de los problemas más importantes en su entidad federativa. Se ubicó sólo por debajo de la inseguridad y la delincuencia. • En 2021, la prevalencia de corrupción fue de 14.7 % de la población de 18 años o más y 2.8 % de las unidades económicas víctimas de algún acto de corrupción. • En 2021, el costo promedio de la corrupción fue de 3 044 pesos por persona en términos reales. En el caso de las empresas, fue de 7 419 pesos en 2020.
Por su parte, el Instituto Mexicano para la Competitividad, IMCO, al publicar el Índice de Riesgos de Corrupción del 17 de julio 2023, reportó que “184 instituciones federales (71%) aumentaron su riesgo de corrupción en compras públicas. Las instituciones federales obtuvieron el mayor puntaje de riesgo en el eje de competencia, con 70 de 100 puntos, donde 100 es el mayor riesgo de corrupción. En 2022, las instituciones públicas federales adjudicaron dos millones 500 mil pesos a empresas fantasma, 107 millones 868 mil a empresas sancionadas y tres mil 474 millones a empresas de reciente creación”. Luego, la corrupción no ha cedido su lugar entre los principales problemas nacionales, quizá hoy sólo superado por la inseguridad y la delincuencia.
Por su parte la inseguridad y la prevalencia de las acciones de la delincuencia en estos casi cinco años del gobierno de la 4t han roto todas las estadísticas de los gobiernos anteriores. Nunca en la historia del país, habíamos alcanzado las cifras que hoy ahogan al país, a los mexicanos en el caso de los homicidios dolosos con 167,242 asesinatos registrados por las fiscalías de los estados. (López-Dóriga, 30/09/23, según el reporte de “MX: La guerra en números”, de la agencia T-Research. Sobra decir que la estrategia del gobierno federal ha tenido un rotundo fracaso, y no por la “opinión” de los medios de comunicación u opinadores públicos, son las cifras de las estadísticas oficiales de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública, luego, no “hay otros datos”.
Otras de las ofertas lanzadas en el 2018, hablaban de abatir la pobreza y disminuir los flujos de migrantes provocados por la misma falta de oportunidades en las zonas expulsoras tanto de México como de otros países de centro y sudamérica, hoy están en niveles que han rebasado toda previsión y capacidad de respuesta y atención, llegando a situaciones ya no complejas, sino alarmantes. Sí, las políticas de subvención a la población con la distribución de recursos entre los jóvenes, adultos mayores y discapacitados, han logrado contener en alguna medida las estadísticas de la pobreza, según cifras del Consejo Nacional de Evaluación para el Desarrollo Social (CONEVAL), pero no ha sido suficiente para cortar el flujo migratorio de connacionales a los Estados Unidos, el que se ha acrecentado de manera exponencial. A ello, hay que añadir la migración de la frontera sur de México hacia el “sueño americano”, que hoy ya tiene visos de una crisis humanitaria que recorre los caminos y vías del ferrocarril del país. Ya el transporte y los trenes están en estado crítico por el flujo de personas; asimismo la atención de las necesidades alimentarias, de salud, entre otras, están rebasando a las autoridades locales, estatales y municipales de las rutas migratorias. Ya no hablemos de los puentes fronterizos y el cruce del Río Bravo.
Sumado a lo anterior, podemos observar el precario crecimiento de la economía nacional, que, a pesar del nearshoring, no es hoy suficiente para contrarrestar las necesidades del país. Es cierto que la pandemia y la postpandemia cobraron facturas muy altas a México, también es cierto que al gobierno mexicano le faltó una estrategia integral para atender las circunstancias que se abatieron sobre la economía y sus actores de 2020 al 2021, y aún está en proceso de recuperación a dos años de distancia. Aquella promesa de promover un crecimiento del 6% anual quedó para la anécdota.
Ya echarle la culpa al pasado, a la mafia en el poder (hoy la 4t es la cabeza de esa instancia), a la clase media, a los aspiracionistas, a los neoliberales y conservadores, ya dio de sí. El búmeran de la esperanza lanzado aquél ya lejano 2018 viene de regreso y se hará sentir, seguramente el próximo año, y cada deuda o promesa incumplida vendrá montada en ese búmeran y buscará regresar, ya no al brazo (o cabeza) que lo lanzó, sino al que se alce interesado para darle “continuidad al cambio”.