El pasado viernes 8 de septiembre se realizó en el Teatro Aguascalientes el sexto de los nueve conciertos que integran el tercer capítulo de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, un concierto que por las características de su contenido es de un nivel de exigencia verdaderamente extremo, sólo dos obras, pero de una profundidad y una complejidad que ponen a prueba y comprometen a cualquier intérprete.
La sesión musical inició con el Concierto para piano y orquesta en re menor, Op.30, No,3 de Sergei Rachmaninov, posiblemente el concierto para piano más complicado que existe; recordemos que Rachmaninov tenía en sus manos una condición llamada aracnodactilia, es decir, los dedos extremadamente largos y delgados lo que le permitía hacer en el piano cosas que para otros pianistas es algo prácticamente imposible, o al menos muy complicado.
En esta ocasión le fue encomendado este compromiso al joven pianista Vladimir Petrov, músico ruso-mexicano que reconoce a México como su patria chica. Su ejecución del llamado Rach 3 fue una cosa verdaderamente maravillosa, su forma de enfrentar y resolver las complicaciones y desafíos técnicos que propone el compositor en el tercero de sus cuatro conciertos para piano, claro, sin contar la Rapsodia sobre un tema de Paganini que tiene toda la estructura y condiciones para ser reconocido como un quinto concierto para este instrumento, fue digna de un músico virtuoso y experimentado, y lo es no obstante su corta edad. Posiblemente el más grande intérprete del tercero de Rachmaninov, históricamente hablando, ha sido el maestro ucraniano Vladimir Horowitz, y a lo largo de la historia este concierto ha contado con algunos grandes intérpretes, pero las complicaciones que presenta esta partitura han hecho que muchos pianistas lo saquen de su repertorio por el miedo, más que respeto, que les provoca esa imponente obra concertante, pero Vladimir Petrov, que en su expresión artística tiene la técnica y la sensibilidad, eso que no se aprende en el conservatorio, para no dejarse inhibir ante ningún desafío, además de la juventud que le permite el atrevimientos de correr ciertos riesgos, claro, con toda la responsabilidad que el compromiso merece. Ante los insistentes aplausos de un público que pobló generosamente las butacas del Teatro Aguascalientes, regresó tres veces al escenario para ofrecer algo más de su desbordado talento y agradecer el entusiasmo del público de Aguascalientes.
Después del intermedio disfrutamos de la que para quien esto escribe, es la mejor de las nueve sinfonías del compositor checo Antonin Dvorak, la Sinfonía No.7, en re menor, Op. 70, aunque definitivamente la más conocida es la del Nuevo Mundo que hoy ubicamos como la novena. La dirección de este concierto estuvo a cargo del maestro Román Revueltas, director titular de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes.
Te comentaba, amigo melómano al principio de estas líneas, que este concierto tiene un alto nivel de exigencia, y no obstante la complejidad que representa, fue programado en una semana en la que la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes tenía varios compromisos que cumplir ajenos a los conciertos de temporada que son cada viernes, por lo que el tiempo de ensayo para preparar estas dos obras, que bien podrían exigir más de una semana de intenso trabajo, tuvieron que quedar listas en quizás tres días cuando mucho, esto habla, evidentemente, de la calidad de músicos que tiene nuestra orquesta, de que se toman con mucha seriedad y profesionalismo su trabajo, y de que es una orquesta muy noble que trabaja con convicción a pesar de cualquier circunstancia, por adversa que pueda ser. Los que hemos seguido con fidelidad e incondicionalmente a la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes durante estos 30 años de vida que tiene la actual versión de la OSA, porque recordemos que por lo menos desde 1923 existe una entidad musical llamada Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, es decir, 100 años, aunque con una vida intermitente hasta la consolidación de la actual versión de nuestra máxima entidad musical, nos consta de esta entrega, compromiso y convicción para hacer su trabajo, a pesar de muchos pesares, de hecho en estos días la maestra Nayeli Yin, principal de la sección de oboes, fue despedida, no tengo en este momento la información para saber si fue justificada o injustificadamente, es algo que tendremos que conocer más a fondo, pero lamento mucho que la OSA se vea debilitada en su estructura, que en otros tiempos, fue hasta de 90 músicos.
Ya es hora de entender que contar con una orquesta sinfónica no es un lujo, es un privilegio además de una necesidad. Este es uno de los puntos a evaluar, por ejemplo, la UNESCO toma como un termómetro para medir la calidad de vida de una ciudad si cuenta o no cuenta con una orquesta, es también un factor que atrae inversiones, muchos empresarios consideran el nivel cultural de una comunidad, y sabemos que contar con una orquesta es parte fundamental de ese nivel cultural, para invertir en ese lugar. Y finalmente, tenemos que entender que una orquesta no es un negocio, la cultura no es un negocio, es un servicio, no se gasta en una orquesta, se invierte en una orquesta, la cultura es la cara amable de cualquier gobierno, y hay que entender que ninguna orquesta de México es autosuficiente económicamente, todas cuentan con apoyo institucional, ya sea gobierno del estado, municipal, de la federación o de alguna institución educativa, pero ya habrá oportunidad de ampliarnos más en el tema que es sumamente importante, por ahora solo hay que entender que el gigante de México merece tener la mejor orquesta del país.
Para el séptimo concierto se ha preparado un programa de música mexicana con la participación del Mariachi Imperial Azteca, sin olvidar que definitivamente la gran protagonista y el principal atractivo es la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes. Para este concierto se abrieron dos fechas, el miércoles 13 y jueves 14 de septiembre a las 20:30 horas en el Teatro Aguascalientes.