Tan a la vista y a la vez tan escondido, el interior del Pabellón Mexicano Jesús F. Contreras tomó un carácter distinto, donde la solemnidad de la construcción para resguardar la obra del artista se traspasó para que jóvenes se apropiaran de ese espacio y utilicen sus paredes como un lienzo para expresarse.
Tras el resguardo de la escultura Almas blancas al interior del Museo Aguascalientes, un personaje, una especie de duende alto, delgado, con el vientre prominente y una brillante sonrisa llegó a ocupar el lugar, a sus pies, un fragmento de El Capellán de la Virgen de Lope de Vega se lee discreto; todo un ecosistema de gráfica urbana convive en el espacio, pequeños personajes, esténciles, reflexiones, el típico Puto el que lo lea y los dibujos de penes, vestigios que buscan la inmortalidad fundidos en la cantera.
Los antiguos reyes mexicas no han podido hacer otra cosa que ser testigos del florecer de su nuevo entorno, una ventana de una nueva generación que traspasó la solemnidad.