En alguna ocasión leí un comentario que hizo el maestro Mario Lavista, importante compositor mexicano que falleció el 4 de noviembre de 2021 y que nos acompañó no hace mucho, quizás unos tres o cuatro años, en una de las ediciones del Festival de Música de Cámara de Aguascalientes, y ahí tuve la oportunidad de charlar brevemente con él. El comentario en cuestión era acerca del polémico tema de la música sacra, específicamente de la música litúrgica, que no es lo mismo. El maestro abogaba para que la música sagrada regresara a los templos que es, digamos, su hábitat natural, y que en las celebraciones litúrgicas se dejara de tocar música inapropiada, es decir, que se dejaran de tomar prestadas canciones de la música popular, así mismo proponía que se dejaran de utilizar himnos luteranos para el servicio litúrgico de la Iglesia Católica.
Por supuesto que el comentario me sacudió y despertó mi interés y una necesidad imperiosa por conocer más sobre este tema, porque siempre he pensado que, siendo la Iglesia Católica, -a la que orgullosamente pertenezco por tres razones, la primera, por tradición, ahí me educaron mis padres, la segunda, por convicción, más tarde me puse a estudiar por mi cuenta, y la tercera, sin duda la más importante, porque me da la gana-, es la denominación cristiana con mayor acervo cultural, específicamente musical; siendo así las cosas, ¿qué necesidad tiene la Iglesia Católica de andar pidiendo prestada música a la cultura popular y, peor aún, a los credos luteranos?
De hecho, el arte sacro, por sí mismo, es materia inagotable de estudio, evidentemente el arte sacro no se limita a la música, su campo de expresión es muy extenso y su lenguaje muy diverso, y en México tenemos una riqueza inmensa en estos apasionantes e insondables horizontes del arte sacro, y por supuesto, esta riqueza, digna de estudio y análisis meticuloso, encontró en la persona de Elisa Vargaslugo Rangel a una de sus más grandes promotoras y defensoras; el día de ayer, 31 de agosto, la recordamos en su tercer aniversario luctuoso, y motivado por su dedicado y comprometido estudio del arte sacro mexicano, y por la pasión que este mismo objeto de estudio despierta en mí, he decidido compartir contigo algunos comentarios sobre este tema que resulta apasionante, incluso para quienes no profesan el catolicismo, o para quienes no profesan ningún credo religioso, el arte por el arte sin mayor complicación, vamos, nadie puede ser indiferente ante la grandeza de la Misa Solemnis de Beethoven, el Réquiem de Mozart, el Gloria de Vivaldi o el Te Deum de Anton Bruckner, por mencionar solo algunos ejemplos en lo que a música se refiere.
Elisa Vargaslugo Rangel, que nació el en 1923 y murió, como ya lo comentamos, el 31 de agosto de 2020, fue una apasionada estudiosa del arte virreinal y defensora convencida del patrimonio cultural de México, así como de la restauración del arte sacro, de hecho, ella es pionera en estos complicados terrenos de la restauración artística.
La maestra Vargaslugo dedicó por lo menos 60 años de su vida a la promoción, rescate y restauración del arte sacro en México con publicaciones que resultan fundamentales para la comprensión de este tema a veces tan desfavorecido, y con sus estudios y análisis enriqueció el acervo del Instituto de Investigaciones Estéticas en donde colaboró desde 1953.
Pero no solamente se dedicó a la investigación, promoción y rescate del arte sacro mexicano, como periodista y analista, escribió el ensayo Santa Prisca de Taxco, México Barroco, y una importante cantidad de ensayos y textos diversos publicados en revistas especializadas que han ayudado definitivamente para comprender mejor este lenguaje del arte sacro mexicano, de hecho sus estudios y ensayo publicado del templo de Santa Prisca en Taxco, está considerado como uno de los estudios más amplios y profundos sobre una iglesia novohispana.
Apenas cuatro días antes de su muerte, el 27 de agosto de 2020, en el marco de los 85 años del Instituto de Investigaciones Estéticas, especialistas en el estudio del arte virreinal y de la Nueva España le rindieron un breve homenaje durante la conferencia dictada por Pablo Amador llamada: “Elisa Vargaslugo, una vida de vocación por la investigación, docencia y defensa del arte virreinal”.
Y es que la verdad, debemos reconocerlo con orgullo, México es un país de inmensa riqueza en términos de arte sacro, entre otras cosas, por ejemplo, tenemos el privilegio de que fue en este país en donde se escribió la primera misa en toda hispanoamérica, es la Misa en Sol a cinco voces y tenor solista de Manuel de Sumaya, sin contar toda la abundante producción de música barroca mexicana, como la obra de Hernando Franco, Juan Gutiérrez de Padilla, López Capillas, y otros grandes compositores de los siglos XVI y XVII en México.
Finalmente, y sin ánimos de hacer publicidad, yo no me dedico a estas cuestiones, me llamó la atención que hace unos días pasé manejando por la calle Primo Verdad y vi, con la fugaz atención que el instante me permitió, un local comercial que no identifiqué si era tienda de antigüedades, restaurante, bar, o un negocio de cualquier otro giro, sólo vi que decía Sacro en la puerta de acceso, en la primera oportunidad me acerqué caminando al lugar y con sorpresa y júbilo vi que era un restaurante cuyo tema es justamente el arte sacro, me quedé viendo durante algunos minutos el recibidor y pude ver con verdadera alegría, una partitura en tetragramas y escrita con neumas que inmediatamente identifiqué como Cano Gregoriano, la joya de la corona de la música sacra de la Iglesia Católica Romana. En fin, echemos un vistazo a esta inconmensurable riqueza del arte sacro mexicano.