De lo dicho hasta ahora vale la pena hacer una breve síntesis de algunos conceptos básicos que conviene tener presentes.
MESTIZAJE. Los conquistadores españoles, que se caracterizaron por ser los más hipócritas de la historia por el hecho de predicar una religión de paz y amor mientras aniquilaban a la mayor parte de la población de nuestro continente destruyendo todas sus culturas -algunas más avanzadas que las de ellos en diversos aspectos- como no eran tan racistas como los ingleses que luego fundaron los Estados Unidos, no tuvieron empacho en mezclarse genéticamente con las mujeres sobrevivientes, resultando de ahí una descendencia mestiza que, después de 300 años de coloniaje, produjo inevitablemente una nueva cultura que si bien fue hispanoparlante, conservó muchos rasgos culturales de los diferentes pueblos sometidos más otros de origen africano resultante del comercio de esclavos.
Todas estos pueblos que se derivaron de la guerra de independencia son diferentes entre sí pues no es lo mismo un colombiano que un dominicano, un mexicano o un argentino, pero todos somos hermanos y algún día seremos una sola nación como lo pronosticaron Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Francisco Morazán o como José María Morelos quien, como Miguel Hidalgo, pregonaba la liberación de la América mexicana.
LIBERALISMO. Esta ideología, que fue bajo la cual se realizó nuestra independencia, fue importada de Europa. Pero los liberales de nuestro continente no la imitaron tal cual sino que la adaptaron a su realidad local, pues como dice acertadamente Abraham Talavera, “mientras que en Europa la burguesía creaba el liberalismo, en América era el liberalismo quien creaba a la burguesía”.i
La explicación es muy simple. Nuestro continente estaba sumido en la Edad Media, porque privaba la monarquía apoyada por el clero y los dueños de las haciendas, plantaciones y demás fincas agrícolas, mineras, etc., que en Europa se llamaban señores feudales, porque “señor” era un título de nobleza.
En Europa en cambio, una nueva clase, la burguesía, necesitaba destruir ese sistema estático y opresivo que impedía el avance de la ciencia que permitiera el uso de las máquinas y la organización fabril y prohibía el libre cambio y la movilidad de la economía, que se requería para imponer un nuevo sistema: el capitalista, creado por la nueva clase burguesa, que además acusó al papado de distorsionar la religión cristiana, terminando por imponer otra que se decía más apegada a los principios originales, que terminó recibiendo el título de protestantismo.
EDUCACIÓN. En nuestro continente no existió burguesía alguna que luchara contra los monarcas que además estaban en otro continente y no había manera de cortarles la cabeza, pero aquí su lugar fue tomado por los hacendados ilustrados -algunos hasta con títulos de nobleza- que aparte de iniciarse como masones viajaban con cierta regularidad a Europa y regresaban con libros y demás literatura liberal, amén de los seminarios católicos de los que surgió la mayor cantidad de liberales que, incluso en calidad de sacerdotes dirigieron la guerra de independencia. En todo caso, se aferraron a uno de los principios básicos del liberalismo europeo: la educación pública.
Así surgió en Aguascalientes, en 1773, la Escuela de Cristo fundada por el liberal y filántropo español Francisco de Rivero y Gutiérrez, quien imbuyó en la mente infantil la necesidad de aprender a leer y escribir para adquirir conocimiento y vivir con libertad y justicia.
Así empezaron a surgir los institutos, promovidos por esos hacendados que, como en Aguascalientes, integraron la hermosísima biblioteca de nuestro Instituto, destruida inmisericordemente por ruines que lo menos que merecen es el calificativo de mentecatos.
El caso es que aunque la formación liberal era utilizada por los burgueses europeos para acabar con el sistema feudal, lo que perseguían los señores feudales de nuestro Continente -llamados hacendados- no consistía en desaparecer sus haciendas, sino en sacudirse el yugo de los peninsulares -españoles nacidos en España- que impedía a los criollos -hijos de españoles pero nacidos en nuestro Continente- participar en el gobierno; necesitaban, por lo tanto convertir al pueblo en su aliado mediante una guerra de independencia, para alcanzar el poder y, entonces, convertirse en burgueses y convertir al campesino en obrero de sus futuras fábricas. Y el instrumento ideal para conseguir ese fin era la educación pública, gratuita y laica.
La clave, entonces, en lo que coincidían los hacendados americanos con los burgueses europeos, era la educación del pueblo. Y si con ello lograban convertirse en burgueses, todos, según ellos, saldrían ganando porque los campesinos, al convertirse en obreros, también mejorarían su nivel de vida.
- Abraham Talavera. Liberalismo y Educación 1973. Tomo 1 p. 26
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina