“Todo sistema tiene una maquinaria diseñada para poder aglutinar y defender la esencia de la creación del mismo sistema, sombras en las sombras”.
Estimado lector de este reconocido medio LJA.MX con el gusto de saludarle como cada semana, quiero aprovechar esta ocasión para agradecerle enormemente por su tiempo y disposición para leer esta columna. En esta ocasión quiero aprovechar estas líneas para platicarle cómo ha sido la clase de sistema político con los alumnos de la licenciatura de derecho. Primeramente, debo confesarle que mi modo de dar clase ha cambiado con el paso del tiempo, lo he tenido que modificar, ya que las generaciones no son las mismas, los profesores combatimos con las constantes distracciones a las que están sujetos los alumnos.
El programa viene diseñado de manera estructural, desde ahí tuve que plasmarlo como si fueran temporadas de Netflix , para que de ese modo fuese atractivo para ellos, como norma propia y agradeciendo enormemente a Tecnológico Universitario por la libertad de cátedra, debo de comentarle que no creo en las tareas, entonces no hay tareas, sería irónico que para evaluarles a los alumnos de derecho que cursan la asignatura de sistema político, tuviese que considerar como parte del propio sistema un mecanismo de opresión como lo es la tarea.
Comenzamos con un devenir histórico que toma como punto de referencia la conquista, algo sucedió, algo nos heredaron, algo nos trascendió, el sistema como tal ha sido impuesto, no ha sido generado, seguimos diciendo “mande” y en ese aspecto abyecto, las posibilidades de poder funcionar en torno a una esencia distinta simple y sencillamente se difuminan, el dilucidar únicamente consiste en explicar porqué alguien de poder nos domina, y ejercer su fuerza y dominio sobre los demás. De la conquista pasamos a la independencia sin trascendencia, un legado histórico que únicamente tiene cabida en la conciencia del 65 % de los mexicanos, las muertes fueron en vano, el poder únicamente se desconfiguro, pero al menos la independencia se había dado. Quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo.
En el decurso del tiempo se presentó “la reforma” Juárez el más grande deja un legado eterno, entre poesías entorno a su figura, su legislación dio a Dios lo que era de Dios y al César lo que era del César, su legado va aún más allá de un tiempo político, pues esos viene y van, pero Juárez siempre permanece, existe algo verdaderamente alegórico para los jóvenes en la figura del benemérito, y es que el mensaje es claro, se puede llegar a donde sea, pero en ese andar es necesario que se ame a la patria más a que nada en esta vida, es un amor por encima de cualquier sistema político.
Como esquema complementario tuvimos a bien dar lectura a la obra icónica de nuestro premio nobel de literatura, Octavio Paz. Semana a semana leíamos “El laberinto de la soledad” puesto que no se puede entender ningún sistema político si no se entiende el cómo piensa y siente la gente de una nación, el mexicano sin tener conciencia y nociones básicas de existencialismo busca sin identidad la salida de un laberinto lleno de acertijos en donde irónicamente no se sabe en qué parte se encuentra, lo cual dificulta en demasía la posibilidad de salir. Los alumnos pudieron presenciar e identificar las máscaras de las que habla el libro, el rumbo sin sentido que tiene el país, y del mismo modo por qué somos los hijos de la malinche.
“Pues apenas el tiempo se divide en ayer, hoy y mañana, en horas, minutos y segundos, el hombre cesa de ser uno con el tiempo, cesa de coincidir con el fluir de la realidad” Octavio Paz.
En cada una de las sesiones nos dimos tiempo para poder dar lectura al manual que todo político debe de tener, el príncipe de Maquiavelo, y hago mención de ello sin entrar en posturas maniqueístas sobre si es bueno o malo, es una postura pragmática que extiende el asesor político de los Borgia y que en gran medida tiene que ver en cómo funciona el juego del poder, no es un juego de moral, es de resultados, no es un juego de ética, es una dinámica de concentración de poder, no es escenario de valores, sino de interés, tampoco es un lugar de principios, sino de conveniencia. Tomamos la obra como referencia ya que no se puede entender al sistema político si no tenemos un contexto sobre la esencia del poder y su búsqueda.
El joven idealista es atacado o vulnerado por las praxis políticas y esta situación permea en sus acciones futuras, es ineludible entender al sistema sin sus amenazas, es por ello por lo que tuvimos a bien el poder vincular ambas obras con la asignatura como tal.
Estimado lector en la próxima columna continuaremos con esta relatoría, quiero agradecerle nuevamente por su tiempo y atención, le deseo que tenga un excelente día.
In silentio mei verba, la palabra es poder.