Comenzar a ojear y leer la antología personal, una selección de 15 poemarios y una breve selección de inéditos, forman el cuerpo de reconocimiento de años de escritura de Carmen Nozal. El ojear nos lleva a encontrarnos a través de fotografías, presentes en el libro, las cuales nos guían por un camino de su vida , desde la maternidad, la juventud, momentos de descanso y placidez, la hamaca marinera, fotografías en que los ojos y placidez en su mirar profundo, alientan a seguir andando, para encontrarnos en la lectura, con su voz íntima que nos lleva a toparnos con su primer poemario, presente en 1991, donde su ciudad nos habla: “ La ciudad se ha sepultado/sin un descanse en paz en la mirada./Ha logrado llorar ha comprendido/el pasadizo eterno de preguntas./Arriba nada gime./ Los perros del alba se han inclinado./Ni un olor, ni una palmada, ni un desperdicio,/sólo el rumor inmenso de un vientre amargo, el más agonizante, el más hermoso.
Este poemario lleva en su interior a la adopción de nuestra ciudad, por la joven emigrante , que inicia su amorío con la misma. A lo largo de los años noventa, es el espacio de tiempo donde Carmen escribe con pasión y celeridad once poemarios. Se cierra en 1999 con …Como un pan el llanto se endurece/con el tiempo y la vejez de la sabiduría;/se mira en el pasado, fresco, húmedo de sal/ porque la sal de la vida también vive en una lágrima, lenta para morir, para nacer veloz y autoritaria/ sin saber que de los ojos también la luz también se llena de lágrimas.
Y en este fin de siglo, Carmen hace una larga pausa en su escritura, la vida , la muerte de un ser amado, los nacimientos y la vida de sus dos hijos, la lleva a tomar distancia hacia y con la escritura poética. Poemarios que llevaban las ramas del árbol de lo místico y la esencia de lo ritual creyente, los sueños fuente persistente y presencia en su escritura. “Detrás de mi sombra/vive mi sombra/Sueño/detrás del sueño/Detrás de mi paso hay otro paso/Detrás de mi doble no habrás reencarnación/ no habrá resurrección en estas ansiedades/no deambularé buscando mis fragmentos…
Y se da con el tiempo una larga pausa, de casi veinte años. en la creación poética.
Es un hecho trágico en la historia de nuestro país que hace posible el regreso a la escritura y es a partir de la desaparición de los 43 de
Ayotzinapa, que ella se envuelve en una dinámica de denuncia y marchas de protesta y exigencias de aparición de los estudiantes; que la lleva a escribir nuevamente. Ese intenso y doloroso impulso social la regresa a su pulsión poética. Teje un poema de largo aliento, Las Moscas, del cual leo un corto fragmento.
“Ahí están: los sueños torturados,los pantalones rotos/un tenis,cuatro plumas,dos carcajadas, los vestidos desgarrados,una libreta./Las novias que siguen esperando se preguntan: ¿dónde están?/ Ahí están responden las moscas/sobrevolando los huesos, el hedor penetrante de los días,/la esperanza mutilada, el silencio que gime como un viento desolado.
Y es de ese año 2019, que el tejido se va entrelazando poema tras poema,y rescata del escritorio del olvido familiar, un poemario que retoma la muerte de su tío Cesáreo,luchador republicano y el entorno de la familia en la guerra y el tiempo del franquismo , “A Carmen/la fueron a buscar a la Plaza del Sur/como quien busca/un nombre o un piojo/ y la encontraron/con sus manos pringadas de Dijeron manteca. /La fueron a buscar/ como quien busca/una piedra dorada./La tarde se llenó de peces. / Tu hijo no volverá,/ dijeron los militares: se quedó en el Monte de los Pinos./ Rompió a llorar / y se limpió las manos. / No sabía escribir./Dijeron ¡Firma!
Frotó su pulgar con el mandil./ Le dieron un papel/ un puñado de letras y una bandera. Puso su huella como una lápida.
La antología incluye un poemario De la confesión nocturna, de 2020, en el cual la lanzadera poética se entrelaza entre resguardos amorosos, más allá de lo personal, donde el mundo es mística amorosa.
…” Mi cuerpo es un manojo de simpleza./ Para el Amado su templo y yo plena/ me vuelvo y toda mi ansiedad se calma./ De su costado bebo la pureza,/ agua que me eterniza y me llena/ el vacío lugar que deja el alma.”
Se van cerrando los nudos del tapiz letrado, con el poemario
Un látigo para domar la lengua y una selección denominada Poemas sueltos, del cual tomaremos para despedir. Lo siguiente:
Una cama.Un hombre.Una película. / Han pasado tres años, un hijo, varios poemas, un viaje interior por laberintos, la lluvia,/ los amigos, muchas fotografías, párrafos de soledad,/el llanto seco, las plantas, siempre las plantas./ Una cama. Un hombre. Una película./
Y el ataúd de aquellas ilusiones.
Y aquí cierro, cerramos, este acercamiento a la poesía de Carmen Nozal, embebida en las aguas del exilio y la integración. De la adopción de un mundo pleno de colores, multicolores y sombríos en que las imágenes nadando en poesía, salen a enfrentar un mundo ajeno y propio. Un mundo pleno de consuelo y desvelos místicos, en que el amor al otro, a los demás, es punta de lanza vibrante de nuestra poeta. Es todo por ahora.