Hablamos de los actores sociales y públicos de mayor peso en la escena política de México. En el caso presente enfoco este análisis sobre el colectivo social que inició y está presente en el Frente Amplio por México. Observarlo en su real dimensión es crucial para entender, por un lado, sus rasgos de identidad y, por otro lado, el papel o role que desempeña en el campo de fuerzas lógicamente contradictorio entre el movimiento oficialista de la 4T y la oposición, con vistas a la magna elección del 2024. Por lo primero, ya lo hemos caracterizado como un actor emergente de la sociedad civil con base social primordialmente de “las clases medias”. Por lo segundo, se configura como un interlocutor de peso completo –tanto al interior del propio frente-, como ante sus adversarios políticos contendientes en la próxima arena electoral.
Avanzados ya como están los movimientos iniciales de posicionamiento de cada corporativo contendiente, es de capital importancia caracterizar según el ideal cartesiano, de manera clara y distinta, en primer lugar, los rasgos que le son distintivos, para aquilatar con precisión la dimensión que está tomando en los hechos como serio interlocutor ante sus contendientes. Acto que está siendo clave para no difuminar su presencia, peso y prestancia ante las marcas y plantillas de los partidos políticos concurrentes.
Podemos constatar que, desde el colectivo contrincante de Morena o 4T, encabezados por su líder autoritario cuasi-mesiánico se ha emprendido una acción concertada de intencional emborronamiento de su imagen a partir del interior del frente amplio adversario, para visualizarlo como una simple comparsa de actores empresariales personalmente identificados, quienes ejercerían el liderazgo real de las acciones opositoras; obviamente, dejando al colectivo social de referencia como un mero subordinado a su interés político corporativo.
Esta etiquetación por reducción sirve al objetivo político estratégico del grupo en el poder de ocultar intencionadamente la fuerza real y originaria con que se presenta y actúa el contingente civil de referencia. Mediante este ardid ideológico el movimiento oficialista acentúa y refuerza ante su base “del pueblo bueno”, su argumento de impugnación contra un grupo adversario, revestido con el sambenito de “conservador, corrupto y ladrón de la Hacienda Pública”, cuya evidente descalificación e incitación a la venganza y al ajusticiamiento es la tónica dominante. Por ello es críticamente estratégico esculpir con nitidez el rostro, talante y carácter del colectivo base del Frente Amplio por México.
Valga afirmar que, igualmente, es necesario identificar claramente al grupo de la sociedad civil incorporado al Frente, para evitar su difusión interesada abajo o detrás de las marcas y cúpulas partidistas coaligadas. Momento que se está tornando crucial, en la medida que su aspirante civil Xóchitl Gálvez encabeza las simpatías y adhesiones de un conjunto mayoritario del universo frentista, frente a dos connotados militantes partidistas. Entrados ya a la tercera fase de los pre-finalistas a la participación en Foros Temáticos, luego habremos de aterrizar en la inédita primera elección Primaria del conjunto de la oposición, definitoria de su líder representante.
Perfil identitario que desemboca en la pregunta: ¿Qué son las clases medias? Cuya indagación cuenta ya con un estudio pionero, Cuantificando la Clase Media en México 2010-2020. INEGI. Noviembre de 2021. Dirección General Adjunta de Investigación. Fueron el politólogo Luis Rubio y el economista Luis de la Calle quienes en 2010 detonaron un debate sobre si México ya es o no un país de clases medias. Cuyo criterio de distinción se basa en el ingreso de los hogares. Ante el cual el INEGI participa integrando un proyecto novedoso de estratificación social.
Se distinguen dos tipos de medición: a) Las relativas: Hogares que se ubican entre percentiles de ingresos; y Hogares que orbitan en cierto rango alrededor de la mediana del ingreso (= +/- 25% de la mediana). B) Las absolutas: Fijar un umbral monetario (hogares con ingresos entre 10 y 20 dólares diarios). En donde se consideran rubros de gasto que van más allá de la mera superviviencia. En donde, el primer gran hallazgo es la contrastación de conglomerados de clases sociales, según la cual encontramos:
La distinción entre 7 grandes conglomerados: 1) Clase Baja. Primero, en el ámbito urbano, Hogares. 5’136,377, el 27% del total; Población, en el ámbito urbano 19’714,480, el 28.95%. Hogares en el ámbito rural: 893,359, el 8.80%; Población 3’506,597, el 8.35%. Enseguida, incluye un 2 conglomerado completo, urbano y rural; más los respectivos de los conglomerados 3 y 4 del ámbito rural, que integran una población respectiva (ascendente) de; 14’969,389 –el 35.64%, 3’570,814 habitantes, el 8.50%, más 9’028,885 Hab., el 21.49%, respectivamente.
2) Clase Media. En este sector encontramos una dispersión el 3º al 4º conglomerados del ámbito urbano; los conglomerados 5 y 6 completos de los dos ámbitos; y sólo el referente al 7 conglomerado del ámbito rural. Cuya geolocalización se muestra como sigue: Conglormerado 3. Urbano. Hogares, 3’134,215, el 16.65%; Población. 13’623,582, el 19%. Conglomerado 4. Hogares, 2’109,223, el 11.21%; Población, 5’652,475 –el 6.04%. Para el conglomerado 5, completo, Urbano. Hogares 2’409,112 –el 12.80%; Población. 8’512,475 –el 12.11%; Rural. Hogares. 1’060,149 –el 10.45%; Población. 3’759,264 -8.95%. Conglomerado 6, completo. Urbano. Hogares. 1’782,504 –el 9.47%; Población, 5’249,790 –el 7.47%. Rural. Hogares. 1’415,500 –el 13.95%; Población. 6’039,552 –el 14.38%. Del conglomerado 7, sólo el ámbito Rural: Hogares, 377,937 –el 3.72%: Población.
1’132,964 –el 2.70%. Este es el componente estratégico cuya participación observamos.
3) Clase Alta. Ocupa el Conglomerado 7, sólo en el ámbito urbano. Hogares. 724,689 – el 3.85%; Población. 1’919,639 –el 2.73% de la población total. Estratégica aliada de la clase media.
La gran sumatoria de esta distribución social por conglomerados del país es: 1) En el ámbito Urbano. Hogares. 18’821,246 (=100%), Población. 70’284,500 Hab. 2) En el ámbito Rural. Hogares 10’146,938 (100%), Población. 42’007,455 Hab. (100%). De cuyos resultados podemos inferir lo siguiente:
Las “clases medias” integran un conjunto de la población nacional de: 33’048,322 habitantes que son los potenciales votantes del ámbito Urbano; más, 10’931,770 Hab. Del ámbito Rural. Que da un gran total de: 43’980,092 Hab./potenciales votantes. Conjunto que sí es contrastable con el conjunto poblacional de la “clase baja”: 35’326,639 en los dos primeros estratos del ámbito urbano; y 4 conglomerados del ámbito rural por: 31’075,685 Hab. Lo que suma: 64’124,007 habitantes que son los votantes potenciales de esta clase social, de los próximos comicios nacionales. Lo que implica una diferencia absoluta de 20’143915 Hab. De donde podemos deducir que México aún tiene un peso inercial de potencial hacia las clases medias.
La actualización a que dio lugar este estudio, al año 2020, denota un incremento de las clases medias a 47’201,004 personas versus 78’536,236 personas de las clase baja. Y, por el contrario, registra un decremento entre 2010-2020 de las clases medias, por 39.2 millones de personas a 37.2 millones de personas; permaneciendo relativamente iguales el número de hogares: 42.4 en 2010 y 42.2 en 2020. El estudio se enriquece con otros indicadores y parámetros que, en substancia, no modifican el peso relativo comparable de ambas clases sociales.
Mediciones cuyos resultados nos conducen a su vez a importantes inferencias: A.- Impugnamos frontalmente la pretensión de Morena-4T de que se va a cumplir fatalmente su “destino manifiesto”, sea, el pueblo bueno –clase baja- conforma el adherente absoluto e incuestionable de su proyecto de “regeneración”/transformación, por lo cual se cumplirá inexorablemente la continuidad imbatible de su perpetuación en el poder, no por ésta sino por sucesivas generaciones; supuesto falso, puesto que esta modelización de la población nacional, ni es impermeable de una clase a otra, ni su incremento relativo sería signo de “fortalecimiento” por agrandamiento de su contingente.
Muy por el contrario, los potenciales votantes que descendieron de las clases medias, conforman su colectivo inercial de adherentes; más bien, serán los posibles divergentes de su simpatía política hacia el bloque oficialista, precisamente en razón de su caída de estrato social. Tampoco podemos afirmar que los “ascendidos” a las clases medias resultan ser automáticamente adherentes a esta preferencia electoral. Ambas fronteras son filtrables, y actualmente ambas clases sociales heterogéneas incorporan simpatías y adherencias políticas divergentes. La votación real y efectiva es el único criterio discriminador final determinante. Pero, sí cuenta la capacidad de “galvanización” de masas del líder que resulte nominado contendiente.
B.- La ficticia y doctrinal polarización de la sociedad mexicana inducida por el López-obradorismo, ya lo hemos dicho anteriormente, obedece a la inducción intencional y estratégicamente buscada de la descarnada “ilusión fáustica” infiltrada, instigada en sus clases bajas-objetivo. En cuanto notó el repudio manifiesto de las clases medias en las últimas elecciones del año 2021 y reciente de dos estados Coahuila y Estado de México, acusó a estas de “oportunistas, individualistas, egoístas, aspiracionistas y discriminatorias”. Lo que ha concitado un profundo movimiento social para disentir de esta arrogante y dictatorial calificación presidencial.
C.- Es definitoria la caracterización objetiva de “las clases medias”, para poder ponderar su potencial de crecimiento y, por ende, de futuro esperanzador y sostenible para el resto de la nación toda. La tesis dogmática de López Obrador de “primero es el pueblo” o “no es aceptable (moralmente) gobierno rico y pueblo pobre”, que parte del sofisma populista y anacrónico de la escasez necesaria y la precariedad de todos para salvar a los muchos, está demostrado históricamente que no funda otra cosa que la permanencia de un pueblo en su condición de pobre. Además de ser careta para sus planes hegemónicos, de hacer perpetuar un poder que ha mostrado suficientes evidencias destructivas tanto de instituciones como de normas constitucionales, que se agrava en el desfonde del Erario Público, al profesar como dogma central de su gobierno a la exclusión del sector empresarial –salvo excepciones que aderezan sus proyectos de infraestructura- para “no incrementar los impuestos”, en contraposición a la tesis de austeridad republicana.
Hay que decirlo claro y fuerte, la exclusión sistemática de la clase empresarial –por ser oligarquía rapaz– que impide programáticamente la inversión orgánica del Capital en su estadio actual de globalización, hacia el sistema económico mexicano, no tiene factor de compensación alguna, aun con el presumido y cantado “near-shoring” del T-MEC. En pocas palabras, la ostensible negación a la inducción de una Política Fiscal auténtica y actualizada es cortapisa obstructora de nuestro potencial desarrollo y garantía de futuro.
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