El pasado viernes 25 de agosto se celebró en el Teatro Aguascalientes el cuarto concierto de la actual temporada de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes con un muy interesante programa que inició con la Pavana, Op.50 del compositor francés Gustav Fauré, el Concierto para flauta y orquesta Op.39 de Lowell Liebermann, y después del intermedio disfrutamos de la primera de las nueve sinfonías de Ludwig van Beethoven escrita en la tonalidad de do mayor y con número de opus 21. El concierto de Liebermann le fue encomendado a la maestra Megan Maiorana, ella es la principal de la sección de flautas de la propia Sinfónica de Aguascalientes, y el concierto fue dirigido por el maestro Rodrigo Macías en su calidad de director huésped.
El concierto inició unos pocos minutos después de las 20:30 horas con una entrada aceptable en el Teatro Aguascalientes, y ya todos dispuestos para disfrutar de la música, escuchamos para abrir el concierto, la Pavana, Op.50 de Fauré. La segunda obra, el Concierto para flauta de Liebermann que superó las expectativas que tenía antes del concierto Lo que escuché la noche del viernes en el Teatro Aguascalientes fue una verdadera delicia, y considero importante señalar que el nivel de los músicos de fila de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes es muy alto, cualquiera de ellos, sin la menor duda, tiene la solvencia técnica, y por supuesto, la sensibilidad, para ser solista y abordar cualquier repertorio sin inhibirse, tenemos un extraordinario nivel en cada uno de los integrantes de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes.
Especialmente el segundo movimiento fue intenso y de una sensibilidad a flor de piel, y es importante destacar este asunto de la sensibilidad porque eso es justamente lo que no se estudia en un conservatorio o academia de música, sino que se saca desde lo más profundo. Una vez escuché al maestro Iván López Reynoso decir que lo que te hace ser un gran músico es tocar justamente eso que no está escrito en la partitura, y eso fue lo que hizo la maestra Megan Maiorana, no basta con leer, hay que interpretar realmente, y el maestro Rodrigo Macías entendió perfectamente el potencial de la maestra y supo arroparla, acompañarla para darle la seguridad que necesita y sentir que pisa suelo firme para poder hacer su trabajo sin mayor preocupación.
Después del intermedio escuchamos la Sinfonía No.1 en do; Op.21 de Ludwig van Beethoven, cierto es que desde esta que es la primera de un robusto corpus de 9 imponentes y majestuosas sinfonías, el genio de Bonn manifiesta ya un espíritu indómito y rebelde en su manera de entender y hacer la sinfonía. Aunque podemos ver que respetando la tradición de la sinfonía clásica impuesta por Haydn y Mozart, indica que el tercer movimiento en un menuett, pero en realidad es menuett mentiroso, hay un scherzo escondido, el movimiento es demasiado rápido para este tradicional baile de la Viena cortesana, este movimiento de cambiar el menuett por un scherzo lo hace evidente en su segunda sinfonía y lo consolida en la tercera abriendo, según dicen los musicólogos, el período romántico de la música.
El maestro Rodrigo Macías hizo un muy buen trabajo, salvo que me pareció que el cuarto y último movimiento, el Adagio. Allegro molto e vivace me apreció con un tempo muy acelerado, aunque en realidad no es más que una apreciación personal, posiblemente así es la forma en la que lo deseaba el maestro Rodrigo Macías, pero su trabajo como director huésped no tiene ninguna objeción.
Por otra parte, es lamentable que ya estamos a la mitad de la temporada y todavía no contamos con los programas de mano, que en realidad son una necesidad. Escuchaba un comentario de una pareja sentada cerca de mí que se preguntaban cuántos movimientos tendría el concierto de Liebermann. El programa de mano es una guía, me parece que indispensable, para el auditorio.
Y otro punto cuestionable es la presencia de uno de los técnicos de la Orquesta, justamente durante el concierto me enteré que es parte del cuerpo técnico de la OSA, esta persona estaba parado, sin la menor inhibición y sin respetar los protocolos, junto a una de las puertas de acceso al escenario, justo al lado de los contrabajos y era perfectamente visible en la sala, y no se trata de si tenía derecho a escuchar la música, no nos confundamos, ese no es el punto, el problema es que ese no es su lugar de trabajo y sin duda, estoy seguro de ello, puede ser un factor de distracción para los músicos de la orquesta y evidentemente lo es también para el director. Este tipo de adversidades, llamémosle así, competen a la gerencia de la Orquesta o la jefatura de personal.
Este viernes 1 de septiembre en el quinto programa escucharemos Zuanda, una obra compuesta por Ignacio Martínez Madrigal, siempre resulta interesante asistir al teatro cuando se propone una obra nueva o por lo menos no frecuente en las temporadas de conciertos. Después continuamos con el maravilloso concierto para guitarra; Op. 99 en re mayor de Mario Castelnuovo-Tedesco con el maestro Daniel Olmos como solista. Después del intermedio disfrutaremos de la Suite No.1 del Sombrero de Tres Picos de Manuel de Falla y finalmente el Capricho Bohemio, op.12 de Rachmaninov, dirige el maestro Román Revueltas, director titular de la OSA. Nos vemos en el Teatro Aguascalientes este viernes 1 de septiembre a las 20:30 horas si Dios no dispone lo contrario.