Mujeres universitarias/ Imágenes de Aguascalientes  - LJA Aguascalientes
24/11/2024

Hasta antes de la invención de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), las mujeres tenían muy pocas oportunidades de desarrollo personal. Estaban el matrimonio y la maternidad, desde luego, y si querían estudiar, la mejor opción posible era la Escuela Normal del Estado, para luego convertirse en educadoras o maestras de primaria. Pero salir de la ciudad era, simplemente, impensable; imposible, salvo honrosísimas excepciones. Muy probablemente en los casos en que ocurrió esto último, fue gracias a que las jóvenes que migraron lo hicieron porque contaban con algún familiar en esa ciudad que abría las puertas a la ansiada universidad, y que gustosamente las recibían, con el encargo de cuidarlas muy bien. Quienes no podían estudiar, en el mejor de los casos terminaban la secundaria, y a trabajar de empleadas, ya fuera en el comercio, en la industria de la confección y alguna otra que ahora se me escapa. Incluso las opciones de educación media superior eran mínimas hasta mediados y fines de los años 50 del siglo XX.

Esta situación cambió de manera drástica con el inicio de actividades de la UAA, aunque la transformación no ocurrió de golpe y porrazo, por la sola fundación de la universidad. En los primeros tiempos no faltaron quienes vieron a las mujeres en el campus como extrañas; intrusas en un ámbito que se asumía como algo exclusivo para los hombres. Recuerdo aquella expresión perversa de quienes estudiaban MMC, es decir, licenciatura en “Mientras me caso”, como si la institución fuera un campo fértil para encontrar, en el mejor de los casos, el hombre de los sueños, y en el peor, el que se podía, o simplemente mientras esperaban que los tiempos llegaran a su plenitud. Fueron muchas quienes cumplieron con esta programación: entraban a la universidad, estudiaban una cerrera y al final se casaban y jamás ejercían, o lo hacían solo una temporada, que a veces era menor a los años que habían invertido en el estudio, pero tampoco faltaron quienes abandonaron sin graduarse.

Y sin embargo esta circunstancia cambió, no con la rapidez con que muchos habríamos deseado, pero ocurrió, sería por el tesón de las mujeres, o porque poco a poco dada la situación económica el trabajo femenino fue haciéndose más necesario para complementar el gasto familiar, o por todos estos factores y otros más.

Hoy en día el acceso femenino a la universidad es una situación totalmente normalizada, e incluso en carreras, digamos, supuestamente masculinas, como agronomía, veterinaria, ingeniería industrial, etc. De hecho hoy en día hay carreras donde los hombres son minoría en contraste con las mujeres.

Tristemente hay algún ámbito de trabajo femenino en el que prácticamente nada ha cambiado. Me refiero al trabajo doméstico.

En la imagen, un grupo de egresadas de la sexta generación de Artes Escénicas Actuación, 2015-2019, en pleno montaje de egreso, “El mundo del mañana”, basada en la obra de Michael Ende “Jojo, la historia de un saltimbanqui”.

Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected].


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