Barbie: la muñeca en crisis existencial   - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Barbie (2023) inicia como una comedia surrealista, sobre el universo en el que habita la muñeca más famosa del planeta. 

Pero lo que arranca como un asunto de risa, pronto se transforma en un comentario social sobre el empoderamiento de género, con una exploración desconcertante, por inesperada, sobre lo que es el patriarcado en el mundo dominado por los hombres, y cómo las mujeres deben encontrar su lugar en un entorno desfavorable. 

La directora y guionista Greta Gerwig presenta la película más esperada del año con un humor intelectual, más que inteligente, que introduce en el enorme cliché que hay en torno al monigote plástico, que hace un estereotipo sobre la belleza femenina desde el punto de vista de occidente. 

Como uno de los íconos más reconocibles de la cultura pop, la chica-muñeca es constantemente ridiculizada, por su inutilidad. Ella sólo sirve para ser bella, con sus medidas corporales irreales. Pero no hay problema, porque no es consciente de su dicha patética. Por eso, cuando se da cuenta de su insignificancia, abre el debate sobre lo que es ser una mujer en la sociedad. 

Dirigida a un público joven y adulto, esta cinta de estreno en cines podrá ser inaccesible para niñas que se podrán sentir atraídas por el fenómeno mediático de la publicidad, que promete mostrar las aventuras de este juguete rubio lanzado por la fábrica Mattel. Nada de eso. 

Lo que se muestra es un pronunciamiento vigoroso sobre el lugar que ocupan hombres y mujeres en la vida, con una mirada solidaria hacia la feminidad y la dicha de ser mujer. El discurso está envuelto en medio de una fluctuación de su tono humorístico. Por un lado, hay chistes sobre los exóticos vestidos de Barbie, pero también sobre cuestiones de sus genitales. 

En Barbielandia, la hermosa muñeca, interpretada magníficamente por Margott Robbie, que nació para el papel, un día tiene una crisis existencial. Se cuestiona por qué todos los días son perfectos y no existe ningún problema que las haga cuestionarse nada. Lo mismo le pasa a Ken (Ryan Gosling) que se siente carente de identidad, pues todos los varones con los que habita se llaman igual que él y viven subordinados a las mujeres. Ken no existe sin Barbie, Ken existe en función de Barbie. Su realidad es demoledora: él no es nada sin ella. 

En la primera parte, la película se regodea con el dechado de arte. Resulta cómico cómo los monos representados por humanos, todos bellos y felices, interactúan dentro de la arquitectura primorosa y teatral en esta ciudad sin tristeza, donde nada hace falta. Las casas carecen de fachada, el sol y la luna son pegotes, el mar es una escenografía y la arena una alfombra. 

Cuando los personajes líderes entran en conflicto interno y necesitan desplazarse al mundo real, para encontrar a su creador y saber qué es lo que les ocurre, comienza una persecución para hacer que los muñecos regresen a sus cajas y a la tierra de fantasía a la que pertenecen. Entonces entra en acción Will Ferrell, el malvado y tonto ejecutivo de la compañía quien debe perseguirlos. En medio de esta confusión, Ken asume un papel proactivo y decide buscar relevancia. Gosling encuentra sus mejores momentos de la película en su intento desesperado por hacerse valioso, en su risible asonada de los chicos que se vuelven malos y transgresores en el planeta rosa. 


Los ingenuos Ken y Barbie creen que el sistema de vida en California funciona igual que en su casa. La realidad los hará ubicarse y el entendimiento les ayudará al autodescubrimiento. Para ello se auxiliarán de sus cómplices en la vida real, madre e hija, América Ferrara y Ariana Greenblatt. La señora le hará entender lo que es realmente encontrarse un escalón abajo, por cuestión de género, en un mundo de machos donde prevalece la dominación masculina y en un entorno donde a ellas se les exige ser eficientes, protectoras, bellas y actuar sin quejas. 

Gerwig recurre a elementos del conocimiento popular para expresar su punto. Las referencias son permanentes, como es el inicio ingenioso que parodia de 2001: Odisea del Espacio

Barbie es una película que, afortunadamente, no da lo que de ella se espera. En el subtexto hay un grito de dolor de Gerwig, como guionista que, a través de Barbie, se queja del maltrato histórico hacia las mujeres. Aunque hay una crítica sobre los antivalores que representa la muñeca, como una figura que provoca frustración, por su belleza, y mueve al consumismo, por sus agresivas campañas de ventas, también permite llamar a las mujeres para que tomen por asalto su lugar protagónico en el mundo y que exijan respeto e igualdad. 

Va a atraer a muchas niñas, que no entenderán el humor. Y tampoco servirá para vender más muñecas.


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