Viva México/ La Columna J  - LJA Aguascalientes
21/11/2024

“Porque no nacimos donde no hay que comer
No hay porque preguntarnos cómo le vamos a hacer
Si nos pintan como unos flojones
No lo somos
¡Viva México, ca..! Molotov. 

Estimado lector de este reconocido medio LJA.MX, con el gusto de saludarle como cada semana, agradeciendo su buena disposición y su tiempo para dar lectura a esta columna, en verdad muchas gracias. En esta ocasión quiero hacer un análisis y una reflexión sobre la película Viva México, me resulta fascinante el modo de retratar a nuestro país desde muchas aristas, el modo de plasmar la esencia del mexicano es un modo cínicamente necesario para vernos a nosotros mismos como individuos y como sociedad, tal vez si estamos en el laberinto que mencionaba Octavio Paz, andamos caminando sobre nuestra existencia pisoteando la prosapia y olvidando a cada instante la deuda histórica con nuestra nación. 

No es una meta narrativa que aqueja y que implora por lo que no es México, no tiene que ver con la de construcción postmodernista de Lyotard o Deluzze, tiene que ver con lo que es, con lo que ha sido, con la reseña de rémoras que se han sistematizado y perfeccionado en técnica del saqueo como estilo de vida y que el devenir del tiempo ha dado reseña. 

La obra cinematográfica refiere la historia del hijo que se aleja de sus raíces, con justa razón, pero regresa por el fallecimiento de su abuelo, su vida se centra en la aspiración capitalista y el dogma de una familia integral, siempre sumergida en la vorágine de consumo. Cuando el personaje principal llega a su pueblo natal “La prosperidad” vive un reencuentro con su familia, una familia amplia y multifacética, en la que particularmente se ve retratado el gran abanico de matices y personalidades que existen en nuestra sociedad. Considero que la duración de la película es un tanto extensa, pero ese mismo clisé es la referencia de una historia larga y cansada, es el eterno retorno de los mexicanos.  

“Es una calle larga y silenciosa. Ando en tinieblas y tropiezo y caigo y me levanto y piso con pies ciegos, las piedras mudas y las hojas secas, y alguien detrás de mí también las pisa: si me detengo, se detiene; si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie. Todo está oscuro y sin salida, y doy vueltas y vueltas en esquinas que dan siempre a la calle donde nadie me espera ni me sigue, donde yo sigo a un hombre que tropieza y se levanta y dice al verme: nadie” Octavio Paz. 

Resulta muy cómico el modo cínico de ser de la mayoría de los personajes, curiosamente en toda la película se están preguntando porque les pasan tantas cosas malas y de lo injusta que es la vida con ellos, lo cual resulta un meta discurso que el mexicano tiene apropiado, el merecer más, la ley del mínimo esfuerzo, la situación precaria de algún gobierno del pasado y con esto culpabilizar a todos menos a uno mismo. Existe una gran cantidad de acciones bajo una doble moral y bajo el cobijo de Dios ¡Que Dios te bendiga! ¡Que Dios te acompañe y te cuide!, un contexto verdaderamente contradictorio pero muy sincero sobre el actuar de los mexicanos, casi siempre actuando bajo discursos morales en sentidos completamente opuestos.  

El retrato que hay sobre el personaje que representa a la política, es un hombre que no tiene ideología, pero evidentemente una conveniencia que superó en demasía a cualquier mínimo destello de convicción, paladín y rampante su actuar mefistofélico. Sin importar el motivo o la situación las personas que viven en la “Prosperidad” un pueblo lacerado por la pobreza, arman una gran fiesta con motivo de nada, con motivo de todo, elevadas cantidades de alcohol y música, celebrar es más ferviente que el nacionalismo o el conocimiento de la historia.  

“Cada sociedad tiene el gobierno que se merece”. 

Supuestamente existe una reserva de oro inigualable, pero nadie la ha encontrado por falta de método, por falta de estudio, por falta de trabajo, por falta de perseverancia, no obstante, cuando se presentan las mínimas pruebas todos los personajes se abalanzan sobre el oro y sobre la herencia que dejó el abuelo, sin administrar, ni planear, sin explorar, sin repartir, todos son conducidos por una sed insaciable que aduce a la ambición, y a una falsa creencia de que todos se merecen ese tesoro.  


Cuando alguien de otra latitud aparece en la historia, aplica ciencia, administración y legalidad y se lleva prácticamente todo. El drama expone que la situación raquítica en la que viven es la suma de las ambiciones y el egoísmo que les caracteriza, tierra de nadie, desierto sin esperanza, pobreza y más pobreza. 

Es la reseña del eterno retorno de los mexicanos, tal vez algún día nuestra patria valga más que lo que vale el egoíco instinto. Viva México.  

In silentio mei verba, la palabra es poder. 

Roberto Ahumada.  


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