El día de ayer se empezó a escribir la historia de un capítulo más de la sucesión presidencial. Se delinearon las reglas que tendrán que seguir los aspirantes a la presidencia de la nación del partido en el poder.
En una asamblea donde participan muchas opiniones, perspectivas y puntos de vista, prevaleció creo que, por primera vez, definiciones que ayudan a construir acuerdos para tratar a los candidatos en igualdad de circunstancias.
¿Por qué hago esta lectura? En primer lugar, porque estas reglas limitan en mucho las ansias por reivindicarse y sumarse de manera comodina a las estructuras del poder. En mi experiencia como docente de tantos años observé que muchos de los académicos que no tenían una formación y argumentación sólida, las sustituyen por autoritarismo.
En el caso del poder público generalmente los gobernantes y funcionarios más incapaces tratan de ocultar su falta de resultados a una subordinación absoluta a quien detenta el poder.
Por ello me parece muy importante haber logrado los acuerdos que terminan con esta conducta facciosa que no ayuda a la construcción de un mejor país basado en el esfuerzo y la responsabilidad colectiva.
¿Cuáles fueron los aciertos desde mi punto de vista? En primer lugar, el que aspira a ser candidato o candidata renuncie a su cargo público. No se pueden usar recursos públicos desde una posición de poder para transmitir aspiraciones personales.
El segundo acierto es definir con claridad el origen de los recursos que se utilizarán en las campañas internas. Un recurso que tiene un origen público debe ser transparentado, debe ser sobrio y limitado para transmitir lo que se pretende hacer para resolver los grandes problemas del país. No podemos hablar de la pobreza y sus consecuencias, derrochando grandes cantidades de recursos que pueden ser usados para fines más pertinentes.
El tercero, terminar con las adhesiones de dirigentes y gobernantes que sólo buscan acomodarse de manera conveniente en las estructuras del poder. Un gobernante o alguien que tenga una posición visible, debe comportarse como un ciudadano más que tiene derecho a tener preferencias, pero sin utilizar su cargo público para tratar de influir en los demás.
Limitar la publicidad de encuestadoras a modo que solo hablan de manera irresponsable de preferencias y resultados que no existen. Son pagadas por alguien que quiere de manera artificial, influir en la opinión y percepción del ciudadano.
¿Qué cosa faltó para ser de esta contienda una competencia democrática? Un debate donde cada uno de los aspirantes pueda decirle a la población como va a reducir la pobreza, cómo puede lograr el crecimiento y principalmente el desarrollo económico del país.
Que va a ser para continuar un proyecto que beneficie a los mexicanos pobres y ricos, como va a ser un país más justo y equitativo, y cómo resolverá los grandes problemas que presenta el país. No es sólo sumarse a lo que ya está hecho, es decirle a los mexicanos lo que falta y cómo puede lograrlo. Estamos en espera de ese paso que es también parte inalienable de la democracia.
@normaglzz