El continente del mapa-Gea, que ahora avistamos, tiene como coordenadas las exactas de nuestra propia localización; es decir, nos encuentra y ubica en nuestra realidad de seres humanos viviendo en sociedad. Así nos encuentra, así nos toca “de cerca y de junto” – al decir de nuestros nahuatlacos-. Continente que gravita y se enlaza con ese permanente centro-norte rector de la Política Fiscal. Es el continente formado por la sociedad, como la comunidad de pueblos habitados por miembros integrados que comparten origen, normas, usos, costumbres, lengua, folklore y prácticas en común. Este gran conjunto de elementos vivos que traban enlaces entre sí, se engloban en un gran espacio aglutinante, al que nos referimos como Cultura. Colindante del Bienestar y de la Política.
Visión del mundo a la que reconocemos como espacio vital que da sentido y significado a la convivencia humana que allí se gesta. Por definición, este gran espacio ni es único ni de un solo centro, es decir no forma un solo globo de superficie plana y homogénea; por el contrario, incluye una pluralidad abierta y ebulliciente, como de múltiples espumas que prorrumpen y se dispersan en el espacio.
Para explorar este gran entorno, nuestro punto de partida es el de un enfoque fenoménico, que propone y construye nuestro autor de referencia Peter Sloterdijk, y en ello seguimos la manifiesta tendencia que ocurre durante las dos primeras décadas transcurridas del siglo XXI, en que ha estado emergiendo el imperativo gnoseológico de ver y entender el entorno existencial desde otros puntos de vista, mucho más fundados en un esfuerzo experiencial capaz de dar cuenta de los hechos desde su real devenir en el espacio y en el tiempo cosmológico. Nuestro autor elige la Fenomenología como método adecuado de observación y experimentación de su singular objeto. Para seguirlo, siglo la metodología que hemos construido.
- Desde el ensamble categorial, 1) Ente o Res (la cosa existente). – Son la moderna biología y metabiología que se han anticipado a explorar que todo ser-en-el-mundo, entendido como ser-en-la-espuma, abre un claro en lo impenetrable. Y fue así que ellas tomaron un giro hacia una ontología pluralista; y fue gracias a su concepto del entorno, que llegó a una nueva visión de su objeto. (Esferas III, Loc. 684). // Estos conceptos inéditos a la pasada Ontología Metafísica, hoy configuran la inesperada fenomenología de los inéditos invernaderos o cápsulas de la vida que día con día constatamos en las formas asociativas “sociales” emergentes en la Historia y en los espacios multiversos de la geografía terrestre. De alguna manera todo tiene que ver con el aire, el espacio y las condiciones indispensables para el cuidado y protección de la vida, incluyendo específicamente la humana. Fenomenología aplicada a una esmerada crítica del conocimiento de los procesos históricos de las diversas asociaciones practicadas por los seres humanos, en su afán cotidiano de sobrevivir al interior de su entorno específico; este devenir confluye en ese gran conglomerado que llamamos “sociedad”, y cuya nueva ciencia explicativa en lugar de ser llamada Sociología -a lo convencional-, hoy debiera ser una ciencia descriptiva de la RED de los actores sociales.
Establecido que fue este enfoque crítico en el tránsito de una ontología metafísica a una fenomenología aplicada a procesos históricos explícitos, mediante los cuales las diversas asociaciones de seres humanos configuran las condiciones de posibilidad de su entorno específico, podemos entonces enfocar nuestro análisis en la calidad y cantidad de los nuevos elementos que las constituyen en cuanto que tales.
Y, en efecto, este constituye el objeto estratégico que perseguimos, para poder emitir un juicio sobre sus condiciones reales de posibilidad y de viabilidad tanto técnica, como gerencial, y crucialmente en su entidad fáctica. Por estas razones, nos referimos a estos modos asociativos de los seres humanos en tanto que formas de “invernaderos” o comunidades, capaces de cultivar la vida en sí mismas, y de comportar una modalidad auténtica de cultura, entendida ésta como la suma de usos, costumbres, relaciones simbólicas y prácticas sociales capaces de configurar la identidad etnográfica propia que le inviste de unidad y cohesión societal, de las que la lengua y el Folklore son elementos distintivos. Por ello, en sentido estricto, habremos de hablar de subculturas o culturas alternas, ya que no son de un solo tipo, sino de una pluralidad de configuraciones.
El espacio asociativo para vivir es capaz de configurar los entornos “sociales”, tan diversificados como organizados para la coexistencia. Los que abrigan hacia adentro la inclusión, pero también demarcan su colindancia con el exterior -de ahí su calificativo de “espumas”-. Ya los etnólogos nos han advertido la importancia de las prácticas de brujería, como armas de defensa, para proteger la unidad del núcleo humano al que se pertenece; y ello en contra de lo que consideran “ajeno” o “extraño”, por ello se les lanzan “echizos”. De manera que, para comprender a cada espacio así conformado, es preciso analizar su modo propio de organizar las relaciones sociales de convivencia a su interior, e identificar correctamente su sentido de pertenencia al grupo originario.
- (3) Del uterotopo. Cavernas-nosotros, incubadoras del mundo. (Loc. 5373). * (Esferas III. Espumas, Esferología plural, Trad. Isidoro Reguera, Ediciones Siruela, S.A. 2006, 2014, Madrid). Encuadre de los nueve (9) conceptos rectores que enmarcan esta teoría explicativa o “antrotropo”. Esta tercera avenida para acercarse a la conformación del ser humano, en su forma asociativa del entorno social, nos confronta con el hecho fenoménico de la Cultura. En ella se impone hablar del cuerpo femenino, sobre todo el maternal. El psicoanalista y biólogo evolutivo británico John Bowlby ha conceptualizado la psicología del riesgo de hacerse humano. (…) Consiguió mostrar hasta qué punto las fases tempranas de existencia homínida y humana dependen, por su diseño psicobiológico, de una estrecha simbiosis madre-hijo, (Loc. 5398). La madre, según el mismo autor, respecto del hijo, es “su entorno de acomodación evolutiva”. Y se establece una distinción crítica: – El hecho del nacimiento, como matrix de todos los cambios radicales de lugar y situación, producirá consecuencias imprevisibles. (…) Está claro que convertirse en mamíferos no basta para alcanzar el lugar del ser humano. Los mamíferos son paridos, los seres humanos vienen al mundo. La isla del ser (Cfr. C. Islas antropógenas, Esferas III. Ut supra. Loc. 4988) depara el clima estimulante en el que ser parido se eleva a venir-al-mundo, (Loc. 5416). Esta singularidad del ser humano lo distingue de cualquier otro animal sobre la Tierra, pero a la vez lo dota con la potencialidad de construir en común con otros, su entorno vital; este solo dato es fundamental para entender el papel crítico que juega su naturaleza asociativa como condición indispensable de posibilidad para su crecimiento y desarrollo.
Esta afirmación tética, aparte de situarnos en una avenida privilegiada para explorar la formación de lo social, nos permite -en el caso de México- contrastar la pretensión ideológica de la Cuarta Transformación, de cambiar la realidad social del país, mediante la partición en dos de la sociedad misma mexicana: a) el bloque López-obradorista en paternalismo autoritario del “pueblo bueno” y depauperado, versus b) el bloque conservador, de neoliberales corruptos, racistas y aspiracionistas. // Notemos la evidente omisión de “la madre”, como condición universal de posibilidad, y factor primerísimo de hominización en el mundo.
Bajo esta visión arbitraria y hegemónica -desde los símbolos de poder- se encuentra una intervención enajenante de las conciencias, mediante la promesa de obtener paliativos a la grave postración económica, al estado permanente de carencias, que se refuerzan bajo la ficción de saberse recipiendarios de donativos -en efectivo- que se les ofertan desde el máximo poder Ejecutivo, como dador gratuito de “bienestar” y atemperamiento de la escasez y la pobreza. En este punto, lo seriamente grave no consiste solamente en refutar su liderazgo político, sino en ponderar al masivo colectivo que está siendo literalmente seducido por el mensaje sin duda atrayente de lo que ya hemos llamado “ilusión fáustica”. En efecto, el importante contingente social que apoya y brinda popularidad a este movimiento supuestamente regenerativo, está siendo motivado por dos factores emocionalmente poderosos: uno, la promesa de una dádiva dineraria incondicional y gratuita de parte del poder en funciones; y segundo, la no exigencia de esfuerzo personal y colectivo para hacerse con estos recursos “gratis data”, como un estado de beatitud garantizada por la seducción del poderoso Mefistófeles, es decir., el sueño de una “ilusión fáustica”, vivir sin pena ni dolor bajo el poder agraciante de una energía superior, sin poder vinculante común y un seguro individualizado.
Constatación que nos deja con una pregunta fundamental: ¿Qué decir a los miembros descontentos de la ciudad dividida en clases, a sabiendas que todos los ciudadanos somos vástagos de la madre tierra, que, junto a hijos de oro, parió hijos de plata y de bronce, con la esperanza, quizá legítima en las madres, de que sus descendientes se las arreglarán pacíficamente entre ellos, en armonía fraternal y piedad por el profundo pasado común? (Opus cit., ut supra. Loc. 5461). Este gran supuesto hipotético nos plantea el dilema lacerante de la división de los hijos de una misma madre común -sea, la Patria que nos cobija y hermana-, dividiendo suertes vitales mediante la distinción de hijos (simbólicamente dicho) de “oro”, “plata” y “bronce” y esperando contra toda esperanza que “ellos” se habrán de avenir pacíficamente gracias a su pasado común. Analogía que intenta justificar la radical diferenciación de origen en razón de su linaje superior o cuna, pero en cuanto un destino ineluctable.
En el caso de nuestro análisis, sobre la pretensión transformacionista de Morena, su tesis dogmática es precisamente la inclusión de los que están con ella y su movimiento, y la exclusión estentórea de los que no asienten a su pretensión hegemónica, así sea dicotómica, polarizante y maniquea. Los argumentos, por tanto, no hay que buscarlos en el orden de la mera contrariedad lógica o retórica, sino a partir de la sensación y emoción propia del colectivo social remanente, el que debe interrogarse seriamente sobre su capacidad real de respirar o sentirse sofocados… De asumir su emoción vital de recurrir a los métodos electivos de su transición política y buscarla con sentido estratégico y eficacia. La legítima opción por el poder de cambio se convierte en una divisa no negociable.
Conclusión política: – Si existiera una tercera forma de guerra, es decir, no aquella por el origen o no aquella por el futuro, sino su frente estaría colocado entre los elegidos y los no elegidos. // De donde habría que contemplar las intrigas de los elegidos hasta que su autodestrucción sea un hecho consumado, (Loc. 5486) //. Esta forma de espejismo, para el resto de la sociedad -no elegida- sería altamente peligrosa por la desactivación social que implicaría, quedar esperando la resolución del conflicto, por la división interna del campo enemigo. Por el contrario, la acción positiva de actuar no debe dejarse esperar. En ello reside su pasión constructiva.