Jartum, Sudán. 9 de febrero de 2023. El ministro de Relaciones Exteriores de la Federación Rusa Sergei Lavrov, cuyo semblante ajado le hace parecer a un mastín napolitano, estrecha efusivamente la mano del jefe de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), general Mohammed Hamdan Dagalo, número dos en la junta militar que gobierna de facto el país africano.
Luego, el jefe de la diplomacia rusa responde preguntas sobre la presencia del Grupo Wagner, una organización paramilitar desplegada en los puntos conflictivos del orbe: “Ellos están ayudando a normalizar la situación en la región”, pues de esta manera planta cara a la amenaza “terrorista”.
Las escenas arriba relatadas sirven como prólogo al presente artículo, el cual pretende explicar por qué la disputa por el agua, el oro y la situación geopolítica han impulsado la guerra civil que vive Sudán.
Primero un poco de historia: los historiadores Heródoto, Estrabón y Plinio relatan sobre una región ubicada Allende el Alto Nilo famosa por ser bañada por los ardientes rayos del sol y el espíritu belicoso de sus habitantes. Posteriormente, misiones procedentes de Egipto convirtieron a sus habitantes a la fe cristiana. Por último, luego de la conquista de Egipto por los árabes, comenzó un proceso de conversión a la convicción predicada por el profeta Mahoma.
La importancia geopolítica del Sudán va de la mano de su vecino egipcio: En 1882, los británicos ocuparon el estratégico canal de Suez, el cual se convirtió en una arteria tan británica como el mismísimo río Támesis. De esta manera, “Egipto fue convertido en un clásico estado vasallo, pues permaneció bajo control británico desde 1882 hasta 1954”1.
En 1883 estalló en Sudán una revuelta contra el dominio egipcio. La rebelión estaba dirigida por Mohammed Ahmed, mejor conocido como Mahdi (“El Esperado”). El propósito del Mahdi era dirigir a sus seguidores, los derviches (“hombres pobres”), en una campaña de purificación del Islam, la cual concluiría con el izamiento de la bandera verde del Profeta, tanto en Constantinopla como en Roma.
Para detener el avance de los derviches, los británicos enviaron a Charles George Gordon, un oficial veterano de la Guerra de Crimea (1853-1856), comandante del Ejército “Siempre Victorioso” durante la Rebelión Taiping (1850-1864) y ex gobernador del Sudán. Las órdenes de Gordon eran evacuar a los egipcios y europeos residentes en la capital del Sudán, Jartum. Sin embargo, Gordon desobedeció sus instrucciones y decidió enfrentarse al Mahdi. Para, de esta manera, forzar el envío de tropas británicas.
En enero de 1885, los derviches asaltaron Jartum y asesinaron a Gordon, antes de que las tropas de auxilio arribaran. El hecho provocó la caída del gobierno británico y que, durante trece largos años, el Sudán viviera en la anarquía. El magro consuelo para los británicos era que el Mahdi murió poco después, tal y como lo había vaticinado Gordon.
En 1898, los británicos decidieron conquistar el Sudán. Dos motivos había tras esta iniciativa: primero, vengar a Gordon, cuyo recuerdo mortificaba tanto a la reina Victoria de Inglaterra como al más humilde súbdito británico; segundo, evitar que una expedición francesa que, partiendo del Chad, se apoderara del Alto Nilo.
Entre los miles de soldados británicos enviados al Sudán destacaba un joven aristócrata de 23 años, de cabello rojizo y ojos azules: Winston Churchill, quien antes de partir, había manifestado un “deseo aborigen de matar a alguno de esos odiosos derviches”. Su ardor juvenil pronto se convirtió en realidad cuando, el 2 de septiembre de 1898, participó en la última carga de caballería del Ejército británico: la batalla de Omdurmán, en donde las fuerzas derviches fueron aplastadas. Para Churchill este fue “el triunfo más notable alguna vez ganado por las armas de la ciencia sobre los bárbaros”2.
Con Gordon vengado, los británicos enfocaron sus baterías contra la expedición francesa, a la cual contuvieron en lugar llamado Fachoda. El incidente estuvo a punto de provocar una guerra entre el Imperio británico y Francia. Sin embargo, los galos sopesaron la situación y decidieron retirarse. La humillación a Francia, sin embargo, quedó grabada en la memoria de un niño de ocho años llamado Charles de Gaulle3.
En 1952, la monarquía egipcia fue derrocada por un movimiento nacionalista denominado los Oficiales Libres. Dos años después, los británicos se retiraron de Egipto. A continuación, en enero de 1956, Sudán logró su independencia. No obstante, el Sudán independiente no conoció los frutos de la paz, la libertad o la democracia porque siguieron años de guerra civil entre el norte islámico y el mediodía animista y cristiano, el cual se convirtió, en 2011, en Sudán del Sur. Así como la lucha en la provincia de Darfur, famosa por sus extensos y fértiles pastizales y vetas de oro.
En noviembre de 2017, el dictador Omar al-Bashir, gobernante de Sudán desde 1989, viajó a Moscú y ofreció a Vladimir Putin la opción de construir una base naval rusa en Puerto Sudán, ubicado en el mar Rojo. Al año siguiente, el Grupo Wagner arribó a Sudán para proteger los intereses comerciales rusos en la región de Darfur. Por ello, establecieron una alianza con el general Mohammed Hamdan Dagalo. Posteriormente, en abril de 2019, al-Bashir fue derrocado por las fuerzas armadas. Por último, en octubre de 2021, hubo otro golpe de estado y se instauró una junta militar dirigida por el jefe del Estado Mayor, general Abdel Fattah al-Burhan, y el precitado Dagalo.
Los antes aliados, al-Burhan y Dagalo, se han enfrentado desde el 15 de abril del año en curso por la posesión del Sudán. Ambos tienen valedores externos: el primero, Egipto y Turquía; el segundo, Rusia y los Emiratos Árabes Unidos. Al momento de redactar estas líneas, se ha declarado por enésima vez un alto al fuego, el cual posiblemente mida su duración en horas.
El escribano concluye: para Moscú, es importante que su aliado Dagalo logre el triunfo por tres razones: primero, usar al Sudán como una plataforma para proyectar poder en el Mediterráneo Oriental; segundo, utilizar a Puerto Sudán para futuras operaciones en el Océano Índico y sus aguas adyacentes, las cuales serán “el teatro central para la competencia y el conflicto”4 entre las grandes potencias; tercero, afianzar su preponderancia económica, pues provee el 80 por ciento del armamento utilizado por el Ejército sudanés y el Grupo Wagner explota los yacimientos áureos y vigila el curso del río Nilo, el segundo caudal más extenso del orbe.
Aide-Mémoire. – Vamos a ver que resulta de la reunión entre AMLO y la asesore de Seguridad Interna, Elizabeth Sherwood-Randall.
Recursos consultados
- – Meyer, Karl E. and Blair Brysac, Shareen. Kingmakers: The Invention of the Modern Middle East. The United States of America, Norton, 2008, pp. 30
- – Churchill, Winston S. The River War: An Account of the Reconquest of the Sudan. The United States of America, Carroll & Graf, 2000, pp. 300
3.- De Gaulle, Charles. Mémoires de Guerre: L`appel : 1940-1942. France, Plon, 1999, pp. 8
- – Kaplan, Robert D. Monsoon: The Indian Ocean and the Future of American Power. The United States of America, Random House, 2010, pp. 9