Publicado por Kornesh Arte y Cultura en coedición con Nueva York Poetry Press, editorial dirigida por la poeta argentina Mar Russo, este libro titulado Cáncer de mama: no de alma inaugura la colección Desarticulaciones y otros discursos en lo que se refiere a Nueva York y también lo hace en Konesh Ediciones, dependencia de la empresa privada mexicana Konesh Soluciones, a cargo de Héctor Gutiérrez Machorro, fundador y director general desde hace ya más de diecisiete años.
Con prólogo de Gerardo Castorena Rojí, nos introducimos en una de las enfermedades más temidas de nuestra época, el cáncer, y a lo largo de la lectura podemos ir desmitificando muchas de las historias que hemos escuchado entorno a este padecimiento que afecta a millones de seres humanos independientemente de su condición social y de sus creencias. En el caso de nuestra autora, costarricense de nacimiento, y residente en la Ciudad de México, el cáncer la visitó varias veces y en una de las conversaciones que sostuvimos nos pusimos de acuerdo para poner por escrito de manera organizada la experiencia de vida que dejó en la que hoy es para mí una hermana del alma y una maestra: Marta Eugenia Santamaría Marín.
“Pero yo nunca he escrito un libro”, recuerdo que me dijo en un restaurante japonés en la colonia Roma donde un joven sobreviviente de cáncer de hígado me acababa de regalar la publicación donde narraba su historia. “Siempre hay una primera vez”, le dije a Marta y quedamos en que ella me enviaría sus primeras quince cuartillas, que yo las leería y le enviaría mis observaciones. Desde esa lectura fue imposible para mí contener las lágrimas. Su narración me atrapó desde el inicio y aunque era evidente el necesario trabajo editorial, me di cuenta que estaba ante un libro viviente, un relato sobrecogedor que exponía sin tapujos la historia de un sufrimiento extremo que mucho tenía que enseñar en este mundo.
Además de enterarme de cómo se fueron dando los eventos y de quienes fueron las personas que la acompañaron en este proceso, pude ver cómo me conectaba con mis propias historias de dolor. Supe, sin lugar a dudas, que aunque el lector no tenga cáncer se vinculará a través de un pasadizo subterráneo e intangible con los tiempos de las vacas flacas donde la entereza, la solidaridad, la nobleza, el amor, la amistad, la fortaleza, y la decisión de seguir viviendo a pesar de lo que suceda se vuelven posibles, rebasando con mucho las predicciones nefastas de tantos pesimistas.
Además, Marta, en muy poco tiempo dio un paso más allá: decidió ilustrar el libro con fotografías de su esposo, Héctor Gutiérrez, autor de la crónica visual. Mucha humildad hay en esta autora, que sorprende por la transparencia y la autenticidad, virtudes que se suman a un gesto sumamente generoso de compartir con los lectores la geografía sagrada de su cuerpo, las lesiones y transformaciones vividas, que impactan a cualquiera que las contemple. Sin embargo, he de decir que hasta la más despiadada cirugía de las casi treinta vividas por ella son nada en comparación a su sonrisa la cual no desaparece en ninguna de las fotos que se muestran a lo largo de las 330 páginas en las que se desarrollan estos episodios que nuestra autora tuvo a bien compartirnos.
Con este libro, Marta Eugenia Santamaría Marín cierra un capítulo de su vida y aporta un testimonio valiente y profundo a lo que se ha escrito sobre el tema, con la finalidad de entregar la antorcha de la esperanza a las personas que en este momento se encuentran sumergidas en la oscuridad. Tiene el propósito de recordar que el cáncer es una enfermedad que puede ser curada y que mientras uno la experimenta siempre será mejor sobrellevarla sin queja y con una gran sonrisa, porque con una actitud así, además de iluminar a la humanidad, se garantiza el triunfo ante cualquiera de las calamidades que nos toque vivir.
Finalmente, el cáncer es sólo en el cuerpo, nunca en el alma. Ese terreno fértil para que, pase lo que pase, siga creciendo la bondad, la alegría de vivir, la gratitud y la amistad. Es por esto que me regocijo en los méritos acumulados por nuestra autora, quien, sin duda alguna, le ha dado un giro al sufrimiento transformándolo, en profunda reverencia ante todo lo que existe y es gozable y es bello y es puro.