Creo que si intentamos definir el sonido de Soft Machine nos enfrentamos a serias complicaciones, ya ves, esa casi natural tendencia que tenemos todos, o muchos por lo menos, de ponerle nombre a todo lo que escuchamos, y no estamos conformes hasta haberle colgado una etiqueta, es entonces que finalmente podemos disfrutar la música. Pero no, para disfrutar de la música no es necesario buscar clasificaciones y ubicar lo que escuchamos dentro de un lenguaje o contexto musical, eso es tarea estéril, pero al escuchar la discografía completa de Soft Machine, si acaso un comentario cabría en cuanto a su generosa proyección de sonido, es la de ser, simplemente, buena música, así, sin complicaciones.
La agrupación de Soft Machine inició en 1966, y paralelamente con Caravan, empezaron a definir el llamado sonido Canterbury, que ya durante los años 70, vendría a completar Camel y darle mayor definición a esta escuela musical británica.
El grupo permanece vigente de 1966 hasta 1980, año de la publicación de su última producción en estudio llamada Land of Cockayne, aunque en 1984 se realizaron una serie de conciertos de promoción de su último disco en el Ronnie Sctott’s Jazz Club. Durante estos poco más de 15 años de trayectoria encontramos más de una docena de músicos que en diferentes momentos fueron parte de Soft Machine, y aunque el lenguaje musical oscila con absoluta libertad entre el jazz fussion, rock progresivo y una fuerte identidad psicodélica especialmente en sus primeros años, la constante en la propuesta musical de la agrupación fue, sobre cualquier otra tendencia, la buena música.
Pero ocupémonos del disco Six, evidentemente, sexto en su discografía, y que en este año 2023 cumplió sus primeros cincuenta años de existencia, el disco se publicó en febrero de 1973, por lo que, evidentemente, El banquete de los Pordioseros tenía una deuda con este maravilloso disco que, hay que decirlo, no es una propuesta musical fácil de escuchar, es un disco que exige una audición atenta y sin distracciones. No sé si a ti te sucede, amigo melómano, pero a mí me pasa con mucha frecuencia, no importa si voy manejando o estoy en casa, no importa en qué momento, lugar o circunstancia, pero si estoy escuchando música, soy de los que regresan una y otra vez el disco, el archivo, o vuelvo a colocar el brazo del tornamesa al inicio de la pista, esto dependiendo del formato en el que esté escuchando, porque juzgo que no puse suficiente atención a la canción, obra musical o lo que sea con lo que esté deleitando mis oídos, y el disco Six de Soft Machine es de esos que no permiten la más mínima distracción, nos perderíamos de lago muy valioso ante el más insignificante desliz auditivo.
Six es de los discos que no acostumbro escuchar en el carro, porque por razones obvias, al manejar tenemos que estar concentrados en otras cosas, por lo que este álbum merece una audición atenta y sin interrupciones, una botella de vino tinto, una tabla de quesos y preferentemente solo, sí, porque la charla nos haría perdernos algo interesante, aunque claro, también es muy disfrutable una audición compartida en donde puedas comentar con otra u otras personas algún detalle de la obra musical. De hecho debo decirte que algunas de las sesiones musicales que más he disfrutado de discos como Closet o the Edge de yes, o In the Court of the Crimson King de King Crimson, han sido con algunos buenos amigos comentando las mieles de esa sesión musical, en fin, como sea.
Six de Soft Machine es el primero en el que participa el tecladista y saxofonista Karl Jenkins, proveniente del grupo Nucleus, una agrupación de jazz rock británica fundada por el escritor y trompetista Ian Carr que fue el único miembro constante de la agrupación. Karl Jenkins está acompañado por Hugh Hopper en el bajo, John Marshall en la batería y Mike Ratledge en los teclados. Soft Machine funciona en esta producción como cuarteto prescindiendo de la guitarra pero con el uso magistral de dos teclados y un saxofón garantizando la propuesta melódica que resulta extraordinaria.
Pero esta formación que Soft Machine presenta en Six fue verdaderamente efímera, los conflictos internos fueron la clave para que esta formación no trascendiera más allá de esta sexta producción. Hugh Hopper, encargado del bajo y que junto con Mike Ratledge representaban los últimos restos de la formación clásica del grupo, no estaba contento con el trabajo de Jenkins como compositor, por lo que dejó la agrupación poco después del lanzamiento del disco siendo sustituido por el bajista Roy Babbington, también proveniente de Nucleus y que participó en el siguiente disco que lleva el ingenioso nombre de Seven, el resto de la fórmula permanece inalterable, aunque debemos entender que el grupo Nucleus se convirtió en una especie de antesala, a partir de este momento, muchos de los nuevos integrantes de Soft Machine tenían sus antecedentes musicales en Nucleus. Pero antes de alejarse de Soft Machine, High Hopper deja como testimonio el tema de 1983 que debemos entender como un adelanto de su disco debut en solitario llamado 1984 y que tiene altos niveles de experimentación.
Six tiene pasajes musicales en los que casi involuntariamente, -y vamos otra vez con las molestas clasificaciones que en realidad ponen límites a la creatividad-, suenan al más puro y ortodoxo minimalismo digno de Philip Glass.
El disco Six de Soft Machine fue considerado por la revista Melody Maker de Inglaterra como el mejor disco de jazz de 1973, hoy lo recordamos en el Banquete de los Pordioseros.