Los Habitantes: angustia por los años perdidos, ópera prima de Homero Bueno  - LJA Aguascalientes
01/07/2024

Luciano Campos 

¿Cómo se recuperan años perdidos de una vida? Emiliano (Jorge Luis Moreno) vive atormentado. Tiene una bella familia, con su esposa y su hija, pero sufre de alucinaciones, ve siluetas espectrales, y no puede dormir. Tal vez si conociera su pasado, pudiera entender la causa de la angustia. 

Los Habitantes (2023), ópera prima del realizador Homero Bueno, es un psicodrama con altas dosis de suspenso sobre cómo algunos fantasmas se anidan muy adentro del inconsciente y emergen de maneras insospechadas, para enviar mensajes o recordar pasajes recortados de la memoria. 

La pluma de Bueno va hacia las vertientes de Hitchcock, creando tensión con atmósfera y expectativa. Emiliano lleva una vida miserable a causa de visiones y su gesto es estupor permanente y abandono. Encima de todo ve, o cree ver, fantasmas, que lo acosan y se entrometen en su vida. 

La ambigüedad de las imágenes es permanente, pues bien pueden ser visualizaciones horrorosas de entes del más allá, que regresan para perturbar a los vivos, o tal vez sean solo sugestiones e inventos, que pasan por la mente afectada del pobre tipo. 

Aunque la narración es lenta se ve una intención de ir construyendo pacientemente la tensión, reiterativamente, sobre problemas que puede tener el hombre con asuntos que no ha podido resolver y que, para su desesperación, desconoce por completo. Hay algunos eventos que ocurren en la vida, que son tan impactantes que provocan una amnesia permanente. Las memorias traumáticas a veces son insoportables. 

La espera proporciona recompensas, pues Bueno va revelando las claves para completar el acertijo. El director sabe muy bien lo que quiere contar y se ve en la mano segura con la que mueve a su casting. Las piezas forman la imagen completa, con la ayuda de personas del primer círculo del afectado que, inicialmente, lo hacen sentirse un loco por tener una conducta errática. Cómplices del secreto, aguantan hasta que es necesario hacer las grandes revelaciones que pueden ser sorpresivas y devastadoras. 

La fuerte presencia de Angélica Aragón se impone cuando entra a la historia, como la madre del joven que, por ingenuidad, malicia o simple imprudencia, oculta algunos detalles que pudieron haberle dado alivio al atormentado. 

Se agradece la claridad en la narración. El drama es directo y sencillo, aunque complejo en emociones. Por momentos corre el riesgo de volverse repetitivo, pero afortunadamente va proporcionando suficiente información para hacer que el suspenso avance, hasta llegar a un último acto intenso. Afortunadamente, se elude el lugar común del elemento de la casa (probablemente) embrujada, pues el sitio no es una mansión antigua y solariega, sino una residencia en un sector próspero. 


El trabajo técnico es impecable, con una edición muy precisa de Marelén Ríos-Farjat que da un ritmo pausado, pero sostenido a las escenas, hasta llegar a un final frenético. Brilla, además, el trabajo de maquillaje de Yuliana Barco, que hace caracterizaciones francamente aterradoras.  

La música original de Julián Guajardo les añade a las escenas una atmósfera sobrecogedora, que acentúa la sensación claustrofóbica en la que se encuentra Emiliano, atrapado por las visiones y, quizás, afectaciones de culpa. 

De estreno en cines, la cinta producida por el mismo director, junto con Patricia Bueno y Oscar Yibrand, es de suspenso mezclado con terror, con factura regiomontana y fresca, hecha para un público juvenil, que verá en Los Habitantes, una historia muy original que trasciende los sustos. 

 


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