El 14 de diciembre del 2022, una nueva generación de cuerpos de seguridad estatales se graduó de sus estudios en el Instituto Estatal de Seguridad Pública. Se trata de 66 nuevos policías preventivos, 26 policías de investigación y 20 agentes del Ministerio Público que, según la gobernadora María Teresa Jiménez en la ceremonia de graduación, “fortalecerán el plan estratégico de seguridad y justicia Blindaje Aguascalientes”, implementado en su administración.
Entre estos recién graduados elementos se encuentra Christopher Kaleb, un joven trans de 28 años que platicó con LJA.mx su travesía para graduarse de la Academia de Policía de Aguascalientes.
A lo largo de todo México se vive una “inseguridad crónica”, como lo define la asociación civil Causa en Común, por lo que es urgente atender a las corporaciones de seguridad para que cumplan con las funciones que les son establecidas.
Además de esto, la permanencia de las Fuerzas Armadas en las calles, la creación de la Guardia Nacional y las funciones que se le atribuyen de proximidad social, han permeado en la percepción que la población en general tiene del policía, siempre estigmatizada y en el primer lugar de los señalamientos de corrupción y mala praxis, sin que sea considerada la situación de abandono institucional “en sus distintas vertientes, esencialmente: capacitación, equipamiento y prestaciones, lo que sostiene un piso de abusos y discrecionalidad, desde el exterior y al interior de las instituciones de seguridad pública”, se lee en la investigación “La situación de las policías en México 2018-2022”, de dicha asociación.
Es de esta visión negativa de las corporaciones policíacas la necesidad de hablar de la vida y las condiciones laborales de los elementos, y complejizar aún más su situación para entender el proceso de militarización, desplazamiento y minimización de los trabajos policiacos, esto podría ayudarnos a conocer, mas no justificar, los abusos de poder o las faltas que cometen los elementos, así como saber de dónde provienen.
Christopher Kaleb acaba de graduarse de la Academia de Policía, su rostro se ilumina al hablar de su graduación y de la felicidad que les dará a sus padres una vez que concluya su entrenamiento para después formar parte de la Policía Estatal de Aguascalientes.
Pero para llegar a ese punto, Kaleb atravesó un camino que a todas luces no ha sido fácil. Comenzó su narración al hablar de la disforia de género, esa sensación de extrañeza o incomodidad que se siente cuando las personas no empatan su identidad de género al sexo que les fue asignado al nacer. “Fue hasta los 25 años que comencé a obtener información sobre el tema, yo sabía que algo no estaba acorde a mi persona, y comencé a entender por qué me generaba conflicto, hasta la fecha, la disforia de género que genera mi cuerpo”.
Por fin, con más información de su proceso y sintiéndose menos solo en sus pensamientos, Kaleb decidió realizar el trámite de corrección de sus datos ante el Registro Civil, “todo por mi cuenta, en mi familia nadie sabía lo que estaba haciendo”, para esto solicitó informes en FAMDI Ags., con su director Mateo Castañeda, así como con la activista Susan Rodríguez, quien llevó todo el proceso, “por ella hicieron mi corrección de datos, entonces le agradezco enormemente; fue un año lo que duró el proceso, un 25 de mayo me dijo ya tengo tu resolución y necesito que vengas a firmarme. Esto era un proceso solo mío, estaba muy contento”.
“Cuando ya me avisan de la resolución le comenté a mi papá, ‘¿sabes qué, papá? probablemente me cambie de nombre, estoy en trámite, aún no me han dicho nada, no sé qué vaya a pasar’, con él tengo mucha comunicación, mucha confianza, en ese entonces había muchas discrepancias con mi mamá, y con el primero que siempre corría para contarle mis planes era con mi papá. Su respuesta fue “si es lo que tú quieres, adelante”.
En Aguascalientes, las Legislaturas anteriores y la actual, de mayoría panista, no han tenido voluntad política para realizar las modificaciones al Código Civil estatal sobre los cambios oficiales de identidad de género, por lo que aún todas las personas que deseen realizar este trámite, que más allá de lo jurídico también permite empatar la perspectiva con la que se autoperciben, deben tramitar un amparo en juzgados federales para que se respeten sus derechos y su identidad.
“Me llamo así. El nombre de Kaleb no cambiaba mucho al original y como que me hice a la idea que tarde que temprano mi mamá lo iba a aceptar, es por ella el nombre de Kaleb. También conforme fue avanzando el tiempo, fue favorable su respuesta, ya me llama Cris. De repente se le sale una que otra palabra de antes pero me permito entenderla, también es un proceso para ella. Se me hace curioso, dice que soy todo un caso desde que nací, a los cinco meses dos semanas”, cuenta agradecido.
Christopher Kaleb es un hombre que sonríe. Al recordar lo que ha vivido, por momentos su ceño se frunce pero casi a la par se sobrepone. Entiende cómo funciona el mundo, pero no lo acepta. Su tenacidad es lo que lo ha llevado hasta donde está y eso lo tiene claro.
“Justo por ese tiempo fue cuando decido comenzar a automedicarme, por desconocimiento, todo es la falta de información. Fueron muchos cambios en mi estado de ánimo, la tolerancia, mi apetito aumentó bastante, la sudoración, lo genial fue que se me retiro la regla, eran unas cosas por otras, me gustó, pero no me hizo bien, pretendo asistir con el endocrinólogo una vez que concluya la Academia, con un médico sensibilizado en el tema”.
Sobre la decisión de entrar a la Policía, Kaleb detalla que necesitaba transitar hacia lo masculino, “necesitaba un cambio muy drástico para sentirme más yo, de alguna manera estaba buscando el cambio en un entorno relacionado a lo masculino”. Parte importante de esto también fue el apoyo de su padre “curiosamente en un viaje con mi papá, que trabaja de camionero en la Central, me dijo ‘vente, vamos a preguntar a Calvillo’.
Kaleb había preguntado en el municipio de Jesús María por el proceso de ingreso, “me dijeron, ‘tienes que hacer tu preparatoria y esperarte un año para que puedas entrar’, pero yo ya no podía esperar un año de mi vida para cambiar drásticamente, ahí fue cuando mi papá me llevó a Calvillo”.
Fue ahí en donde comenzó el proceso, “me pidieron mi nombre, mis datos. Yo dije, no, pues la secundaria no la tengo, la estatura no la doy, uno que otro tatuaje tengo, no voy a quedar, entonces en un mes recibo una llamada. Aún no recibía yo la resolución a mi favor sobre el cambio de identidad, faltaba la copia certificada de la sentencia, cuando me entrevistan yo informo mi situación y pasé los filtros”.
Sobre su relación familiar, Kaleb cuenta que “ahora que entre a la academia, mi relación con mi hermana mayor ha mejorado bastante, sí éramos unidos y había relación, pero no sé si es el tipo de trabajo que ahora tengo que me concientizó más para valorar los momentos familiares, hoy estamos, mañana quién sabe, así es este tipo de trabajo. Con mi hermana, la que sigue de mí, anteriormente antes de entrar a la academia había mucha comunicación, mucho relajo, aquí y allá, y entro a la Academia y cambia nuestra relación, dice ‘es que tú y los puercos’. Y yo, ‘perdón, pero no me llames así, ahora esta es una profesión, un trabajo que yo elegí, tú también elegiste, no te estoy faltando al respeto ni ofendiendo’, entonces, cambió por completo la relación, a diferencia de con mi hermano más chico, que mejoró mucho. Sí ha habido mucho cambio en mi vida, desde lo personal, familiar y laboral que era lo que yo buscaba, era algo que me había propuesto”.
A pregunta expresa de si realmente quería ser policía, Kaleb responde: no tanto policía, quería un cambio drástico en mi vida, si no quedaba en la Academia quería ser trailero, si no, pues a seguir el sueño americano.
Uno de los señalamientos más frecuentes en las corporaciones poliaciacas es la falta o insuficiencia en las capacitaciones para elementos en temas específicos de derechos humanos -derechos de las mujeres, de las personas LGBT+, los derechos de personas con discapacidad, entre otros-.
Con todo esto, participar en la Academia con las compañeras y compañeros no ha sido fácil: “Sobre todo con ellas, que me dicen ‘oye ¿por qué estás tú en este baño(de mujeres)? Aún siento ciertos complejos en mi persona que me limitan, no estoy confiado al 100% para entrar al baño de hombres”, relata, “aún mi cuerpo no está al cien como pretendo visualmente entonces sí entiendo alguna que otra mirada extraña, no le tomo importancia”.
Sobre si ha sentido temor o incomodidad en su estancia en la Academia, Kaleb respondió que sí ha sido molestado: “sí, sí lo han hecho, lo hacen, pero no soy dejado, ¿me tocas? no te vas a ir limpio, con el afán de molestar, he aprendido a tomar las cosas de quien viene, si es una persona equis en mi vida, no le tomo importancia. Me enfoco más en eso de terminar la Academia, no ha sido difícil porque en cualquier trabajo vas a recibir órdenes y tienes que acatarlas, obviamente es mucha disciplina, es un proceso”.
“Yo nunca he tenido problemas con ningún profesor o comandante, uno que otro arresto por distraído, por creer que podría hacer como entrar al cubículo a tomar café, salimos de una actividad y yo traía mi termo, se me hizo fácil entrar al comedor por café entonces esa acción no está permitida, yo no avisé al jefe de grupo y me causó un arresto de 36 horas. Fue mi culpa, no avisé, no debía hacerlo”.
Sobre la percepción que existe de las policías, Kaleb entiende que los estigmas penden sobre su cabeza, aunque confía en su preparación y las herramientas con las que actualmente cuenta para hacerle frente. Aunado a esto y sobre la militarización que permea en el país, agregó que: “la Policía Federal tenía preparación de proximidad social, algo que ni el Ejército ni la Marina tiene, ellos no saben cómo acercarse a la sociedad, a nosotros en la Academia nos enseñan, tenemos materias especializadas, ¿cómo es, cómo debemos implementar y tener una conexión con la ciudadanía?, que la sociedad tenga la confianza de acercarse con el policía es muy importante, dejar de estigmatizar a los policías que todos somos corruptos”.
Sobre la atención que reciben los policías, en funciones o en capacitación, Kaleb detecta algunas áreas de oportunidad: “No llevamos asesoría sicológica después de algún evento trágico, es algo que debería de haberlo, es un trabajo con mucha responsabilidad, pareciera que los policías somos el blanco de la sociedad y no para auxiliarles de ellos mismos, desde mi punto de vista sí sería una buena opción que se implemente atención sicológica, ha habido casos de compañeros que se disparan, suicidios, solo he conocido casos”.
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