La filosofía de la medicina es un campo relativamente reciente, en profundo desarrollo, y de actualidad y relevancia. Aunque una tentación desde la historia del pensamiento y las ideas es rastrear sus orígenes hasta el Corpus hippocraticum, tanto la práctica médica como las teorías que la sustentan han sufrido intensas reformas. Así, resulta natural considerar que las transformaciones al interior de la filosofía de la medicina sean parcialmente paralelas a los cambios históricos de la medicina como tal. Por tanto, aunque la reflexión filosófica sobre la medicina no sea nueva, los perfiles actuales del área han sido modelados por la historia reciente.
Quienes se dedican a la filosofía de la ciencia en la actualidad suelen realizar una distinción entre la filosofía de la ciencia general y la filosofía de las ciencias especiales. Mientras la filosofía de la ciencia general atiende a problemas que son comunes a las distintas ciencias ⎯e.g., a la naturaleza de la explicación científica, al debate entre los realismos y antirrealismos científicos, al cambio científico, etc.⎯, las filosofías de las ciencias particulares trabajan problemas que son propios de ciencias específicas. Estos últimos se caracterizan por ser problemas que dependen tanto de consideraciones filosóficas como de hechos empíricos, lo que los hace tan interesantes. La filosofía de la medicina, en particular, explora cuestiones tanto metafísicas como epistemológicas de las ciencias de la salud. Esta última afirmación puede sorprender, dado que la reflexión filosófica sobre la medicina parece haberse concentrado en problemas de índole moral. Pero, dado que la investigación biomédica y la práctica clínica están repletas de cuestiones tanto éticas como axiológicas, la bioética es considerada un campo de estudio independiente a la filosofía de la medicina. Algo similar sucede en la actualidad con la epidemiología social. Quienes se dedican a la filosofía de esta disciplina exploran, a partir de la correlación positiva entre las desigualdades en salud y el estatus social de las personas enfermas, e.g., el papel de la justicia social en la investigación médica y la intervención clínica.
Así, la actual filosofía de la medicina se ocupa de problemas como los siguientes: el análisis y definición de los conceptos de salud y enfermedad; la clarificación de algunas categorías de enfermedad controversiales ⎯e.g., la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica⎯; la naturaleza de las teorías, causas y las explicaciones en las ciencias de la salud; el estudio del uso de la probabilidad y la aleatoriedad en la investigación biomédica; el análisis y evaluación del debate entre reduccionistas y holistas tanto en la investigación biomédica como en la práctica clínica; el análisis epistemológico de las nuevas variedades de la medicina moderna; la evaluación epistemológica del uso de modelos animales en la investigación biomédica; el estudio y aplicación de la lógica al diagnóstico médico; el análisis epistemológico del uso de la perspectiva de la primera persona en la investigación y práctica médicas ⎯fenomenología, conocimiento narrativo y enfoques cualitativos⎯, entre muchísimos otros. Así, para quienes se dedican a la filosofía de la medicina, la discapacidad, el nacimiento, la muerte, el dolor, el dolor crónico, el sufrimiento, el efecto placebo, las enfermedades genéticas, el diagnóstico y sus categorías, los ensayos clínicos, la evidencia estadística, los estudios observacionales, la epidemiología, los distintos métodos de investigación, los métodos clínicos, etc., son todos temas de interés filosófico.
Aunque pocas médicas y médicos consideran que la reflexión filosófica sobre sus actividades cotidianas deba ser una parte importante de su práctica o de la investigación biomédica, se comienza a reconocer que las humanidades en general podrían tener un papel potencialmente importante que desempeñar en las ciencias de la salud. Alexander Bird, por ejemplo, sugiere que la filosofía puede situar a las actividades y a las afirmaciones que se realizan en la investigación y la práctica clínica en un contexto crítico más amplio. La filosofía también puede cuestionar, exponer y examinar los fundamentos y los supuestos en los que se basan estas actividades. Por último, la filosofía puede aclarar cuestiones y desenredar confusiones que están presentes en algunos debates que parecen no poder resolverse de manera normal por las y los especialistas médicos.
Uno de los debates recientes que menos susceptible ha sido de una resolución normal dentro de las ciencias de la salud tiene que ver con una de las variedades de la medicina moderna. Es probable que el debate filosófico más significativo sea el concerniente a algunos postulados de la Medicina Basada en la Evidencia (MBE), y a su evaluación como un nuevo paradigma en las ciencias de la salud. Esto se debe a que, a diferencia de la mayoría de las controversias que se dan al interior de las ciencias, que muchas veces se resuelven una vez que se ha reunido suficiente evidencia empírica, el debate sobre la MBE no parece ser uno en el que evidencia adicional nos ayude a verlo con más claridad, puesto que la propia naturaleza e importancia de la evidencia en la investigación biomédica y práctica clínica es una de las cosas que están es disputa en la discusión. Además, si la MBE es en verdad un nuevo paradigma en las ciencias de la salud, los mismos mecanismos para evaluar la evidencia también estarían en disputa. Es por ello que se requiere clarificación filosófica y, en particular, epistemológica.