Esta semana se cumplieron los primeros 39 años de la publicación del disco Stationary Traveller del grupo inglés Camel. Se trata del décimo disco en estudio de esta importante e influyente agrupación británica publicado el 13 de abril de 1984.
Por su contenido, lo debemos considerar como un álbum conceptual que se ubica en la desesperación, impotencia y desencanto que provocó la Guerra Fría prácticamente en todo el mundo y que encontró en los años 80 uno de sus momentos más ásperos, como sabemos, esta desquiciante guerra sin armas, ni campos de batalla terminó en 1989, con la caída del Muro de Berlín y el fin de todas las tiranías comunistas en Europa y la consecuente desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Camel había grabado dos años antes, 1982, el disco Single Factor, terminada la gira de este álbum, el guitarrista y pilar central de Camel, el guitarrista, flautista y cantante Andrew Latimer decide reconstruir Camel reclutando músicos para esta nueva travesía musical, convoca de esta manera a Ton Scherpenzeel, músico holandés que recordamos en la banda Kayak, en todos los instrumentos de teclado ocupando el lugar que había dejado el insustituible Pete Bradnes, de hecho, tan insustituible es, que Latimer lo convoca como músico invitado para la gira Pressure Points y que sería el siguiente disco de Camel y que es el segundo disco en vivo de esta agrupación inglesa y que fue publicado el 11 de mayo de 1984.
Tenemos también a Paul Burguess en la batería y percusiones, a este músico lo ubicamos en el grupo de Jethro Tull. David Paton en el bajo y voces, Chris Rainbow es el cantante, Mel Collins esta evidentemente en los saxofones y Haydn Bendall en los sintetizadores. Por supuesto, de las guitarras, flautas y voz se hace cargo Andy Latimer.
Es así que Camel, con esta nueva alienación inicia las grabaciones ed su nueva producción en los estudios de grabación Riverside de Londres.
Hay una importante diferencia que debemos considerar al analizar este extraordinario disco, todos los anteriores discos conceptuales de Camel, como es el caso, por supuesto, de Snow Goose, están formados por temas musicales entrelazados entre sí, y en Stationary Traveller no sucede así, aquí si son temas independientes uno de otro, aunque todos cuentan un fragmento de la misma historia.
La autora de esta historia es Susan Hoover y la trama se desarrolla en la ciudad de Berlín en plena Guerra Fría teniendo como hilo conductor el amor entre dos jóvenes separadas por el muro que cruelmente divide la capital alemana, y su inmenso deseo de encontrarse otra vez.
Esta es una de las tantas historias surgidas como consecuencia de la construcción de ese terrible muro después de que terminó la Segunda Guerra Mundial, y al derrotada Alemania es divida en dos estados independientes, la República Federal de Alemania del lado occidental del país que nombra la ciudad de Bonn, cuna de Beethoven, como su capital, y es un país libre que no depende del aplastante dominio soviético, y la República Democrática de Alemania, cuya capital es el lado oriental de Berlín, mientras que la parte occidental de la ciudad pertenece a la Alemania libre. Sabemos que muchas familias quedaron irremediablemente divididas por la crueldad de este sistema violentando los más elementales derechos humanos, y a partir de este acontecimiento han surgido desde entonces una gran cantidad de historias, algunas ficticias, otras que verdaderamente sucedieron, pero todas basadas en una terrible realidad.
El disco abre con el tema Pressure Points que sería el nombre del siguiente disco grabado en concierto y que representa, como ya lo hemos señalado, el segundo álbum en concierto de la banda después del maravilloso Alive Record grabado en conciertos de 1974, 1975 y 1977 y publicado finalmente en 1978, es decir, pasaron seis años para una segunda producción de Camel en concierto.
Hay algunos puntos débiles en este disco, por ejemplo, el segundo tema es Refugee, en donde Andy Latimer intenta colocar el sonido de Camel en sintonía con los años 80, lo que evidentemente no resultó muy afortunado. Sabemos que muchos grandes grupos de rock, con una trayectoria consumada en la década anterior, se sintieron estimulados por el facilismo musical que proponían los años 80 y cedieron a la tentación, Paul McCartney, Rod Stewart, The Rolling Stones y muchos más entre los que encontramos referencias que podríamos considerar como inalterables en su discurso musical, no obstante sucumbieron a la tentación, Yes, Genesis, la banda Chicago, por supuesto, King Crimson, y ahora Camel con este intento fallido se sumarse a esta vorágine de los años 80.
En Refugee, y en todo el álbum, Andrew Latimer propone la utilización de una batería electrónica, pero sin los mismos resultados que consigue Bill Bruford, me parece que en todo caso es un sonido forzado. Como antídoto a esa batería complaciente con los intereses de los años 80, tenemos la guitarra de Latimer que afortunadamente no entiende de complacencias comerciales y tiende de manera natural a la residencia de la buena música, algo que le es connatural al sonido de Camel, así debe ser.
Digamos que los aniversarios de lanzamientos de algunos de los grandes discos de rock nos sirven como pretexto –como si necesitáramos uno- para repasarlos y dedicarles una buena sesión auditiva, reencontrarnos con su magia, y claro, esperando siempre encontrar algo nuevo, algo que quizás habíamos pasado desapercibido en una escucha anterior.
Saca tu disco de Stationary Traveller, descorcha una botella de vino tinto y disfruta de una buena audición, un disco lúgubre, oscuro, pero al mismo tiempo intenso y profundo e iluminado por la intensa guitarra de Andy Latimer. ¡Salud!