Andrés Manuel López Obrador invitó a Felipe Calderón Hinojosa a la conferencia matutina para que aclare su relación con Genaro García Luna, sería bueno, porque esto ayuda mucho a la gente a informar, y si viniera aquí, se comprometió el presidente, “nos comprometemos a que no haya preguntas, nada más que dé su testimonio. ¿Y por qué decimos que aquí?, bueno, porque fue presidente ‘haiga sido como haiga sido’, y no es para presumir, pero esta conferencia la ven muchos”.
López Obrador lanzó el reto el 28 de febrero, Felipe Calderón no se dio por enterado, no al menos por la vía que usa para visibilizar su actividad: Twitter, el expresidente no asistió a la concentración en defensa del INE y sus tuits desde entonces sólo reproducen caricaturas, artículos de opinión, críticas y burlas de otros hacia la Cuarta Transformación y López Obrador.
Los afines a López Obrador festejaron por todo lo alto la valentía del presidente, el arrojo con que lanzó el reto a Felipe Calderón; para la mayoría, lo puso en ridículo, lo exhibió como el cobarde que es y se propagan los rumores de que anda escondido en España, huyendo de la rendición de cuentas, evadiendo la responsabilidad que tiene con el pueblo de México de explicar su relación con Genaro García Luna, su secretario de Seguridad Pública que espera sentencia en una cárcel de los Estados Unidos.
Tiene razón López Obrador, Felipe Calderón está obligado a explicar cuantas veces sea necesario las razones por las que confió a García Luna la estrategia nacional de prevención del delito y combate a la delincuencia, como los detractores del panista señalan: si sabía o no sobre las relaciones del funcionario con el crimen organizado.
Calderón sí sabía se ha vuelto la consigna más fuerte del oficialismo en contra de quienes el presidente considera adversarios de la Cuarta Transformación, no importa cuál sea la causa del desencuentro con las políticas de López Obrador, da igual si es la defensa del Instituto Nacional Electoral en contra del Plan B, las elecciones en Coahuila o el Estado de México, la elección de un candidato para la alianza del PAN con el PRI y el PRD, o la construcción de un frente amplio opositor. No importa, desde la conferencia matutina, el presidente ya marcó la dirección única que deben seguir los señalamientos, establecer que Felipe Calderón es un cobarde.
El reto de López Obrador es una fanfarronada, una más de las conductas machistas con que el presidente desafía y descalifica a sus adversarios. Obsesionado con la idea de que encarna la voluntad del pueblo, López Obrador confunde su conferencia matutina con un tribunal popular al que deben acudir sus enemigos para confesar su culpa y recibir el desprecio de la gente.
Nada justifica la omisión de Felipe Calderón, porque más allá de las fanfarronadas de López Obrador, con su actitud está faltando a su compromiso con la rendición de cuentas, no importa si es o no un cobarde, ese es un juicio moral, como expresidente está obligado a proporcionar la información necesaria sobre su desempeño en la función pública; Calderón Hinojosa cae en el juego de López Obrador, pues su desaparición lo coloca justo donde el presidente, se coloca justo donde lo quiere la polarización que propone el presidente como eje de su discurso, donde el debate ha sido reemplazado por las mentiras y se deja de hacer política por responder a las apariencias, la mayoría de los analistas consideran la invitación a la mañanera como un golpe mortal a la reputación del expresidente y, por tanto, a la oposición, a la que deja sin una de las voces que quieren organizarla.
La invitación a la mañanera no es seria, bien se podría agradecer el espacio y emplear ese tiempo para dar las explicaciones que se requieren, a pesar de saber que López Obrador jamás cedería una posición como esa, antes que exhibir la fanfarronada del presidente, Felipe Calderón se esconde y rechaza esa oportunidad al darse por vencido en el terreno del juicio moral. ¿Qué hubiera pasado si el expresidente acepta usar la conferencia matutina?
López Obrador (1.73 cm) sólo le saca unos cuantos centímetros a Felipe Calderón (1.69 cm) diferencia que basta para el primer momento incómodo, el expresidente ajusta los micrófonos porque siente que le cubren el rostro, a propósito, la cámara que lo enfoca realiza un ajuste que evidencia la disparidad de estaturas; el presidente no se encuentra en el Salón Tesorería, después de varios intentos por no cumplir con la invitación, no le quedó más remedio que dejar la tribuna, el michoacano enfrenta la falta de respeto de algunos que cubren la fuente e intentan intimidarlo.
Ya todos saben qué va a decir, pero eso no importa, Felipe Calderón le tomó la palabra al presidente y emplea esa ventaja, no lleva tarjetas consigo, el discurso es de memoria, no improvisa, lo ha ensayado suficiente, diría algo así:
Con la información que tenía en ese entonces decidí nombrar a Genaro García Luna como titular de la Secretaría de Seguridad Pública, encargo en el que estuvo de diciembre de 2006 a noviembre del 2012, siete años después, en diciembre de 2019, el gobierno de los Estados Unidos lo detuvo y lo acusó de diversos delitos relacionados con el narcotráfico, lavado de dinero y falsedad de acusaciones. Como es de su conocimiento, un jurado compuesto por 12 estadounidenses lo encontró culpable de cinco delitos y actualmente se espera que el juez dicte sentencia en la Corte de Brooklyn.
Durante el tiempo que Genaro García Luna sirvió al gobierno de México, diversas dependencias de los Estados Unidos le otorgaron premios y distinciones, lo hicieron la DEA y el FBI, así como gobiernos de otros países. Siete años después, la justicia estadounidense lo encuentra culpable de diversos delitos.
Aprovecho la invitación del presidente para aclarar desde esta tribuna mi relación con ese servidor público, me queda claro que la audiencia de la conferencia matutina y el pueblo de México espera que desde aquí se hable con la verdad, así lo estoy haciendo, tal y como lo hace Andrés Manuel López Obrador todas las mañanas, reitero que con la información con que contaba en ese entonces, no había indicios de la complicidad de ese funcionario con el crimen organizado; acerca de las declaraciones de algunos personajes que colaboraron con mi gobierno y hoy son leales a la Cuarta Transformación, quienes aseguran haberme advertido de las relaciones de Genaro García Luna con el crimen organizado, reitero mi compromiso con la verdad que merece el pueblo de México y sería indigno rebajar mi testimonio a los niveles de chisme y rumor, a ellos les recuerdo la responsabilidad que como ciudadanos tenemos, si supieron de un acto de corrupción o criminal al no denunciarlo se hacen cómplices, nada hace más daño a la vida pública que los dichos sin comprobar.
El gobierno de los Estados Unidos distinguió y reconoció a Genaro García Luna mientras estuvo en el servicio público mexicano, más de diez años después de haber concluido su encargo con el gobierno que encabecé, un jurado estadounidense lo encuentra culpable, es mi convicción que todo el peso de la ley castigue a los delincuentes. No quiero abusar de la generosidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, a mí sólo me resta reiterar que, con la información que contaba en ese momento, nombré a Genaro García Luna como secretario de Seguridad Pública, los resultados de ese encargo fueron puntualmente informados al pueblo de México y estuvieron bajo el escrutinio de toda la sociedad durante ese tiempo. Muchas gracias por el tiempo en esta tribuna. ¡Viva México!
Los asistentes a la mañanera no han dejado de murmurar, hacer ruido, los fieles al presidente hacen evidente su desacuerdo con Felipe Calderón con gestos, negando con la cabeza y removiéndose en sus sillas, al finalizar la intervención del panista, rugen, le gritan que sí es cierto lo que dice Manuel Espino, repiten las consignas de la plaza: sí sabía, sí sabía; no faltará quien lo llame cobarde por no querer responder a sus preguntas.
Calderón no se ha movido del podio, enarca la ceja, acomoda nuevamente los micrófonos a su altura: respeto la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien se comprometió a que no habría preguntas en esta sesión, no abuso más de su tiempo. Muchas gracias.
Felipe Calderón sale por la puerta lateral del Salón Tesorería, nadie se anima a seguirlo, saben que afuera de Palacio Nacional hay un grupo nutrido de periodistas levantando imágenes, acechando con las cámaras, exigiendo que abunde en lo que acaba de decir en la conferencia matutina.
En el Salón Tesorería hay bastante desorden, los reporteros siguen gritando para exigir que Calderón Hinojosa les responda, por fin, Andrés Manuel López Obrador aparece por la misma puerta por la que salió el expresidente, no se iba a exponer a estar en el mismo espacio. Saluda, ánimo, ánimo, con un gesto pide silencio a los reporteros: ya, ya, ya estuvo, cumplimos con el compromiso de darle espacio para que se justificara, ahora a lo nuestro; detrás de él entra el cortejo de funcionarios con que suele acompañarse, dependiendo del día, López Obrador dará paso al quién es quién en los precios, el reporte de seguridad, el estado de la salud o el informe acerca de alguna de sus obras favoritas.
Si Felipe Calderón atendiera la invitación de López Obrador, las posibilidades para el debate público se ampliarían, difícilmente va a cambiar la percepción de quienes están convencidos de la complicidad del expresidente con García Luna, no obtendría beneficios personales al asistir a la mañanera, pero contribuiría a poner sobre la mesa las capacidades y responsabilidades de la investidura presidencial, si bien no mejoraría la imagen de Calderón Hinojosa, desde Palacio Nacional, el halo de pureza que presume López Obrador sería afectado, si los presidentes lo saben todo, entonces el líder de la Cuarta Transformación sabe también de los actos de corrupción de algunos de los funcionarios de su partido; si al presidente no se le escapa nada y no basta la palabra para descartar la complicidad al ser omiso, como en el caso de Felipe Calderón, en la misma medida podríamos ser más exigentes con López Obrador al momento de señalar que los de su movimiento no son iguales.
Una fantasía, nunca ocurrirá ese acto de rendición de cuentas, porque quienes están en el poder y quienes lo desean han olvidado que hay un compromiso mayor que su ambición, no les importa que la rendición de cuentas sea un factor para transparentar los actos políticos ni que vigorice la participación ciudadana; el arribó de López Obrador a Palacio Nacional concentró la atención en la persona e hizo a un lado todo lo demás, ganó lo que él llama la revolución de las conciencias: la polarización, transformar la política en un juego sin matices en el que se está con López Obrador o contra él, sin más opciones.
Coda. Acotación personal. Marché en defensa del INE, en dos ocasiones, escribo desde la misma convicción que me llevó a la calle. No le creo a Felipe Calderón. Tampoco le creo a López Obrador. Me gusta imaginar que todavía existen otras posibilidades.
@aldan