Historia de la UAA 06 El Instituto y el Positivismo/ Cátedra  - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Solidaridad, defensa,

unión de las repúblicas hispanoamericanas,

no para combatir ni conquistar a nadie,

no para hacer a nadie la guerra,

sino para defenderlas de peligros comunes,

para lograr el respeto a su soberanía,

para solucionar conciliadoramente sus diferencias

y para luchar por su prosperidad y progreso .(1)

Simón Bolívar


NUESTRO NOMBRE Cuando Francisco de Miranda consideró que el sistema de comunicación que concibió aprovechando la fraternidad masónica desde Europa estaba funcionando eficientemente en todo el territorio de las colonias españolas en América (nombre impuesto en honor de Américo Vespucio, el cosmógrafo italiano que elaboró el primer mapa del continente) organizó la primera invasión en la costa venezolana en 1806 esperando que la chispa provocara el incendio que condujera al nacimiento de una gran federación de naciones  (que proponía bautizar con el nombre de Colombia en honor de Cristóbal Colón, el navegante también italiano que había descubierto este continente para los europeos; pero tanto esa como otras incursiones, como la decidida en Londres el 14 de Julio de 1910 -en el aniversario del inicio de la Revolución francesa- con la presencia de eminentes representantes de nuestro continente y una amplia difusión -entre otras cosas por medio del periódico El Colombiano– tuvieron resultados variables debido en parte a la falta de apoyo popular ya que la campaña ideológica a través de las logias masónicas solo era efectiva en el sector criollo y finalmente Miranda es capturado en La Guaira en 1812 por los realistas que lo remiten preso a Cadiz donde su muerte, ocurrida el 14 de Julio de 1816, coincide simbólicamente, una vez más, con el aniversario del inicio de la Revolución francesa. Sus restos fueron sepultados en la fosa común.

EUROCENTRISMO. Este mal que consiste en verlo todo con ojos europeos hasta la fecha, nació con nuestra propia independencia puesto que fue conseguida por criollos como Miranda, que como hijos de los peninsulares fueron educados en el sistema europeo. Pero han pasado dos siglos y seguimos padeciendo el mismo mal. Por ejemplo, he asistido a cursos universitarios de Historia del Arte, donde todo lo que se ve es la historia de las artes plásticas -como si no hubiera de otro tipo- y de ellas sólo las relativas a Europa, porque solo en Europa existe el arte. Otro ejemplo: cada año se celebra, todavía, en muchos lugares de nuestro continente, el “descubrimiento de América”.(2)

México, 16 de septiembre de 1810. Hidalgo, Morelos, Guerrero y otros iniciadores de la independencia, al enterarse de este clima de agitación criolla de nivel continental cuando fueron iniciados en la primera logia masónica de la ciudad de México, tomaron la decisión de encabezar la guerra que condujera a independizarnos de la opresión española.

Y en la inauguración del primer Congreso Constituyente -también llamado Congreso de Anáhuac– celebrado en Chilpancingo el 14 de Septiembre de 1813, se establecieron las bases jurídicas de la independencia, basados en el gran documento Los sentimientos de la Nación del cura José María Morelos y Pavón, en el que se demuestra que no solo fue una demanda local, con frases como la intención de declarar la libertad de América del yugo español, para lo cual se constituyó un Supremo Congreso Nacional Americano cuya soberanía estuvo sustentada en el pueblo equitativamente representado, para tomar la forma de República democrática y liberal, con un gobierno integrado por tres poderes que sustituyeron para siempre la monarquía absolutista, cuando el Congreso de Anáhuac emitió el Acta solemne de la Declaración de Independencia de la América Septentrional el 6 de Noviembre del mismo año.

Y el 22 de octubre de 1814 se expidió el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, más conocido como Constitución de Apatzingán, que es, de hecho y de derecho, la primera Constitución de México.

Como se ve claramente, la guerra de independencia de México no fue un hecho aislado como suele plantearse en nuestra historia oficial, tan pobre en sustento histórico, sino estrechamente coordinado con el plan iniciado por Francisco de Miranda y culminado luego por Simón Bolívar, enfocado en el propósito de constituir una confederación continental.

Sacerdotes y militares. Tanto los seminarios donde se forman los sacerdotes, como en los cuarteles los militares (Hidalgo sacerdote, Allende militar), fueron semilleros del liberalismo porque aparte de ser letrados, los integrantes que habían sido iniciados en secreto en las logias masónicas entraban y salían de un país a otro bajo el manto protector tanto de la propia Iglesia Católica como de sus propios gobiernos, cuyas fallas conocían bien y contra los cuales estaban conspirando al introducir las novedades impresas de la nueva ideología, razón por la cual fueron los primeros difusores y dirigentes de la lucha por la independencia de las colonias españolas en América.

Esa estrategia y estructura, que creó y heredó Francisco de Miranda con la organización de logias especiales, de tipo más político que místico, con base en la logia Gran Reunión Americana o Sociedad Patriótica de los Caballeros Racionales que fundó en Londres, de la que se desprendieron como filiales suyas en España la de los Caballeros Racionales de la que la se desprendieron, a su vez, las logias fundadas en el Virreinato de la Nueva España y el Caribe; y de la Logia Lautaro, designada así en honor del invencible adalid del pueblo Mapuche asentado desde épocas inmemoriales en territorio chileno, una de las pocas culturas originarias de nuestro continente que no pudieron doblegar los invasores y de la que se desprendieron las llamadas logias Lautarinas, que se encargaron de promover la revolución de independencia sobre todo en el Cono Sur del continente.

BOLÍVAR. Esta estrategia, decimos, fue muy bien aprovechada por Simón Bolívar, otro criollo que como hijo de peninsulares poseía una amplia cultura europea pero, como nacido en América, ya tenía raíces e intereses diferentes a los de sus padres, a los que habría que arrebatarles el poder mediante la lucha de independencia.

Con su decisión, tenacidad, organización, su genio táctico y estratégico, entre triunfos y fracasos, las múltiples campañas militares que comandó desde 1812 terminaron por clausurar los tres siglos de saqueo colonial y destrucción cultural irremediable, al derrotar limpiamente a los ejércitos virreinales en la batalla de Ayacucho, Perú, del 9 de Diciembre de 1824, comandada por el general Antonio José de Sucre.

Un año antes, en 1823, Francisco Morazán había logrado establecer la Federación de Estados Centroamericanos, en apoyo a la convocatoria que había lanzado Bolívar para participar en un Congreso en Panamá para integrar la Federación de Estados Hispanoamericanos con el propósito expresado en la frase que inicia la presente colaboración.

Un nuevo imperio amenaza. Ante lo que consideró una severa amenaza para sus pretensiones imperiales, la garra amenazadora del imperio estadounidense en ciernes apareció en forma aparentemente legal, al lanzar, en 1823, una aparente advertencia a las potencias europeas que conocemos como “doctrina Monroe”, para que se abstuvieran de intervenir en asuntos de este continente sin su permiso. El mensaje, de hecho, iba dirigido a todos nuestros países para que se entendiera que no nos atreviéramos a constituir una Federación que seguramente considerarían como una amenaza para su seguridad nacional.

Bolívar no se iba a amilanar por aquella farsa y parecía que la construcción de aquella Federación al año siguiente, 1824, iba por buen camino; pero lamentablemente Bolívar sufre un deterioro considerable de su salud que le impidió estar presente en aquél Congreso que había sido el principal propósito de su vida y todos los grandes proyectos se derrumbaron. Los intereses particulares de los caciques locales se impusieron sobre el interés superior y lo que ahora llamamos América Latina quedó más dividida que antes y a merced de las grandes potencias.

Hasta aquí las cosas, el liberalismo filosófico pareció quedar como un hermoso sueño.

Lo que se había logrado, de una manera diferente a la de Europa, había consistido en avanzar en el terreno del liberalismo político, al alcanzar la independencia de la corona española, es decir, en el terreno externo. ¿Pero qué había pasado en el interno?

 

 

Por la unidad en la diversidad

Aguascalientes, México, América Latina

[email protected]

 

 

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(1) Hispanoamérica en su lucha por su independencia. Cuadernos Americanos. México, 1962, p. 300

 

(2) Eurocentrismo. Nuestros pueblos originarios sí conocían este continente en el que vivían; lo que ellos descubrieron al llegar los europeos fue que existían otros continentes; si los europeos quieren celebrar que descubrieron nuestro continente, que lo hagan cuantas veces quieran; pero insistir en pretender obligar a  los  habitantes de nuestro continente a celebrar que nos “descubrieran” es otra y bastante ridícula. En eso consiste el eurocentrismo: vernos a nosotros mismos con ojos europeos. Pero muy lamentablemente, este es un mal que todavía padece una gran cantidad de nuestra población.

 


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