De acuerdo al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, “El racismo es una forma de pensar, sentir y actuar que se basa en una característica específca de la diferencia humana a la que se ha llamado ‘racial’. El pensamiento racista ubica al cuerpo de las personas en un lugar definido de acuerdo con su apariencia, pues sostiene que las características físicas o biológicas de las personas están directamente asociadas a sus prácticas, a sus maneras de comportarse e incluso a su inteligencia. Esta forma de pensar y de actuar implica rechazo, jerarquización, dominación e inferiorización de unos hacia otros por cuestiones supuestamente biológicas, estableciendo relaciones de poder y de dominación que se manifestan en prácticas y comportamientos considerados normales”.
En pocas palabras, el racismo es la discriminación basada en características físicas o culturales de una persona, específicamente en su color de piel, ascendencia, lugar de origen o identidad étnica. Es importante considerar que este va más allá de comportamientos individuales, pues consiste en una estructuración jerárquica de la sociedad, marginando sistemáticamente a varios grupos de personas.
Esto indica que las actitudes racistas no son producto de formas de pensar individuales, pues es un problema más grande que estas. El racismo lo viven millones de personas día con día en diferentes aspectos de su vida. Por ejemplo, al ser excluidos de un trabajo o centro educativo, al tener menos oportunidades para emprender, al ser rechazados de espacios comerciales, etc.
También se vive el racismo desde instituciones públicas, pues es frecuente la persecución hacia grupos marginados por parte de elementos de policía, así como la negación a servicios públicos como la salud, trámites públicos, entre otros. La criminalización, segregación y marginación de estos grupos también es una muestra clara de racismo, pues frecuentemente son relegados a espacios de pobreza, carencias y prejuicios.
Racismo inverso
Aunque el racismo es un problema que está muy presente en la sociedad mexicana, existen grupos que lo niegan e incluso señalan que existe el racismo inverso. Este concepto sería la discriminación racial hacia personas de tez blanca o clara, quienes consideran que son violentadas por su color de piel.
De acuerdo a las personas que sostienen que el racismo inverso es un problema real, las expresiones como “whitexican”, la ridiculización en redes sociales o los insultos que se hacen contra las personas de piel clara son prueba de esta situación. No obstante, existen varios argumentos que refutan esta afirmación.
Para le academiste de la UNAM Federico Navarrete, las agresiones o perjuicios que vive una persona blanca no pueden ser comparadas con el racismo que viven aquellas racializadas. Si bien es posible que las primeras vivan experiencias violentas, estas no corresponden a una estructuración social que sistemáticamente margina a ciertos grupos.
NO EXISTE el racismo al revés 1:
Quienes se quejan por ser llamados "blancos" o "whitexicans" hablan de insultos o de que no les dieron un papel. Los indígenas sufren violencia policial, violaciones y son juzgados en un idioma extranjero. ¿Es igual?
@martinezmau @LosWhitexicans— F Navarrete (@Fedenavarrete) June 5, 2020
Por su parte, el actor Tenoch Huerta ha hablado en numerosas ocasiones como es que opera el racismo en la vivencia cotidiana de millones de personas. Señala que no existe el racismo inverso, pues aunque las personas de piel clara pueden ser objeto de agresiones o insultos, esto no puede llamarse racismo.
La discriminación hacia los "blancos" es una actitud, NO un sistema cultural, histórico, social, político, económico que niega y limita las posibilidades de desarrollo a un grupo
A un blanco no lo criminalizan por su piel
El racismo a la inversa no existehttps://t.co/8NFZXgPiZ0— Tenoch Huerta Mejía (@TenochHuerta) June 2, 2020
El racismo inverso es un concepto que no tiene sustento, el cual además busca invisibilizar o menospreciar la experiencia de los grupos racializados. Un sistema de jerarquización social, político y económico que ha segmentado una población con base en su color de piel no puede ser comparado con situaciones aisladas que viven las personas de tez clara. Por el contrario, estas se benefician de una serie de privilegios provenientes de una estructura social racial. Si bien la violencia que viven también debe ser atendida, esta de ninguna manera puede llamarse racismo.
Es necesario atender los reclamos de la población racializada, sin intentar desestimar sus experiencias o compararlas con otras situaciones. El racismo es un problema real, el cual daña la dignidad de millones de personas.