Este mes de marzo de conmemoración a las mujeres, LJA.MX presenta una serie que busca visibilizar a las mujeres que cuentan con poca representatividad en lo público, pero que existen y resisten todos los días de su existencia.
Las labores de cuidado y el trabajo doméstico valen. En su mayoría, en la construcción de estereotipos, las mujeres son las que se encargan de estos. El trabajo doméstico no remunerado tuvo un valor del 26.3% del Producto Interno Bruto en México en 2021. En este año, las mujeres aportaron a su hogar, en promedio, el equivalente a 71 mil 524 pesos por su trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados.
Aún así, al atender la importancia de estas labores domésticas, el empleo para las mujeres trabajadoras del hogar se caracteriza por subocupación, pagos outsourcing, jornadas que superan las 60 horas semanales, informalidad y pagos muy inferiores a las actividades que desempeñan, en ocasiones ni el tope del salario mínimo.
En México, solo una de cada 10 mujeres que laboran lo hace en el empleo doméstico remunerado. Según datos de la OIT, antes de la pandemia de covid-19 había alrededor de 2.4 millones de trabajadoras del hogar, de ellas, 28% era de origen indígena. México es el segundo país con el mayor número de empleadas domésticas. El primero es Brasil, con más de 6.2 millones.
En julio de 2020, México ratificó el Convenio 189 para las empleadas domésticas. Por primera vez, se estipuló jornadas de máximo 8 horas y la obligación de un contrato por escrito. Se les reconocieron derechos como las vacaciones y licencia de maternidad pagadas, el aguinaldo y la seguridad social.
Sin embargo, aún hace falta una reforma a la Ley del Seguro Social para que sea efectiva la obligación de afiliar a las trabajadoras del hogar. En la actualidad sigue siendo voluntaria a través de un programa piloto del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), lo que las sigue dejando fuera de la legalidad laboral, pues son pocos los patrones que se adhieren al programa.
Mientras, miles de mujeres continúan trabajando dobles jornadas laborales, en medio de la discriminación y el clasismo, los estigmas, el desprecio y la precarización, lavan, limpian, cuidan niñas y niños, atienden mascotas, preparan y sirven alimentos por 100 pesos diarios.
Es hora de entender que las labores domésticas y de cuidados son trabajos que nadie quiere pagar pero que sostienen al país.
Es hora de sacar el trabajo doméstico que hacen las mujeres de la informalidad.