Este mes de marzo de conmemoración a las mujeres, LJA.MX presenta una serie que busca visibilizar a las mujeres que cuentan con poca representatividad en lo público, pero que existen y resisten todos los días de su existencia.
La población indígena de México es una de las más pobres y desfavorecidas en la sociedad por sus bajos niveles de bienestar. Esta precarización y desigualdad afectan en mayor medida a las mujeres indígenas.
Esta desigualdad por condición de género se debe a patrones culturales que, aunque no sean exclusivos de grupos indígenas, sí colocan a las mujeres en mayores desventajas.
Así, las mujeres indígenas enfrentan una discriminación histórica, por ser mujer y por pertenecer a un grupo étnico en un país como México, clasista, racista y discriminador, con lo que se exponen a violaciones de sus derechos humanos, desde sus derechos políticos, el acceso a la justicia, derechos económicos, culturales, hasta vivir una vida libre de violencia.
En la Encuesta Intercensal 2015 del INEGI se contabilizó que la población indígena ascendía a 12 millones 25 mil 947 personas, que constituye el 10.1% de la población total. De estos, 6 millones 146 mil 479 son mujeres (51.1%) y 5 millones 879 mil 468 son hombres (48.9%).
Las mujeres indígenas enfrentan como obstáculo las pocas oportunidades de acceso al mercado laboral y a programas sociales, a los servicios de salud y educación, que las impulsen a salir de la marginación social.
Los gobiernos arropan el discurso de defensa de los territorios y los cuerpos de las personas indígenas pero no hay una inclusión verdadera de estas mujeres ni de sus pueblos en ningún proyecto de nación.
Tampoco se considera que las mujeres de pueblos originarios carecen de representación en lugares de poder y de toma de decisiones, y sin embargo, son las mujeres blancas las que hablan en nombre de estas, además de usar su indumentaria en franca apropiación cultural.
No se considera, por ejemplo, que es por las mujeres indígenas que se transmiten 68 lenguas originarias de las que se hablan en México y que enriquecen nuestra cultura, la medicina ancestral y la relación espiritual con la Tierra.
Aún así, las mujeres no deben ser percibidas sólo como víctimas, han salido de sus comunidades, superado barreras y desempeñándose como abogadas, maestras, enfermeras y lideresas de sus comunidades para luchar por la autodeterminación de estas y sus derechos como mujeres indígenas, son personas sujetas de derechos que participan activamente en todos los procesos que involucren garantías a sus culturas, esto representa un gran cambio generacional y la esperanza de cambio de vida de las niñas indígenas.
Fuentes: UNAM, Inmujeres, CIDH