Este mes de marzo de conmemoración a las mujeres, LJA.MX presenta una serie que busca visibilizar a las mujeres que cuentan con poca representatividad en lo público, pero que existen y resisten todos los días de su existencia.
Miles de personas habitan y duermen en las calles todos los días. Y sin embargo, la condición de indigencia en las mujeres las coloca en estado de vulnerabilidad y propicia que sus derechos humanos sean violentados, incluso por las instituciones gubernamentales, ante la falta de políticas públicas al respecto.
¿Las has visto?
Estas mujeres padecen una doble exclusión social: por ser mujeres y por ser pobres. A esto se le añade el proceso de feminización de la pobreza que implica el empobrecimiento material, la anulación de derechos y el empeoramiento de sus condiciones de vida, muy distintas a la de los hombres en la calle, como la violencia que va desde la invisibilización a la violencia sexual, los embarazos derivados de esto, los abortos, la deficiente gestión menstrual, la exposicion a ser víctimas de trata de personas o reclutadas por el crimen organizado.
Las mujeres que viven esta condición generalmente no cuentan con ningún documento que valide su existencia, lo que les impide el ejercicio de otros derechos, como el ser reconocidas como personas jurídicas. Sin su acta de nacimiento, INE o CURP, alguna identificación oficial, tampoco pueden ellas o sus hijos ser beneficiarias a programas oficiales de carácter social que las ayude a encontrar oportunidades de renta de vivienda y ya no vivir en las calles.
Las mujeres en situación de calle viven situaciones de abuso sexual, relacionadas con el consumo de sustancias, lo que desencadena la susceptibilidad al embarazo o contraer enfermedades de transmisión sexual o el virus del VIH. Una mujer indigente corre el riesgo de perder a sus hijos y desconocer el destino de estos en instituciones gubernamentales como DIF o a manos de la delincuencia.
Una mujer que duerme en las calles llegó ahí por diversas circunstancias, la pobreza, la violencia familiar, la migración, son tan solo algunas de estas, pero también no se puede hacer de lado su capacidad de agencia y decisión.
En el último censo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en 2011, en América Latina se contabilizaron más de 15 millones de personas en condición de calle, sin que especificara cuántas son mujeres. En México hay pocos datos. En 2018 se contabilizó que el 87% de los indigentes son hombres y solo el 12.73% son mujeres, de acuerdo con datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la asociación civil El Caracol.
Además de procurarse el sustento día con día y sobrevivir en la intemperie, estas mujeres mes con mes deben gestionar sus periodos menstruales en condiciones insalubres, en baños públicos para lavarse y sin dinero para comprar productos como toallas sanitarias. Recolección de basura, pedir dinero o buscar trabajos esporádicos, son algunas de las formas de obtener ingresos.
La falta de atención y políticas públicas para esta población también ocasiona que la sociedad no comprenda esta problemática y las discrimine y criminalice, sin otorgar valor a los conocimientos propios de estas mujeres.
Los albergues no son suficientes, apoyo real de fomento al trabajo, renta tutelada de viviendas, reinserción social, minimizaría las condiciones que las mantienen vulnerables a ellas y muchas veces a sus hijos.