enrSin maíz no hay país. Por eso es de celebrarse el Decreto que oficializa la prohibición del maíz transgénico para consumo humano (debería ser todo el maíz transgénico y no solo el de consumo humano, está claro) y la prohibición progresiva del herbicida glifosato hacia 2024 publicado en el Diario Oficial de la Federación el 31 de diciembre del 2020 y rectificado recientemente. Al respecto debe recordarse que en México el derecho a la alimentación es un derecho fundamental según el artículo 4o de la Constitución: “toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad”; lo mismo que los derechos fundamentales a la salud y al Medio Ambiente Sano.
A la derecha y a la izquierda hay igualmente decepcionados con la prohibición del maíz transgénico para consumo humano y el glifosato. Unos, porque la medida parece insuficiente si no se saca del mercado también el maíz transgénico forrajero, y otros a la derecha, porque exigen pruebas a su gusto y conveniencia de algo que ya está demostrado: el glifosato es un herbicida con potentes efectos tóxicos y cancerígenos para el ser humano y el maíz transgénico entraña riesgos que aún desconocemos.
Lo que sí sabemos con certeza es que seis grandes multinacionales han acaparado el monopolio del comercio mundial de semillas en detrimento de millones de pequeños productores y campesinos de todo el mundo, y que los OGMs (organismos genéticamente modificadas) como el maíz o la soya transgénicos y también como el herbicida glifosato, tienen graves repercusiones para la agricultura tradicional, como la milpa mesoamericana y para el conjunto de los campesinos y pueblos indígenas de México. También se pone en riesgo la diversidad de variedades agrícolas conservadas en los campos del país y del mundo que resultan fundamentales para la producción de alimentos naturales y sanos en nuestro país, lo que nos aleja de gozar de soberanía y autosuficiencia alimentaria.
Debe recordarse que México es considerado el centro de origen, de domesticación y de diversificación de 59 razas de maíz y de otros cultivos, entre ellos, el chile, el frijol, la calabaza, la vainilla, el algodón, el aguacate, el cacao o el amaranto. Al respecto, es pertinente decir que en ciencias de la tierra, en agronomía y agricultura, el futuro y el progreso no son los transgénicos y herbicidas tóxicos de Dupont o Bayer, sino las técnicas agrícolas sostenibles, la agricultura ecológica, la protección de la agro biodiversidad, la conservación a la fertilidad del suelo (véase por ejemplo al respecto el revelador documental “Besarás el Suelo”, disponible en plataformas de televisión), y el desarrollo y resurgimiento de modelos milenarios de probada eficacia como la milpa, basada en las variedades tradicionales y los agro ecosistemas naturales.
Debemos recordar al respecto que hace unos 10 años diversas organizaciones campesinas, de consumidores, académicos, investigadores, artistas e intelectuales venían denunciado que los transgénicos y su agregado obligado, el glifosato, ocasionan daños a la salud humana y medioambiental, tal como muchas y muchos científicos lo han comprobado en diversas investigaciones alrededor del mundo pese al poder económico y político de las multinacionales, esmeradas por décadas en ocultar los hechos. Véase al respecto, por ejemplo, el trabajo y argumentación de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, en: https://www.uccs.mx/uccs/historia. Los juicios de amparo promovidos por dichas organizaciones y otras, lograron paralizar por años la siembra del maíz transgénico.
Entonces, son de celebrar la prohibición de la anunciada y la prohibición progresiva del glifosato para 2024, pues significa pasos importantes para avanzar hacia una producción ecológica que preserve la biodiversidad y la agro biodiversidad natural. Queda aún por sacar de la cadena alimentaria el maíz forrajero transgénico usado por la mayoría de los productores ganaderos, así como prohibir también otros transgénicos de uso masivo como la soya o el cártamo.
Algo habrá hecho bien el gobierno con el citado decreto, puesto que de inmediato el gobierno de Estados Unidos se declaró “decepcionado” por el anuncio del gobierno mexicano que dio marcha atrás a un plazo para prohibir el maíz modificado genéticamente para consumo animal y uso industrial pero mantuvo sus planes de prohibir el grano transgénico para consumo humano. Como no estar decepcionados cuando las corporaciones multinacionales de dicho país le venden a México anualmente unos 17 millones de toneladas del grano genéticamente modificado, principalmente para consumo animal. “Estados Unidos cree y se adhiere a un sistema de comercio basado en ciencia y en normas y mantiene su compromiso de evitar perturbaciones en el comercio agrícola bilateral y daños económicos a los productores estadounidenses y mexicanos”, dijo el secretario de Agricultura estadounidense.
@efpasillas