Este domingo 26 de febrero, marcó una fecha significativa y trascendente para la vida democrática de México (a la hora del cierre de redacción de esta columna, domingo a las 9 am), una enorme parte de la ciudadanía mexicana, salió a las calles, otra vez, en más de cien ciudades en el país y en el extranjero, para manifestar su profundo desacuerdo con los reiterados e inconstitucionales ataques al INE, a través del mal llamado Plan B, que mostró de manera grosera el empecinamiento del presidente López Obrador por desmantelar a una de las pocas instituciones nacionales que se han mantenido autónomas e independientes del poder que representa la 4T.
En este sentido, el periodista Enrique Quintana, de El Financiero, coincide en que “El propósito de todas ellas (las marchas y manifestaciones) es expresar el rechazo a una reforma que pretende destruir el sistema electoral que ha permitido que México se convierta en una real democracia en el curso de los últimos 30 años. (…) Pero, precisamente, por la existencia de un juego democrático equitativo como el que existe en México, AMLO y el gobierno actual saben que pueden perder el poder.” Y continúa, “Los cambios que cargan los dados en materia electoral a favor de Morena ya fueron aprobados en su totalidad por el Congreso de la Unión (Plan B), y ahora están a la espera de ser promulgados por el presidente de la República.” La alternativa de la oposición ciudadana para detener y rechazar estos cambios se respalda en la vía jurídica, y exigir al Poder Judicial su intervención y actuación responsable y constitucional en la resolución de este grave asunto para la vida nacional.
Paralelamente, el pasado martes 21, se publicó en The Atlantic, una columna del analista político David Frum, titulado “El autócrata de al lado”, en él revisa la trayectoria política del presidente Andrés Manuel López Obrador y advierte sobre el riesgo que enfrenta el país al tener un presidente que busca manipular las elecciones a favor de su partido, pues dada su trayectoria, las elecciones del 2024 “podrían ser menos que libres y lejos de ser justas”. Por sí fuera poco, Macario Schettino, también de El Financiero, abunda en que “The New York Times, el periódico más leído en ese mismo espacio, publicó el miércoles una nota titulada México limita a la agencia electoral que contribuyó al fin del régimen de partido único. The Economist, la revista más leída en el mundo en su tema, habla de cómo Joe Biden necesita de la cooperación de México en inmigración”. Esa es la visión que provocan las burdas intenciones del huésped de Palacio Nacional ante la opinión pública del país vecino y socio (?) del norte.
Ahora bien, la oposición partidista en México (PAN, PRI, PRD, MC) no ha encontrado el camino certero para detener el paso de la 4T y del presidente López Obrador. Su fuerza está debilitada en virtud del desprestigio y desconfianza que obtiene de la ciudadanía, derivado de su errático y pobre desempeño en la representación de los auténticos intereses y preocupaciones de los mexicanos. ¿Han hecho su esfuerzo por revertir ese estigma ante la sociedad?, sí, pero ni es suficiente ni han logrado acumular la fuerza necesaria para confrontar las intenciones y recursos del gobierno de la 4T. Esto nos ha quedado claro a los ciudadanos, a los mexicanos que, ante el embate pernicioso de la corruptora “política del bienestar”, se han logrado mantener libres y dignos, y los ha llamado a tomar en sus propias manos, las acciones que sólo ellos pueden mostrar a ese soberbio poder que se piensa infalible e insuperable.
El domingo 26 de febrero en decenas de ciudades del país, la ciudadanía se manifestó con fuerza y determinación. Lejos de las provocaciones y difamaciones del ¡presidente! contra una parte importante de sus gobernados, el valor cívico y auténtico de los ciudadanos salió, una vez más a las calles para manifestar su voluntad legítima en defensa del INE y de la Constitución de México.
En Aguascalientes, esta realidad cívica, reactivó a una asociación civil de longeva trayectoria en la vida democrática del Estado. Con orígenes en la década de los 90´s del siglo pasado, e integrada por políticos (que se reconocen antes como ciudadanos) y personas de la sociedad civil, retomaron un tercer (?) aire, se reagruparon y se identificaron con la causa de esa mayoría silenciosa de aguascalentenses, preocupados por el bienestar de las familias, de las instituciones y las libertades, y se comprometieron en nutrir la concentración ciudadana del 26 de febrero, en la lógica de que la participación ciudadana organizada y debidamente informada, es una importante aportación a la defensa de la democracia y la libertad de todos los mexicanos, sí, todos.
Participación y Democracia, se hace llamar esta asociación civil, y se reconoce a sí misma como PADE. En ella, hay clara conciencia que el trabajo de promover la acción ciudadana a través de la participación y la promoción de la democracia es gigante, y los alcances de su organización es limitada, ha establecido una política de acuerdos y coordinación con otras organizaciones cívicas y sociales con las que coincide en los objetivos y metas para blindar y proteger la vida institucional de México y Aguascalientes, de las leyes y la libertad de las personas.
Este reto por defender a México de las intenciones antidemocráticas y demagógicas de su gobierno, han llevado a la ciudadanía a retomar las calles y las plazas en todo el país. La Suprema Corte de la Nación debe escuchar la fuerte voz de la sociedad, y actuar con integridad y apego a la Constitución; rechazar, una vez que se promulgue el decreto del Plan B, y erigirse como la garantía de la vida democrática del país.