Tierra Siglo XXI, primer libro de ensayo de Salvador Barrena, publicado en 2022 por Arado, sello editorial de Ordinal Books, se detiene a reflexionar, en medio de lo vertiginoso de este mundo, sobre el devenir del ser humano, el cual ha sido un gran ejemplo de creación en el terreno artístico y, también un monstruo, capaz de deteriorar su entorno al grado de la aniquilación.
Para ello, a través de sus 175 páginas, analiza diversos aspectos tecnológicos, históricos, políticos y filosóficos, y arroja respuestas a numerosos tópicos que se han puesto a lo largo del tiempo en tela de juicio. De este modo, afirma que la ciencia no lo puede explicar todo, que la telefonía móvil ha cambiado literalmente la manera de entender el mundo, que la nanotecnología tiene potenciales impactos positivos en la industria pero, sobre todo, en la medicina, que hay personas con morales distintas y eso no les quita su dignidad ni su bondad, que es irracional y criminal discriminar a la mitad de la humanidad: sin esa mitad la especie humana simplemente no puede subsistir, y que el tiempo de esperar a ver qué pasa ya pasó.
Nuestro autor nos recuerda que la historia de la humanidad es la historia de la Guerra y al pensar en esta frase mi abuela materna, quien murió a los ciento un años, tras vivir la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española, aparece en mi memoria para aseverar una de sus frases sabias: “La política es una mierda. Lo único que cambian son las moscas”. En mi juventud creía que mi amada abuelita Aurelia estaba, profundamente decepcionada, y que por eso decía esas cosas. Tuvieron que pasar cincuenta y cinco años para que yo llegara, quizás por caminos distintos, a la misma conclusión que ella, porque ¿de qué sirven las ideologías cuando en el plato no hay comida ni dinero en la cartera? Y sobre todo ¿de qué sirven las ideologías cuando solo hay comida en unos platos y dinero en algunas carteras? La respuesta es sencilla: de nada. Al menos, para mí me resultan inútiles e inoperantes esas ilusiones por las que, en un momento dado, nos podemos dejar arrastrar creyendo que “ahora sí, con este partido o con tal líder las cosas serán distintas”.
Es por esto que no creo en el Estado. Creo en la iniciativa privada, en la creatividad individual y en el poder de la comunidad. Ideas como éstas venían a mi mente mientras leía el libro de Salvador Barrena, donde como lector se puede viajar por el espacio y la historia para contemplar las grandes proezas que el ser humano ha llevado a cabo a pesar de tener que reconocer la degeneración que hemos consumado, y que nuestro autor explica con mucha claridad, lanzando cuestionamientos fundamentales para meditar: “¿Cuáles serán las consecuencias de las decisiones que tomemos o no tomemos hoy?”
Desde los Vedas, cultura que data de más de cinco mil años de antigüedad, sabemos que existen dos tipos de acciones: hábiles y torpes, las cuales pueden ser ejecutadas con nuestros pensamientos, con nuestras palabras y con nuestras obras. La verdadera libertad consiste en escoger estas acciones desde la conciencia, la cual va a tomar en cuenta, no solo la satisfacción inmediata ante cualquier estímulo, sino las consecuencias que tendrá para uno y para los demás. Por muy apocalípticos que sean los tiempos en los que vivimos, creo que podemos escoger acciones pensando en el bien común y no sólo aquellas que sirven únicamente para engordar nuestro ego.
Por ello, Salvador se pregunta: ¿Qué les estamos haciendo a las personas del futuro?, ¿Qué futuro queremos para nuestros hijos y las siguientes generaciones? Asimismo, nos responde que “podemos reflexionar acerca de aprender y tomar acciones hoy para un mejor mañana y en contraste, elegir los efectos catastróficos de la ignorancia y la inacción.
Debo también confesar que la lectura de este libro en distintos momentos me recordó a la revista Muy interesante que leía muchos años atrás, sobre todo, cuando nos entrega datos como: “Solo el 3% del agua de la superficie terrestre es dulce y sólo menos del 1% puede ser potable, el resto se encuentra en los casquetes polares o en los glaciares”, o bien, “en la actualidad, sólo el 11% del agua residual se rehúsa para la agricultura, por lo que todavía hay mucho espacio para mejorar”, y por no dejar de citar este otro dato: “Los humanos desarrollaron el lenguaje complejo entre 70 mil y 30 mil años atrás.”
Pero más allá del lenguaje, de las formas gramaticales, y de las reglas lingüísticas, y aunque, definitivamente, todos los días nos acercamos un poco más al precipicio, Salvador Barrena nos entrega este libro sin ninguna presunción y con total humildad, en este momento histórico donde nos enfrentamos a una crisis existencial debido al cambio climático, para contribuir a la reflexión en nuestra vida cotidiana, invitándonos a tomar elecciones que detengan la autodestrucción, pues como diría Greta Thunberg, la generación actual de adultos, es decir, la nuestra, es responsable de este cambio, por lo que necesitamos actuar para disminuir el efecto desproporcionado que tendrá en los jóvenes.
Así pues, agradezco profundamente el esfuerzo de Salvador por esta entrega tan oportuna, profunda y edificante.