La naturaleza es punto principal de atención para las propuestas de arte medioambiental. De ella parte lo creado por la humanidad.
Con los elementos que natura ofrece, es creado el mundo material y espiritual. Al modelarla mediante el trabajo, son construidas las ciudades o los paisajes y, una serie de relaciones sociales entre los individuos que conforman comunidades.
Desde tiempos inmemoriales, los bosques han servido a la humanidad para el sustento material y espiritual, por lo que es fundamental pensar en la importancia que poseen como soporte para la salud de la biosfera y, por ende, la nuestra.
Los bosques protegen al suelo de la erosión, suministran la humedad fundamental para todas las formas de vida, liberan oxígeno, atraen las lluvias, almacenan carbón y son vitales para el equilibrio climático.
Sus bosques albergan una importante porción de la biodiversidad del planeta y nos otorgan, entre otros beneficios ambientales de los que dependemos para nuestro bienestar, las sustancias para los medicamentos que curan a la humanidad. Cabe decir que una persona respira entre 7200 y 8000 litros de oxígeno por día, siendo que un árbol adulto de gran fronda produce 360 litros por día de este gas.
13 millones de hectáreas de bosques desaparecen anualmente en el planeta. En el país se estima una pérdida anual entre 200 y 300 mil hectáreas, lo que se traduce en la desaparición de 20 a 30 millones de árboles, provocando la fragilidad y la pérdida de suelos que provocan la desertificación. Entre otros factores, esto produce pobreza y migración, forzando el desplazamiento de los grupos humanos del campo a la ciudad a causa de la crisis climática que sigue en ascenso planetario, por lo que se requiere atender aspectos de justicia social y económica.
México se encuentra en el quinto lugar mundial con mayor diversidad biológica y cultural del mundo, pues alberga entre 60 y 70% de las especies conocidas en el planeta, siendo su deterioro y pérdida, acelerada y alarmante.
La deforestación es uno de los principales problemas ambientales globales. Los territorios producto de esta acción, son dedicados a los monocultivos transgénicos, entre otros, el maíz, la palma de aceite, la soya, el aguacate y la caña de azúcar, ante la demanda del sistema capitalista, propiciando la desaparición de la selección genética de una gran variedad de especies, lograda pacientemente por nuestros ancestros quienes las descubrieron y cultivaron a lo largo de milenios.
Otras causas de la deforestación, son la tala clandestina, los incendios forestales, el cambio de uso de suelo para espacios de desarrollo urbano, la especulación inmobiliaria, la construcción de parques industriales, complejos turísticos, todo este cóctel, es atribuido a la falta de planeación e inadecuada gestión, así como a la corrupción gubernamental, ante la falta de una legislación, de programas o del óptimo manejo ambiental y la omisión, por lo que es imperante crear una sociedad sostenible fundada en otro modelo económico menos voraz y más asociativo, que contribuya a la erradicación de la pobreza y a la inclusión.
Se tiene presente que el modelo económico capitalista, produce mercancías para el mercado y no bienes para satisfacer las auténticas necesidades humanas, propiciando el consumismo y el individualismo, lo que se traduce un voraz sistema de agotamiento, de derroche y el despojo de los recursos naturales con que cuentan los países en desarrollo y la explotación de la fuerza de trabajo de millones de seres humanos, produciendo una monstruosa desigualdad social, además de la sobrecarga de desechos de todo tipo, que sobrepasa la capacidad del planeta para regenerar los ecosistemas dañados. Al respecto señalan los ambientalistas que, de seguir a este ritmo, se requerirán más de dos planetas Tierra para sostener esa concepción antropocéntrica y necrófila de relacionarnos con la naturaleza y de generar cultura.
En ese sentido, observa Leonardo Boff desde la teología de la liberación: “…que hay que pasar de una sociedad de producción de productos materiales a otro tipo de sociedad de sustentación de toda la vida, y de producción de valores humanos, que puedan ser compartidos por todos, porque la Tierra es de todos”.
Por lo que se refiere al estado de Aguascalientes, este posee un ambiente natural sensible determinado en parte por su situación geográfica de clima semiseco y su orografía e hidrología, a la que se suman las escasas lluvias que determina una sensible biodiversidad.
Se ha roto el propio equilibrio natural, dejando de lado el manejo sustentable para la generación presente y para las futuras, lo que pone en riesgo el patrimonio natural y la subsistencia de la población, signada por una visión de desarrollo que históricamente ha sido insuficiente, pues a pesar de designación de Áreas Naturales Protegidas que al parecer albergan los últimos reductos de la riqueza natural original en el estado, se requieren iniciativas que articulen a futuro, políticas públicas de orden sistémico.
En los últimos 100 años, Aguascalientes, ha perdido 50% de sus bosques en la Sierra Fría y la Sierra el Laurel en la Sierra Madre Occidental, así como de mezquites y huizaches a lo largo y ancho de su geografía. Igualmente, en estos tiempos, se presenta el mismo porcentaje para la cubierta natural del suelo, producto de actividades antrópicas.
El impacto significativo inicia a mediados del siglo pasado, al incrementarse la demanda de productos forestales entre ellos la madera y el carbón vegetal. Los árboles de pinos, encinos y los de táscate, que aún conforman estos bosques, se encuentran sometidos a una sobreexplotación por la extracción de leña usada en los comercios de las ciudades con fines culinarios, otro factor es el sobrepastoreo y los frecuentes incendios forestales ya sean naturales o inducidos, e igualmente otros, atribuidos a la quema para la transformación ilegal de terrenos forestales en tierras agrícolas, factores que constatan una disminución del territorio forestal, pero no un incremento en su recuperación.
Ante esta realidad y por lo que se refiere a los artistas, gestores culturales y a la esfera pública, en general en Aguascalientes, es casi nula la promoción hacia el arte medioambiental, que es una herramienta de transmisión que enfatiza estas realidades visibilizándolas.
Señala la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, SEMARNAT, que: “no existe una política cultural ambiental que estimule la creación artística y promueva su difusión, esto es producto y consecuencia de, entre otros factores, la falta de vínculos y programas institucionales a nivel federal de los responsables de ello: La Secretaría de Cultura, la SEP y la SEMARNAT”.
En esa coyuntura existe un área de oportunidad para involucrar a creadores y generar nuevos públicos, en proyectos que pueden ser desplegados en espacios de usufructo colectivo, que involucren de manera horizontal a los artistas con las comunidades, para que sea explorado desde esas forma de arte público la expresión del poder simbólico de la cultura; un arte identitario, que cohesiona socialmente, participativo, comunitario y democrático, precisamente en los lugares donde las personas hacen sus vidas, que posea el potencial como agente concientizador que voltea a ver y a revisar las realidades locales, de la región, del país y las del mundo.
“El arte es la expresión materializada de los paradigmas de cada tiempo y, en ese sentido, el arte actual no puede ser ajeno a la ecología, honesta, profunda, intrínseca, radicalmente”, afirman Rocío Arregui-Pradas y Benito Sánchez.
En la actualidad se ha desplegado en museos y galerías, un interés por realizar exposiciones de un solo objeto, obra o pieza, que sirven para informar aspectos relacionados con ellas, desde el punto de vista histórico, social, contextual, estético, formal o de procesos.
Por lo que mediante esta expo-instalación, se pretende recontextualizar el espacio arquitectónico del Complejo Ferrocarrilero Tres Centurias, como un lugar expositivo público, abierto, en el que se encuentran expuestas dos piezas más, una de ellas el Memorial Estudiante 43, de Ayotzinapa y, el Departamento Universitario para el Despliegue Artístico-Imaginativo, propuestas de exposición sin muros ni horarios, por lo que el arte sale del cubo blanco, esgrimiendo la dilución de fronteras entre arte y vida que se amalgama en una fusión que lo acerca a lo cotidiano y le despoja de aquella aura divina que la tradición museológica le ha conferido, que cambian la manera de entender las exposiciones.
A propósito de esta concepción curatorial, la presente expo-instalación artística, Recuerdos del planeta Tierra, ha sido concebida siguiendo algunos de los principios de la economía circular, por ejemplo, la aplicación de las “Rs”. Por tal motivo, en este divertimento plástico, se utilizan materiales que son un subproducto de la industria forestal, como la madera que es empleada en la fabricación de pallets, conocidas también como tarimas, solo en Asia, por ejemplo, cada año se talan 200 millones de árboles para fabricar 1.700 millones de pallets que se exportan globalmente. Por lo que el panorama anterior invita a producir arte desde lo desechado, por madera de esos artefactos que aquí ha sido reunida, reciclada, resignificada, recuperada y refuncionalizada, material y conceptualmente; al igual que la paja de árbol de pino, la cual es una metáfora en alusión a los bosques de niebla.
La pieza predominante en rojo y de composición geométrica filiforme, sugiere el código de alto y alerta que se le asigna culturalmente a ese color y, que igualmente, es la coloración de la sangre que transporta y suministra oxígeno y nutrientes, vitales para la vida de los organismos.
El elemento principal de la pieza es una silla, la cual es enmarcada por una suerte de capelo confeccionado por listones de madera y sin cristal, que le confiere un carácter ritual resguardándole religiosamente como reliquia. La función de aquel objeto, puede ser para la espera, de su asiento habrán de crecer como símbolo de resurrección y resiliencia, brotes orgánicos de trigo cuyas semillas fueron previamente sembrados ahí, por lo que estamos frente a una propuesta de arte procesual que modificará al tiempo su fisonomía y su concepto, virando hacia un lenguaje que pondera una actitud biófila ante la degradación y destrucción del planeta.
Así el papel del arte medioambiental ante el cambio de paradigma actual, puede servirnos para algo, para señalar, avisar, visualizar y sensibilizar por medio de sus lenguajes sobre la degradación de la naturaleza impuesta por el sistema económico global imperante, además de transmitir un diálogo en torno a su cuidado, a desplegar empatía, compartencia, solidaridad y el bien común, pues posee el potencial de proponer un cambio de actitud hacia ella, que formula una nueva estética, simbiótica, que invita a la armonía entre naturaleza y humanidad, a la que se nos está dando nuevamente otra oportunidad para que quizás los paisajes de nuestra infancia, no sean ahora, solo un recuerdo.
Cierro, con una cita del escritor Ray Bradbury: “A nadie le importará, ni a los pájaros ni a los árboles, si la humanidad se destruye totalmente, la misma primavera al despertarse al alba, apenas sabrá que hemos desaparecido”.
Coda: La pieza se encuentra en el vestíbulo del edificio 43, de la Universidad de las Artes, en el Complejo Ferrocarrilero Tres Centurias y puede visitarse en horario abierto desde el 27 de febrero de 2023, sin fecha límite de exhibición.