Entrevista a Carlos Velázquez acerca de la antología por Javier Moro Hernández
Durante unos pocos días parecía que la pandemia provocada por el virus de SARS-CoV-2 cambiaría nuestras formas de relacionarnos entre los seres humanos y con nuestro entorno. Pero mientras más duraba el encierro, el aislamiento provocado por las medidas de seguridad, nos generaba cada vez más ansiedad, cada vez más preocupación. De hecho, supongo que los estragos causados por dos años de aislamiento no han sido valorados en toda su extensión, en toda su cabalidad.
¿Qué nos dejó la pandemia? Un mundo más desigual, sin duda. Una economía mundial detenida, que apenas empieza a dar vistos de reactivación. A nivel social, muchas interrogantes sobre las relaciones de poder en la familia, en las relaciones de pareja. O al contrario, muchas certezas, sobre las relaciones violentas que se perpetuaron en medio de un aislamiento perpetuo. Por supuesto, también fue posible abordar en medio de la pandemia, temas como la violencia de género, pero también el de la salud mental: Depresión, ansiedad, fueron algunos de los trastornos que muchos vimos con mayor claridad. Por supuesto, abordar todas estas aristas, todas estas visiones sobre lo que sucedió a lo largo del 2020 y que se extendería por todo el 2021 (y que nos sigue dando coletazos) es necesario abordarlo, reconocerlo, a través del tiempo, a través de la distancia.
En ese sentido, es que es posible, a partir de la visión de diferentes artistas, escritores, poder observar lo que el 2020 se llevó. Justo, como dice el título del libro publicado por Cal y Arena, Lo que el 20 se llevó, antologado por el escritor Carlos Velázquez y por el periodista Alonso Pérez Gay, que conjuga una serie de nombres como los de la cantante Amandititita, o la de los periodistas musicales Marina H, Warpig o Sergio Zurita, que se combinan con las plumas de analistas culturales y literarios como el español Jorge Carrión, junto a la de escritores mexicanos como Guillermo Fadanelli, Ana Clavel, Orfa Alarcón, Yael Weiss. Visiones que se conjugan junto a la de neurocientíficas como Fernanda Pérez Gay, o la de escritores latinoamericanos como Ligia Urroz o Ramiro Sanchiz, por mencionar solo unos cuantos de los nombres que conforman esta antología, que nos da cuenta de la zozobra, el miedo, la incertidumbre, la soledad, las preocupaciones familiares, que muchos vivimos y sobrevivimos a lo largo de ese 2020 marcado por un virus que sigue vivo y dando la vuelta al mundo., generando aún controversia y preocupación. Un virus del cual aún desconocemos su origen, pero que sin duda dejó a muchos hogares mexicanos devastados, tras la pérdida de familiares, amigos, padres y madres de familia.
Lo que el 20 se llevó es así un libro que busca contar, a través de todas estas visiones y voces, una parte importante, esencial de lo que perdimos, de lo que dejamos en el camino. Porque una parte esencial de nosotros se quedó en ese año extraño y confuso. Conversamos con el escritor Carlos Velázquez, editor de este libro, y autor de libros como El Pericazo Sarniento y Aprende a amar el plástico, ambas publicadas por Cal y Arena, sobre esta antología.
Javier Moro Hernández (JMH): Quería preguntarte primero que nada y el proceso de selección de antología digamos, no para ya después entrar sobre los temas de la pandemia.
Carlos Velázquez (CV): El proceso de edición de este libro fue una romántiquez, porque nosotros queríamos hablar de un tema muy importante durante la pandemia, que era la relación con nuestros seres queridos, nuestros cuates, estar cerca de los escritores con los que sentíamos afinidad, pero no podíamos vernos, no podíamos encontrarnos. Fue así como pensamos sobre cuál era el espacio idóneo para nuestro encuentro, y en este caso el espacio idóneo es el libro, y decidimos invitar a personas con las que nos tomaríamos una chela, la idea no era invitar a grandes nombres, sino más bien pensar en que fuera una convivencia de cuates, de amigos. Al final, quedaron veinte autores, aunque la invitación fue más extensa, pero algunos no pudieron por muchas razones, porque algunos ya no querían escribir más sobre la pandemia, ya no querían saber más. Otros por que los tiempos no se lo permitían, pero creo que el resultado ha sido bastante favorable.
JMH: Es un libro muy diverso, pero muy interesante al mismo tiempo, es como una fiesta en realidad, una fiesta post COVID. Uno de los temas, que justo mencionas en el prólogo es la resistencia a este momento histórico ¿Cómo resistir? Algunos de los autores nos dan sus formas de resistencia, pero también está el tema de la separación, del no poder vernos.
CV: Fue un momento durísimo, de separación, porque hubo mucha gente que no pudo ver a sus padres, otros que de plano tenían mucho miedo. El impacto fue tremendo y el acto de resistencia todos lo fuimos llevando de distintas maneras.
JMH: Los escritores, los periodistas, de alguna manera son seres muy solitarios, muy individuales y en este libro lo que vemos, es que sí podemos sobrellevar la soledad, pero también necesitamos esos lazos sociales, esos lazos emocionales con otras personas, nos hicieron falta y los estamos retomando poco a poco.
CV: Hay una cuestión, porque como bien dices, la escritura es un acto de soledad, porque uno puede estar en las redes sociales, chacoteando con la raza y después tomarte una chela. Uno puede trabajar en la oficina y tener horario godín y demás, pero la escritura es un acto de soledad. Uno pasa mucho tiempo a solas con uno mismo, aislado, pero basta que te impongan el encierro para empezar a sentir una cierta asfixia que tú no sospechabas que podía atacarte. Claro que los escritores podemos encerrarnos cuatro horas a trabajar, y no tenemos problemas con eso, pero el hecho de no poder salir a la tienda a comprar algo y no poder hacerlo cambiaba todo, porque no es lo mismo estar encerrado consigo mismo o a veces con las familias, cambia todo.
JMH: Mariana H lo menciona en su crónica; está la obligación de quedarte encerrado, rompió con nuestras cotidianidades; salir a comer, tomar algo el jueves por la noche. Esos actos cotidianos que no veíamos pero que nos hicieron mucha falta.
CV: No es no las viéramos, es que no las valoramos porque la libertad de movimiento, pues cuando esa libertad es coartada, poco a poco nos vamos viendo cercados, y empezamos a mostrar una serie de acciones que nos dieron cuenta de que si antes teníamos o sentíamos que había muchas cosas seguras, de repente ya no tenemos nada seguro, y eso obviamente nos inyectó una gran cantidad de angustia. Pero ahora, estamos en el proceso de retomar la vida y las acciones, y el libro, precisamente, es eso, una apuesta por tratar de retomar todo aquello que nos hacía ser lo que somos.
JMH: Es un libro que aborda la pandemia desde diferentes ángulos, lo musical y periodístico, y no solo se queda en la visión de los escritores. Lo cual me pareció muy valorable también.
CV: La idea era no hacer un libro solo de escritores, porque los libros de escritores terminan siendo para escritores y eso que hueva, lo que nosotros queremos hacer era un libro de, como tú dices, de distintos medios para la gente, para los ciudadanos, y muchas cosas que están ahí hacen una diferencia en el sentido de que si son textos de escritores, pero ya no están hablando desde el púlpito, están hablando desde el yo como escritor, como persona, que estoy padeciendo esto mismo que estamos padeciendo todos y aquí estoy encerrado y también estoy padeciendo la maldita pandemia.
JMH: El lado personal digamos, de cómo sobrevivieron, sobrevivimos a la pandemia, en este caso, por ejemplo, pienso en Jorge Carrión, también en Jorge Martínez, que nos cuenta de cómo vivieron la pandemia en diferentes partes del mundo, por un lado, la visión global, por ejemplo, o la visión hispanoamericana, por un lado, pero también la visión personal.
CV: Sí, esa era otra de las intenciones, contactar a otros escritores, para que desde ahí también constatar cómo estuvieron sobrellevando el encierro y de alguna manera nosotros podemos enterarnos de los impactos que la pandemia tuvo en distintas latitudes.
JMH: También está el tema de una nueva cotidianidad; la relación con los vecinos, por ejemplo, al estar tanto tiempo en nuestras casas, se genera una nueva relación, un nuevo vínculo o un vínculo distinto con la vecindad, con los vecinos de tu casa, de tu colonia, de tu edificio.
CV: Y con la propia familia, creo que nadie de nosotros tiene un trabajo de tiempo completo, nadie de los que estamos ahí, pero no sé imagínate a un chofer de autobús, que sale de su casa a las 4 de la mañana y regresa a las 8 de la noche, durante esos cuatro meses de encierro, Imagínatelo ahí con su familia en esas cuatro paredes, yo creo que su esposa seguramente ya lo quería matar o mandarlo a trabajar. Porque las dinámicas familiares cambian y a veces las dinámicas familiares están hechas para soportar ciertos aspectos de rutina, pero cuando esa rutina se sale de control, como con la pandemia, pues es cuando viene también otro caos y es el caos hacia el espacio interior.
JMH: Justo también te quería preguntar sobre el tema que menciona Valeria Villalobos, que es el tema del silencio, y esta dificultad también de estar tanto tiempo encerrados y que estamos solo hablando con nosotros mismos.
CV: Yo creo que el silencio interior no nos afecta tanto como el silencio exterior, el silencio social, porque ese hablar con uno mismo es lo que hacemos todos la mayor parte del tiempo, uno todo el tiempo está hablando consigo mismo. Sin embargo, es difícil sobrellevar ese silencio social, de a veces no decir nada, porque también es necesario morirse de risa con tu cuate, porque eso sirve como un reflejo de ti mismo y del otro, de estar a veces hablando sin
JMH: En ese sentido pensaba en el tema que mencionaba Jorge Carrión, el tema de las pantallas, la vida se transformó en lo que vemos a través de las pantallas, el WhatsApp, el zoom, la computadora, las redes sociales, que son muy desgastantes por otro lado.
CV: Tienen sus complejidades, porque evidentemente la pantalla es un gran distractor, pero por otro lado, me enteré de personas que hacían pedas por zoom, entonces uno podía pensar, qué cosas más patéticas, pero para esa gente, al menos darse la cara al menos una hora y echar el trago, aunque fuera enfrente en la pantalla, era algo reparador, en cierto sentido. Porque hay gente que tiene la capacidad de abstraerse de la pantalla, pero hay otra gente que necesitaba el contacto de alguna manera, y lo que encontró, fue a través del cristal.
JMH: Te quería preguntar también sobre lo que menciona Yael Weiss, sobre el asunto de la inseguridad al reencontrarnos, el asunto de preguntarle al otro si se estaba cuidando, te has cuidado, cuando en muchas ocasiones se hace lo que se puede.
CV: Si, es un texto muy interesante, porque parece como una historia bastante convencional, que la he oído en varias ocasiones, y que te demuestra que nada es lo que era antes, y que de hecho te llega hasta dar miedo a ti mismo de decir, de hablar sobre el contagio, y de convivir con personas que puedan estar contagiada. El texto, además te permite ver que muchas personas contaban mentiras para poder convivir, para poder ver a otras personas.