4T: cuando gobernar es justificar/ Bravuconadas  - LJA Aguascalientes
16/11/2024

Cada semana se torna más y más difícil gobernar este país. Conocer la realidad nacional, evaluarla y tomar decisiones que incidan en mejorar la calidad de vida de los 126 millones de mexicanos que habitamos el país, es un ejercicio que debe realizar cada día el gobierno de México. Es un derecho de la sociedad el saber cómo el gobierno se allega de la información pertinente sobre la situación que guardan los indicadores que muestren el punto exacto en el mapa del desarrollo en que nos encontramos hoy.

Dice el presidente que en su gobierno cada día se informa de ello, en las famosas mañaneras; sin embargo, es triste reconocer que ese propósito comunicacional está lejos de cumplir su propósito. Después de más de 1000 mañaneras, una parte importante de su contenido siempre tiene por objeto publicitar los temas que al presidente le interesan, que no a los mexicanos. Sus contenidos están lejos de mostrar o describir la realidad de la nación. Poco se menciona acerca de los grandes problemas o los avances en su resolución. Quizá marginalmente se menciona en esos “diálogos circulares” que tanto presume el gobierno, acerca de los problemas de salud, educación, inseguridad, inflación, infraestructura, etcétera. Pero pone, eso sí, mucho énfasis en los proyectos insignia del lopezobradorismo como las acciones para forzar la activación operativa del aeropuerto Felipe Ángeles, a través de decretos desde el mero poder, elaborados sin el menor cuidado, sólo con el fin de mostrarse eficiente. Publicar un decreto presidencial para migrar en sólo 90 días los movimientos de carga aérea al AIFA, sin analizar las implicaciones logísticas y económicas de la disposición, nos habla de las formas (¿autoritarias?) del gobierno. Adicionalmente, amenaza con otro decreto que permita el cabotaje en el transporte aéreo de pasajeros, lejos de impulsar la industria en la materia, la arrincona y pone en grave riesgo su viabilidad inmediata.

Paralelamente, el gobierno de México, a través del presidente, no se cansa de hacer propaganda a las “bondades” del Tren Maya, obra faraónica que pretende detonar el desarrollo del sureste del país una vez puesta en funcionamiento. Desde su propuesta, y hasta el momento actual, las irregularidades con las que se inició la obra en cada una de sus etapas, sólo ha generado resistencias entre una parte importante de la sociedad organizada preocupada por la protección del medio ambiente de la región. Ausencia de proyectos ejecutivos serios, incumplimiento de la normatividad medioambiental, confrontación, ha sido la norma de este capricho presidencial. La improvisación ha sido la marca del Tren Maya, cambios intempestivos en el trazado de la ruta, en el presupuesto aprobado, tiempos de cumplimiento, lluvia de amparos, así “el impulso al desarrollo” de la península de Yucatán.

En esta misma tesitura, debemos abordar el tema de la refinería “Olmeca” en Dos Bocas, Tabasco, no se aleja de las reglas de implementación del aeropuerto Felipe Ángeles o el Tren Maya. Con el pretexto de la autosuficiencia de combustibles o derivados del petróleo, se inició esta obra. Originalmente se presupuestó una inversión de 8 mmdd y debería haber iniciado su producción hacia diciembre del año pasado, pero, lo único que ha logrado concretar el gobierno “transformador”, es haber inaugurado a mediados del 2022 unos edificios de oficinas y haber incrementado los costos de construcción ha algo así como 16 mmdd, o sea ¡el doble! De lo originalmente presupuestado. Adicionalmente, los problemas de inundabilidad del terreno de ubicación, del pobre futuro del uso de la energía fósil y los compromisos internacionales de México, y sumando problemas de operación.

Los grandes problemas nacionales, no merecen, en el “diálogo circular”, la explicación seria del titular del Ejecutivo para conocer de su atención y solución; “patear el bote”, como coloquialmente decimos los mexicanos cuando no queremos hacernos responsables de nuestros compromisos, es la constante del discurso oficial de Palacio nacional. Simular, engañar, o de plano, mentir, es la esencia de la narrativa cuatroteísta, eso de “no mentir, no robar y no traicionar”, es la marca de la farsa transformadora.

El mensaje del líder de la 4t, no se limita a acometer contra las prioridades del país a través de un discurso propagandístico de su personal proyecto; no, una parte importante de su discurso lo invierte en defender o justificar a su propio gobierno, más allá del cuidado o el decoro de la “investidura presidencial”, que afirma, tanto le preocupa. Sólo la semana que recién concluyó, debió interceder por una de sus corcholatas, el canciller Ebrad, en su pleito con la exembajadora Bárcenas y la relación con el gobierno encabezado por el “amigou” Trump; o asumirse como el gran juez del caso Perú y  negarse a entregar la estafeta de la presidencia de la “Alianza del Pacífico”; o callar, a nombre del pueblo de México, sobre los atropellos al pueblo nicaragüense a manos del dictador Daniel Ortega; en este mismo tenor, condecora a otro dictador, a Díaz Canel, y dice estar, por un lado, con los países no alineados, y el otro, ajustarse dócilmente a las políticas migratorias norteamericanas. Exige a los medios nacionales la cobertura al juicio del exsecretario de seguridad, Genaro García Luna, pero amaga con demandar al abogado defensor por haberlo puesto en la palestra del mismo juicio. ¿O sea?

El discurso del “rey” cuatrotero, no aborda ni propone respuestas a los problemas que aquejan día a día a los 126 millones de mexicanos: nada sobre el desabasto de medicinas, ni de los servicios de salud; nada sobre el rezago educativo; ningún cambio en la estrategia de “abrazos no balazos”, a pesar de las presiones de EU; sin propuestas efectivas contra la carestía y la inflación, o mejorar la economía familiar, ni una idea; sin claridad para resolver el tema de la categoría 1 en los servicios aéreos; y así camina el país en los tiempos de la 4t. Sólo hay tiempo para atacar al INE, y trabajar electoralmente por la permanencia de su proyecto.

Gobernar en los tiempos de la 4t es justificar, resolver es otra cosa.

 


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